El esc¨¢ndalo 'minisarkozy'
Suspendido en segundo de Derecho, un hijo del presidente franc¨¦s va a dirigir el distrito financiero de Par¨ªs
Georges, tendero de un barrio elegante de Par¨ªs, oye las noticias y exclama: "?Ah!, el hijo de Sarkozy. Mi hija termin¨® Derecho hace dos a?os con buenas notas. Y haciendo las pr¨¢cticas, en la cafeter¨ªa de la empresa, se lo encontr¨® una vez. Mi hija me dice que es simpatiqu¨ªsimo, muy amable, nada afectado. Un tipo muy majo. Ya. Pero ¨¦l no ha terminado la carrera y ah¨ª est¨¢, y mi hija a¨²n busca trabajo. ?l es el hijo de qui¨¦n es y mi hija, pues tambi¨¦n".
Georges simboliza buena parte de lo que piensan los franceses del asunto, seg¨²n varios sondeos. Una cosa es indiscutible: Jean Sarkozy, de 23 a?os, acab¨® en 2007 primero de Derecho en La Sorbona, con una nota media de seis. En 2008 suspendi¨® segundo en junio. En septiembre volvi¨® a suspender. Ahora ya ni va a clase. No tiene tiempo. Su ascenso en la pol¨ªtica francesa se lo impide.
El joven Sarkozy tendr¨¢ el control del desarrollo de parte de la regi¨®n parisiense
El jefe del Estado es acusado de traici¨®n al sagrado principio de la igualdad
El segundo hijo del presidente franc¨¦s -el primero, Pierre, es productor de m¨²sica rap-, con la carrera abandonada a la primera y con la experiencia de dos a?os como diputado regional, l¨ªder de la Uni¨®n por un Movimiento Popular (UPM, el partido de Sarkozy) en la regi¨®n de Hauts-de-Seine y concejal raso de Neully (una acomodada localidad que linda con Par¨ªs) aspira (con grandes posibilidades) a presidir la Epad, el organismo p¨²blico que regula el desarrollo urban¨ªstico de La D¨¦fense, un importante barrio de negocios, s¨ªmbolo del poder financiero y econ¨®mico de Par¨ªs. El anuncio ha levantado una viva pol¨¦mica, que se refleja en los telediarios y en la calle.
A principios de diciembre, el joven Sarkozy sustituir¨¢ en ese cargo al actual presidente, Patrick Devedjian, de 65 a?os, ministro del Relanzamiento Econ¨®mico que, por ley y debido a su edad, debe abandonar el puesto. Los dos se conocen. Hace dos a?os, cuando el hijo del presidente comenzaba en pol¨ªtica, el actual ministro, que ve¨ªa c¨®mo Jean le com¨ªa terreno en su feudo al oeste de Par¨ªs, dijo un d¨ªa: "Jean Sarkozy tiene mucho talento, pero su tiempo no ha llegado todav¨ªa. Tiene que tranquilizarse y terminar sus estudios".
Se equivoc¨®. Ni se ha tranquilizado, ni ha terminado los estudios y, de hecho, amenaza con merendarse al propio Devedjian. Algunos adivinan la larga sombra del padre detr¨¢s, al que acusan de haber paralizado leyes que facilitan el camino de su hijo y no s¨®lo por orgullo paterno: la presidencia de la Epad es un puesto estrat¨¦gico a la hora de controlar el desarrollo del oeste rico de la regi¨®n parisiense.
Los viejos amigos de Nicolas Sarkozy, como el actual ministro del Interior, Brice Hortefeux, padrino de Jean, ven en el joven una copia mejorada del padre en todos los aspectos. Para eso apelan a una antigua foto en la que aparece un Sarkozy veintea?ero con bufanda y pelos largos, a finales de los sesenta.
Efectivamente, Jean es m¨¢s alto y m¨¢s guapo, seg¨²n quienes le han visto de cerca. Del padre ha heredado el gusto por la melena juvenil, el tono de voz, cierta personalidad seductora y la preferencia por la coca-cola light en vez del vino. Y la ambici¨®n.
Padre e hijo se conocen bien, pero nunca se han tratado mucho. Nicolas Sarkozy se divorci¨® de su primera esposa, Marie-Dominique Culioli, cuando Jean ten¨ªa cinco a?os. Desde entonces se han visto los fines de semana, cuando jugaban al f¨²tbol en los parques de los barrios ricos de Par¨ªs, y los mi¨¦rcoles, cuando quedaban a comer. A los dos ni?os los cri¨® su madre, protectora, adinerada, de barrio exclusivo, de origen corso, ferviente cat¨®lica, amante de las obras de caridad, enamorada del ascenso imparable de su hijo m¨¢s que del de su ex marido. Nicolas Sarkozy se lo agradeci¨® hace unos meses el d¨ªa de la sonada boda de Jean con la heredera del millonario rey de los electrodom¨¦sticos Darty: "Has educado muy bien a mis hijos". C¨¦cilia, la segunda esposa de Sarkozy, consideraba que el aire inconfundiblemente pijo de los dos j¨®venes se deb¨ªa a la madre y a su costumbre de comprarles "zapatos de 2.000 euros". El aludido lo neg¨® siempre: "Costaban 80 euros y tengo la factura".
Zarandeado por unos y otros, que acusan al jefe del Estado de nepotismo y de traicionar el sagrado principio republicano de la igualdad, Jean Sarkozy, con el pelo m¨¢s corto, con gafas, se ha defendido asegurando que, llam¨¢ndose como se llama, le van a criticar siempre, haga lo que haga. Tambi¨¦n afirma que, a pesar de las cr¨ªticas, va a seguir con su idea de presentarse al cargo.
El padre, que se convertir¨¢ en abuelo en febrero, se preguntaba el viernes, en una entrevista con Le Figaro: "?Por qu¨¦ no puede presentarse? ?Por qu¨¦ es mi hijo? Le acusan de ser muy joven. ?Hay una edad para ser competente? Yo fui el primero en sorprenderme cuando Jean se lanz¨® a la pol¨ªtica, pero luego me ha sorprendido su tenacidad".
Hace unos d¨ªas, el presidente de la Rep¨²blica, en un solemne discurso televisado a toda Francia, habl¨® de la reforma de los institutos p¨²blicos. Y dijo algo que muchos, a prop¨®sito de la pol¨¦mica de su hijo, le han recordado con cierto recochineo o acus¨¢ndole de cinismo: "Lo que cuenta en Francia para tener ¨¦xito no es ya haber nacido en una familia bien, sino trabajar duro y probar su valor por medio de sus estudios y su trabajo".
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