Manuel D¨ªez de Velasco, jurista total
Muri¨® ayer en Baza (Granada), a los 83 a?os de edad. Fue catedr¨¢tico de Derecho Internacional P¨²blico y Privado, abogado en ejercicio, magistrado del Tribunal Constitucional, consejero electivo del Consejo de Estado, juez del Tribunal de las Comunidades Europeas, acad¨¦mico de n¨²mero de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislaci¨®n, miembro del Institut de Droit Internacional, investigador y escritor jur¨ªdico.
Nacido y criado en Santander, gan¨® muy joven la c¨¢tedra de Derecho Internacional de la Universidad de Granada, profesando despu¨¦s dicha asignatura en las universidades de Barcelona, la Aut¨®noma y la Complutense de Madrid, de donde fue promovido a magistrado entre los 12 que inauguraron el Tribunal Constitucional, bajo la presidencia de Manuel Garc¨ªa Pelayo.
Al terminar su mandato fue elegido consejero electivo del Consejo de Estado, cargo que desempe?¨® durante tres mandatos seguidos, y luego otro m¨¢s, tras su misi¨®n como juez del Tribunal de las Comunidades Europeas. Al tiempo de su ejercicio en este tribunal serv¨ªan en altos cargos a la Comunidad Europea Josep Subirats, Enrique Bar¨®n Crespo, Manuel Mar¨ªn y Abel Matutes.
Al regresar a Espa?a en 1988, se incorpora a la Universidad de Cantabria, que le ofreci¨® la oportunidad de volver a su a?orada tierra, adonde deb¨ªa trasladarse desde Madrid para dar las clases, ya que, por diversas razones, hubo de mantener all¨ª su domicilio.
En 1984 fue elegido acad¨¦mico de n¨²mero de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislaci¨®n, a la que ha dedicado cuidadosa atenci¨®n en los cargos que en ella desempe?¨®.
Ejerci¨® la abogac¨ªa durante algunos a?os y particip¨® en el famoso pleito internacional de la Barcelona Traction.
Entre sus numerosas publicaciones destaca su libro Instituciones de derecho internacional, que se estudia como libro de texto en la mayor¨ªa de las universidades espa?olas, del cual se han hecho 18 ediciones.
Esta rica biograf¨ªa estuvo animada por un hombre extraordinariamente simp¨¢tico y cordial, en cuyos ojos chispeaba siempre una sonrisa. Ten¨ªa amigos por doquier, ganados, uno a uno, por el afecto y el servicio constante.
Volvi¨® a estudiar
Su vocaci¨®n universitaria no declin¨® por la asunci¨®n de otros deberes. Mantuvo viva, hasta el final, la relaci¨®n con sus disc¨ªpulos, entre los que hay varias decenas de catedr¨¢ticos y profesores titulares de Derecho Internacional. De su reconocido magisterio salt¨®, cuando tuvo oportunidad, al banco del alumno para completar la licenciatura en Ciencias Pol¨ªticas, lo que hizo por libre examin¨¢ndose una por una de todas las asignaturas.
Cantabria, su tierra natal, le reconoci¨® a tiempo sus m¨¦ritos, otorg¨¢ndole el Gobierno de Miguel ?ngel Revilla la Medalla de Oro de Cantabria.
Persona tan bien dotada para las relaciones humanas, y que dej¨® una estela de nobleza y humanidad por donde pas¨®, fue sobre todo un hombre de familia. Sufri¨® la p¨¦rdida de un hijo, Manuel; tuvo la satisfacci¨®n de ver crecer la vocaci¨®n universitaria de otro, Francisco, que es catedr¨¢tico de Historia de las Religiones en la Universidad de La Laguna; y con su mujer, Sita Abella, que es licenciada en Derecho, ingeniera agr¨®noma y empresaria agr¨ªcola, se asomaba en las primaveras al altiplano granadino a ver florecer los almendros de su cortijo El Pocito, y, en el oto?o, a recoger las almendras.
Dijo en unas declaraciones a la prensa: "Desde el Tribunal Constitucional ve¨ªa a Espa?a como la gran naci¨®n que fue, que tras un largo periodo de decadencia y guerras, volv¨ªa a estar a la altura de las grandes potencias europeas". Y otra vez: "Como mi tierra, ninguna, pero hay que salir a dar una vuelta por el mundo para aprender muchas cosas que ignoramos". Le inquietaba la crueldad y el materialismo del mundo que le toc¨® vivir. Amaba el Derecho, pero no estaba satisfecho de sus logros. Vivi¨® con moderaci¨®n y esperanza. Y muri¨® rodeado del amor y del respeto que sembr¨®, fiel al triple precepto que gui¨® su vida de jurista: dar a cada uno lo suyo, no hacer da?o a nadie y vivir honestamente.
Pedro Crespo de Lara es abogado y profesor em¨¦rito de Periodismo en la Universidad Complutense.
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