El voto v¨¢lido de un ni?o de 13 a?os
En un colegio de Kabul se present¨® a votar el 20 de agosto un ni?o que declaraba 13 a?os. Un fot¨®grafo extranjero se?al¨® la irregularidad a uno de los responsables del centro y ¨¦ste respondi¨® que no pod¨ªa hacer nada porque estaba inscrito y dispon¨ªa de la tarjeta electoral, un documento que se pod¨ªa adquirir en el mercado por unos siete euros.
En Afganist¨¢n, un pa¨ªs sumido en una guerra continua desde hace 30 a?os, no hay censo, s¨®lo un registro electoral en que cada jefe de familia pudo inscribir cuantas mujeres mayores de edad declar¨® tener bajo su techo. Si un investigador censal independiente pretendiera validar el n¨²mero real de mujeres declaradas en una casa past¨²n, lo m¨¢s probable es que perdiera la vida a tiros. Bajo el estricto c¨®digo de honor de esta etnia mayoritaria en el pa¨ªs, muchos hombres rurales siquiera pronuncian en p¨²blico el nombre de su esposa o de su madre. Ser¨ªa un sacrilegio.
En provincias de mayor¨ªa past¨²n y con gran actividad talib¨¢n, como Helmand, la participaci¨®n en agosto fue muy baja y el fraude, escandaloso. De los 134.000 inscritos, 112.000 votaron por el presidente Hamid Karzai. La ONU estima que la participaci¨®n real apenas super¨® los 38.000. Ese hinchamiento se llev¨® a cabo con las mujeres inscritas.
Los resultados oficiales dados a conocer el martes, dos meses despu¨¦s de celebrarse la primera vuelta, siguen sin ofrecer datos de participaci¨®n, que se supone inferior al 40%, lejos del 65% de 2004. La participaci¨®n podr¨ªa ser m¨¢s baja en la segunda vuelta. Los talibanes consideran objetivo militar los centros de voto.
Ninguna de las condiciones que favorecieron el fraude anterior mejorar¨¢n el 7 de noviembre, incluso empeorar¨¢n debido al clima. El principal fraude es estructural: no se dan las condiciones econ¨®micas, culturales y de seguridad para celebrar unas elecciones libres y justas.
En los colegios hab¨ªa dos ¨¢reas separadas y con entradas diferentes, una para mujeres y otra para hombres. Nadie que no fuera mujer pod¨ªa pisar la zona femenina. La mayor¨ªa de las mujeres votaron con el rostro cubierto por el tradicional burka. No ten¨ªan obligaci¨®n de mostrarlo.
La tinta indeleble que marcaba el dedo ¨ªndice, que en teor¨ªa duraba semanas, se pod¨ªa quitar en unos minutos con lej¨ªa, como demostr¨® ante las c¨¢maras de televisi¨®n el candidato Ramazan Bashardost, perteneciente a la minor¨ªa hazara y que ha quedado en un sorprendente tercer lugar.
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