C¨®mo rejuvenecer el mundo rural: cuidando ancianos
La Ley de Dependencia aparece como oportunidad frente a la despoblaci¨®n - Los servicios adaptados a los pueblos pueden generar empleos y modernidad
Una tercera parte de las personas en situaci¨®n de dependencia vive en el medio rural. Los expertos calculan que entre ellos, que suman unos 400.000, y las personas que los cuidan, la Ley de Dependencia podr¨ªa alcanzar de manera directa a m¨¢s de un mill¨®n de habitantes de los pueblos. Al envejecimiento propio de la poblaci¨®n rural hay que a?adir factores como rentas m¨¢s bajas, menor nivel formativo y una inferior accesibilidad a los servicios sociosanitarios. Y uno decisivo, la caracter¨ªstica forma de vida del entorno agrario. Todo ello confiere peculiaridades que requieren un tratamiento especial para implantar esta ley. Trasladar sin m¨¢s los usos y costumbres urbanos puede ocasionar trastornos que, en algunos casos, ya se est¨¢n notando.
Para algunos ancianos ir a una residencia significa el desahucio
"Las comunidades deben planificar ya infraestructuras", dicen en CC OO
La idea m¨¢s eficaz no es desplazar a las personas, sino los servicios
Se necesita dinero y un plan t¨¦cnico para reformar las viviendas
Un experto recuerda la cantera de empleos que atesora la ley
La simple ayuda a domicilio resulta muy corta a partir de cierta edad
Aunque la sociedad espa?ola ha cambiado en su conjunto, ciertos modelos tradicionales perviven con m¨¢s intensidad en los pueblos: la casa y la familia son ¨¢mbitos impermeables que pueden sentirse vulnerados ante cualquier intervenci¨®n for¨¢nea. Los trabajadores sociales, la primera puerta a la que se llama para pedir una ayuda de las que concede la Ley de Dependencia, calculan que la inmensa mayor¨ªa de ancianos en los pueblos opta por solicitar la ayuda familiar, una prestaci¨®n econ¨®mica que se concede por cuidar a los mayores de la casa. "Las hijas siempre lo han hecho, as¨ª que ahora ven normal seguir haci¨¦ndolo, y m¨¢s si les pagan por ello. Tampoco tienen muchas opciones porque los servicios en el campo pr¨¢cticamente no existen, as¨ª que alrededor de un 90% pide la paguita", calcula Pilar Serrano, trabajadora social de Tauste, un pueblo aragon¨¦s de unos 7.000 habitantes con varias pedan¨ªas.
La ley considera esta prestaci¨®n, sin embargo, como algo excepcional, porque el objetivo es que no se perpet¨²e el modelo de la mujer que no sale a trabajar o que abandona su empleo porque tiene que atender a los ancianos. Pero esa excepcionalidad quiz¨¢ tenga que ser revisada en el ¨¢mbito rural. "La pensi¨®n de los abuelos es un gran soporte econ¨®mico en los pueblos. Si a eso se suma otra ayuda econ¨®mica y la preferencia de las familias por este modelo, quiz¨¢ haya que dejarlo estar", explica Gustavo Garc¨ªa Herrero, autor de un manual sobre la Ley de Dependencia y su aplicaci¨®n en los medios rurales. Pero inmediatamente advierte que "habr¨¢ que dotar de calidad esos empleos de cuidadores. ?C¨®mo? Vinculando la ayuda a domicilio que prestan los profesionales con la formaci¨®n y la supervisi¨®n. Que ense?en a los familiares c¨®mo afrontar y cuidar, por ejemplo, un alzh¨¦imer. Que reciban un dinero adecuado y apoyo emocional, que muchas veces es necesario. Adem¨¢s, la visita de estos profesionales debe servir tambi¨¦n para supervisar esos cuidados, algo que a¨²n no se est¨¢ haciendo", a?ade.
Estas mujeres (lo son la inmensa mayor¨ªa) podr¨ªan despu¨¦s de cuidar a los suyos ejercer en alguno de los muchos empleos que pueden generarse en el ¨¢rea de la geriatr¨ªa.
Los servicios, residencias de ancianos, centros de d¨ªa, muy escasos hace unos a?os se han ido extendiendo, pero los pueblos presentan a veces condiciones insalvables para acceder a ellos. Puede que haya un autob¨²s para trasladarse al pueblo de al lado, pero a veces se trata de zonas muy aisladas, un viaje lleno de curvas, el fr¨ªo del invierno, el mareo del transporte. No es de extra?ar que la gente prefiera quedarse en sus casas. "La idea m¨¢s eficaz para estos pueblos es desplazar servicios, no personas: comida a domicilio, que ya se hace algunos sitios, fisioterapia, rehabilitaci¨®n o lavander¨ªa, lo que se precise", prosigue Garc¨ªa Herrero. Montar empresas as¨ª puede contribuir a crear empleo y frenar la sangr¨ªa de poblaci¨®n que est¨¢n sufriendo los pueblos.
"Lo deseable es que la inyecci¨®n econ¨®mica que recibir¨¢n los pueblos por el fondo local en 2010 encuentre a las comunidades aut¨®nomas con un buen plan de infraestructuras desarrollado, porque la inercia es dejarlo todo a la iniciativa privada. Y no, los ayuntamientos y las comunidades tambi¨¦n deben planificar los servicios que se precisan, sin olvidar las peculiaridades del mundo rural", dice Rosana Costa, secretaria confederal de Pol¨ªtica Social en CC OO.
En los n¨²cleos rurales m¨¢s peque?os se ha ido perdiendo el miedo a las residencias de ancianos, desterrando la idea de que son un recurso t¨ªpico de la beneficencia que conocieron los mayores. Muchos ya acuden a ellas por su propio pie. Pero no es dif¨ªcil escuchar frases como esta: "Con lo que ha hecho esa madre y ahora la llevan a una residencia", o "a m¨ª mis hijos no me van a llevar", relata Pilar Serrano, de Tauste.
Por eso, cuando llega la hora de ir a una residencia hay quien lo ve todav¨ªa como un desahucio. Incluso los hijos pueden sentirse molestos y criticados por consentir que sus padres residan en un geri¨¢trico. Por tanto, opina Garc¨ªa Herrero, quiz¨¢ la opci¨®n de los cuidados en casa no es la peor de las ideas en el terreno rural. Este experto, que pertenece a la Asociaci¨®n Estatal de Directoras y Gerentes Sociales, recuerda el enorme fiasco que supuso, en los ochenta, la llegada de la ayuda a domicilio a los pueblos, un modelo urbano que se export¨® sin una adaptaci¨®n. "Rompimos la forma de vida de los ancianos, su autoestima, y les metimos en conflictos familiares. Con aquel servicio de ayuda a las tareas dom¨¦sticas quisimos prevenir internamientos en las residencias y conseguimos lo contrario. Muchos acabaron saliendo de sus casas para ir a vivir con los hijos a la ciudad o ingresando en residencias", dice Garc¨ªa Herrero.
De nuevo, pes¨® el "concepto casa", como un espacio invulnerable. "Que entrara alguien extra?o all¨ª y encima gratis, les recordaba a la beneficencia. Si adem¨¢s los hijos presionaban para que se fueran con ellos en lugar de aceptar esas ayudas, pues... la operaci¨®n, un ¨¦xito; el entierro, muy concurrido, que dec¨ªa un cirujano", bromea Garc¨ªa Herrero.
La casa. Los m¨¢s antiguos conceden a la casa un valor supremo y se aferran a ella aunque se les venga encima. Y eso ocurre con las, en ocasiones, enormes casonas de los pueblos. "Son grandes, antiecon¨®micas y disfuncionales. Los gobiernos deben hacer planes integrales para adaptar esos espacios llegada la vejez. Con apoyo econ¨®mico y asistencia t¨¦cnica", sostiene Garc¨ªa Herrero. Que lo que fueron tres pisos y una bodega sea una planta baja con todo lo necesario y nada m¨¢s; la ba?era, a ras del suelo, sustituir la lumbre por la calefacci¨®n y el gas butano por la cocina vitrocer¨¢mica, algo que muchas familias vienen haciendo ya hace tiempo sin ayuda econ¨®mica ni t¨¦cnica.
Gonzalo Saborido, trabajador social en Mux¨ªa (A Coru?a) recuerda el caso de una anciana que viv¨ªa en una casa sin tejado, con los rigores invernales de la Costa da Morte y con la compa?¨ªa de un hijo con problemas de alcoholismo. "No quer¨ªa dejar la casa, yo le hice muchas visitas, trat¨¦ de convencerla de que estar¨ªa mejor en una residencia, pero nada. Un d¨ªa se quem¨® la espalda con la lumbre y esta vez el juez accedi¨® a su internamiento forzoso. Est¨¢ muy bien all¨ª, pero todav¨ªa me echa la culpa y sigue echando de menos su casa", relata.
Saborido cree que la resistencia al geri¨¢trico no puede despacharse acudiendo a la idea de la cerraz¨®n cultural: "Es su forma de vida, quieren morir as¨ª. ?Es eso peor que estar en un mundo que para ellos es de pl¨¢stico?"
Todas esas ayudas t¨¦cnicas para reformar la vivienda y buenos servicios a domicilio pueden mantenerlos vivos y en su ambiente. De esta idea parte tambi¨¦n otra de las propuestas de Garc¨ªa Herrero, lo que ¨¦l denomina Parques Comarcales de Ayudas T¨¦cnicas. "Se tratar¨ªa de empresas de inserci¨®n ubicadas en las cabeceras de comarca, por ejemplo, donde se pueda vender, alquilar, instalar y reparar, todos aquellos objetos o herramientas que ayuden al cuidado de las personas dependientes: gr¨²as para moverlos en la cama, andadores, sillas de ruedas". Y no pasa por alto, de nuevo, la cantera de empleos que eso supondr¨ªa para familias que quieran vivir en los pueblos.
Pero hay momentos en que la situaci¨®n se torna complicada y la ayuda en casa ya no es apropiada. Llegado ese tiempo, hay que recurrir a los servicios. Pero para que tengan el ¨¦xito suficiente tendr¨¢ que entrar en juego el efecto demostraci¨®n, el boca a boca. Ser¨¢n necesarias campa?as de informaci¨®n, que conozcan el centro de que se trate. Porque a veces ya no hay familiares a los que recurrir, los vecinos ya no est¨¢n y la soledad se espesa en los pueblos. "Van a las residencias cuando ya no queda otro remedio, incluso m¨¢s tarde de lo que deb¨ªan, porque, no estando ya en condiciones de viajar, hay ancianos se trasladan de la casa de un hijo a la del otro, incluso en regiones distintas cada mes. Eso es una locura", dice Esther Garc¨ªa, trabajadora social de la Sierra de Albacete.
En los documentos de trabajo que negocian Gobierno y comunidades se pone de manifiesto que, en ocasiones, pesa m¨¢s la decisi¨®n de las familias, aunque equivocada, o interesada, que la del propio dependiente. Y se pide que los trabajadores sociales que valoren cada situaci¨®n hagan valer su criterio. Si lo que se necesita es una residencia, habr¨¢n de recetar eso. Si es que hay residencias, claro. Aunque el Gobierno insiste en que el ciudadano debe elegir la ayuda que quiera.
Sea como fuere, ir tapando necesidades con simple ayuda a domicilio actual est¨¢ ahogando a los ayuntamientos, que son quienes se encargan de ella con un p¨ªrrico presupuesto.
Con el geri¨¢trico llegaron los ni?os
Un pueblo de C¨¢ceres abre la escuela, tras 20 a?os de clausura, para los hijos de los cuidadores de mayores.
El dinero, cuando se tiene, se puede invertir en muchas cosas, pero la alcaldesa de Romangordo (C¨¢ceres) estaba empe?ada en que los ni?os volvieran a correr por el pueblo. ?Abri¨® una escuela? No, una residencia de ancianos. Et voil¨¤, este curso 19 alumnos llenan los pupitres de un pueblo que tuvo cerradas las aulas por falta de clientela durante 20 a?os.
El cuidado de los ancianos es uno de los motores que pueden sustituir la ca¨ªda de la construcci¨®n en Espa?a y dinamizar el mundo rural. Para muestra, un bot¨®n: Romangordo tiene 216 habitantes y un geri¨¢trico con 50 plazas gestionado por el ayuntamiento que se reinaugur¨® en 2006. Ha proporcionado 22 empleos directos y, al menos, dos indirectos, un maestro y una maestra, que son los que m¨¢s ilusionan a Charo Cordero, la alcaldesa. Varias familias se han instalado en el pueblo porque han encontrado trabajo en la residencia de ancianos, como limpiadores, auxiliares de geriatr¨ªa, terapeutas.
Con ellos, llegaron los ni?os, que, adem¨¢s, tienen comedor gratis. Javier Torres y Silvia Pu?al, 29 y 27 a?os, viv¨ªan en Madrid, pero se quedaron en paro, as¨ª que han hecho el viaje contrario al que hicieron sus padres cuando eran j¨®venes. Han dejado la ciudad para volver al pueblo: all¨ª tienen empleo. Ella se ha colocado como limpiadora en el geri¨¢trico y ¨¦l, en la construcci¨®n. El peque?o Hugo, que cumple dos a?os en octubre, es otro aspirante a la escuelita del pueblo.
Las dos mayores de Isabel y Paco ya hacen secundaria en Navalmoral, pero los tres peque?os siguen en Romangordo. Cinco hijos como cinco soles para dar vidilla al pueblo. Este detalle sin duda pes¨® en la decisi¨®n de la alcaldesa cuando contrat¨® al matrimonio hace tres a?os. "?ramos un buen partido para el colegio", se r¨ªe el padre, Paco Pilo, auxiliar geri¨¢trico, como su mujer. "Si te gusta el campo y la tranquilidad, esto es calidad de vida. Los ni?os no paran, y tienen donde entretenerse. Ahora mismo est¨¢n en el c¨ªber, con una profesora que les ense?a de todo, est¨¢n muy entretenidos", a?ade.
Tamara Hern¨¢ndez, limpiadora en el geri¨¢trico, tambi¨¦n ha encontrado calma y trabajo en este pueblo de pizarra rojiza. Su ni?a se ha escolarizado este a?o por primera vez.
En 2007, la Junta de Extremadura premi¨® el empuje de la alcaldesa inaugurando el curso escolar en Romangordo. "Ese d¨ªa llor¨¦", dice Charo Cordero. All¨ª estaba ella, con los 15 ni?os de entonces, viendo c¨®mo el presidente de la comunidad, Guillermo Fern¨¢ndez Vara, felicitaba la iniciativa.
Romangordo est¨¢ ubicado muy cerca del Parque Nacional de Monfrag¨¹e y pertenece al entorno de la central nuclear de Almaraz. Por tanto, es un municipio con mucho dinero. "S¨ª, pero otros hacen plazas de toros, nosotros preferimos la residencia de ancianos", se defiende de inmediato la alcaldesa.
El consistorio, gobernado por el PSOE, tiene gran vocaci¨®n de gesti¨®n p¨²blica y gestiona numerosos servicios, incluido el ¨²nico bar. Pero la iniciativa privada tambi¨¦n tiene su lugar. "Una de las familias que lleg¨® a trabajar a la residencia ha montado una empresa de limpieza. Ellos barren las calles y se encargan del aseo de todas las dependencias municipales", cuenta orgullosa la alcaldesa. Si todo sale como est¨¢ planeado, dentro de unos a?os quiz¨¢ los ni?os salgan de la granja escuela para inaugurar un nuevo centro educativo. Y ese d¨ªa, la alcaldesa, echar¨¢ alguna l¨¢grima m¨¢s.
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