Sobre hero¨ªnas y tumbas
Durante miles de a?os, soldados de toda raza y condici¨®n se han lanzado contra posiciones enemigas sabiendo con toda certeza lo fr¨¢gil que era su vida y lo inminente que pod¨ªa ser su muerte. Aunque la historia ha sido mil veces contada en la literatura, despu¨¦s de tanto tiempo seguimos desconociendo si es el valor o el miedo (o una mezcla de ambas cosas) lo que les impulsa.
Pero si dif¨ªcil es entender el valor de un soldado, m¨¢s dif¨ªcil a¨²n resulta imaginarse qu¨¦ secreta convicci¨®n lleva a una persona a arrojarse en mitad de un brutal conflicto, donde ocurren las m¨¢s terribles atrocidades, armada solamente con un cuaderno de notas y un bol¨ªgrafo. Cuando, adem¨¢s, se trata de zonas como Chechenia o Ingushetia, donde las fuerzas de seguridad disponen de la m¨¢s completa impunidad para secuestrar, asesinar o coaccionar a cualquier periodista o activista de derechos humanos, resulta dif¨ªcil no quedarse profundamente conmovido. Mujeres como Anna Politk¨®vskaya o Natalia Estemirova contaban ¨²nicamente con un arma para averiguar la verdad: su propia determinaci¨®n, y resultaron asesinadas por ello. ?Ser¨¢ cierto el amargo aserto de que todos los h¨¦roes (y hero¨ªnas) est¨¢n muertos?
Sin un an¨¢lisis honesto de la historia del terror de Estado sovi¨¦tico, Rusia no tendr¨¢ presente ni futuro
S¨®lo la lectura del sobrecogedor pasaje de Diario Ruso, en el que Anna Politk¨®vskaya da cuenta de su entrevista con Ramz¨¢n Kad¨ªrov, el t¨ªtere checheno que gobierna desde Grozni al servicio de Mosc¨², resulta suficiente para entender las poderosas fuerzas a las que estas personas se enfrentan en su empe?o diario por defender los derechos humanos. As¨ª que frente a la pirueta pol¨ªtico-medi¨¢tica en la que se ha embarcado el Comit¨¦ Nobel al conceder a Barack Obama el Premio Nobel de la Paz, el Parlamento Europeo ha dado en la diana concediendo el Premio Sajarov de Derechos Humanos a la organizaci¨®n rusa Memorial, fundada en 1989 tras la brutal represi¨®n con que las autoridades sovi¨¦ticas sofocaron las manifestaciones en pro de la democracia en Georgia. El premio resulta sumamente oportuno en un momento en el que Kad¨ªrov (un personaje de una brutalidad y sadismo sin l¨ªmites) ha tenido la desfachatez de llevar a Memorial a los tribunales acusando a dicha organizaci¨®n de difamaci¨®n.
Memorial se organiza en torno a una creencia central: sin un an¨¢lisis honesto de la historia del terror de Estado sovi¨¦tico, Rusia no tendr¨¢ presente ni futuro. Para los miembros de Memorial como Elena Zhemkova, con quien tuve el privilegio de coincidir recientemente en un seminario, es en los laberintos del pasado donde se esconde la deshumanizaci¨®n del presente. Con raz¨®n, el premio resulta inc¨®modo para el r¨¦gimen de Putin, empe?ado en engrandecer Rusia sobre la base de un discurso nacionalista que reivindica sin disimulo la Uni¨®n Sovi¨¦tica e intenta rehabilitar a Stalin como un gran modernizador del pa¨ªs.
Pero tan grave como el pasado sovi¨¦tico es un presente dominado por lo que el propio presidente ruso, Dmitri Medv¨¦dev, ha calificado de "nihilismo legal". No hay m¨¢s que volver a la arbitrariedad y el cinismo del sistema legal sovi¨¦tico que Solzhenitsyn reflejara en el Primer C¨ªrculo (o a la magistral Vida y Destino de Vassili Grossman) para entender de d¨®nde viene el conformismo actual de la sociedad rusa con la involuci¨®n democr¨¢tica puesta en marcha por Putin desde 1999, y que ha tenido un nuevo episodio este mes en unas elecciones regionales sobre las que hay importantes indicios de fraude. Ese conformismo, que tanto desesperaba a la asesinada Anna Politk¨®vskaya, ten¨ªa sin embargo una explicaci¨®n veros¨ªmil: en un pa¨ªs donde nunca ning¨²n ciudadano ha sobrevivido a un enfrentamiento contra los aparatos del Estado (fueran zaristas, sovi¨¦ticos o putinistas), la oferta del r¨¦gimen de Putin de ofrecer consumo y bienestar a cambio de derechos y libertades ten¨ªa necesariamente que tener ¨¦xito.
Rusia se encuentra empe?ada, una vez m¨¢s, en una singular carrera por su seguridad: por un lado quiere que las estructuras europeas de seguridad, como la OTAN o la OSCE, se adapten a sus necesidades y sean m¨¢s incluyentes con Rusia. Pero al mismo tiempo que exige seguridad exterior, sigue neg¨¢ndose a conceder a sus ciudadanos un tipo de seguridad mucho m¨¢s importante: la seguridad jur¨ªdica (como es palpable en la pila de casos rusos que se acumulan ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos). Es la misma historia de siempre: la seguridad del Estado contra la seguridad humana, el individuo al servicio del Estado, no el Estado al servicio del individuo. Mientras esa anomal¨ªa siga incrustada en el ADN del Estado ruso, todo lo dem¨¢s ser¨¢ puramente ilusorio, adem¨¢s de fr¨¢gil e inestable. Como reivindican los activistas de Memorial, el C¨¢ucaso, la excusa sobre la que el r¨¦gimen demoli¨® las instituciones democr¨¢ticas rusas, es el nudo que lo ata todo. De ah¨ª que decidieran dar su vida por ello.
jitorreblanca@ecfr.eu
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