Emoci¨®n en estado puro

Pocas veces un festival de jazz habr¨¢ alzado el tel¨®n con un concierto de la envergadura, intensidad y belleza del que anteanoche abri¨® el 41? Festival de Jazz de Barcelona. Una aut¨¦ntica maravilla, jazz con may¨²sculas, del que penetra hasta lo m¨¢s profundo.

Wayne Shorter y sus tres fieles compa?eros desgranaron en el escenario del Auditori una m¨²sica implacable, sin concesiones y de una densidad por momentos desasosegadora, pero cargada de belleza reconfortante. Tal era el impacto de lo ejecutado que el p¨²blico que llen¨® el local tard¨® en atreverse a romper el hechizo con sus aplausos.

El concierto no dur¨® ni 90 minutos, pero fueron de tal intensidad que muchos abandonaron el Auditori con una mezcla de cansancio y excitaci¨®n en el rostro. Cansancio porque la propuesta de Shorter exige entrega constante, id¨¦ntica a la que despliegan los cuatro m¨²sicos, que, a pesar de llevar a?os juntos, reaccionan como si cada intercambio de frases musicales fuera nuevo. Y lo era porque la m¨²sica de Shorter utiliza arreglos milimetrados, pensados para la personalidad de cada m¨²sico, pero repletos, a la vez, de libertad.

Shorter intercambi¨® saxo soprano y tenor, y estuvo mucho m¨¢s l¨ªrico con el tenor y m¨¢s punzante y agresivo con el soprano. El pianista paname?o Danilo P¨¦rez fue el contrapunto capaz de ir de las armon¨ªas cl¨¢sicas al tumbao latino sin desvirtuar la esencia jazz¨ªstica de su jefe. A su lado, el contrabajista John Patitucci y el bater¨ªa Brian Blade dejaron claros su virtuosismo y personalidad. Blade pon¨ªa en vilo al Auditori cada vez que asum¨ªa el control con sus tambores y platos.

Y el p¨²blico acab¨® en pie, aplaudiendo, gritando, excitado. Emoci¨®n en estado puro.