El rapto de Lisboa
El Tratado de Lisboa ya ha sido ratificado por todos los pa¨ªses de la UE, excepto por uno: la Rep¨²blica Checa. Este acto de rebeld¨ªa no se corresponde con la mayoritaria voluntad de este socio centroeuropeo -cuyo Parlamento le dio el visto bueno la pasada primavera- sino a la acomplejada actitud de V¨¢clav Klaus, presidente de la Rep¨²blica, que no s¨®lo aprovecha para torpedear la integraci¨®n europea retrasando su firma -en un claro gesto autoritario que sobrepasa sus competencias- sino que adem¨¢s infunde temor a sus conciudadanos, invocando el esp¨ªritu de la Segunda Guerra Mundial, al imaginar patol¨®gicamente una Alemania revanchista que utilizar¨¢ el Tratado de Lisboa y la Carta de los Derechos Fundamentales para saltarse los Decretos Benes y recuperar las propiedades confiscadas a los casi tres millones de germano-parlantes que fueron expulsados de Checoslovaquia en 1945.
Klaus impone a Bruselas el ultim¨¢tum de firmar el tratado con condiciones
El presidente checo, que se negaba a firmar el tratado hasta que Irlanda se decidiera, movi¨® ficha entonces al verse acorralado por el s¨ª irland¨¦s, e insinu¨® ambiguamente y sin convicci¨®n que tal vez lo firmar¨ªa si se aparta a su pa¨ªs de la Carta de los Derechos Fundamentales -como a Polonia y Reino Unido- pues seg¨²n ¨¦l, ese documento implica riesgo de invasi¨®n alemana. Adem¨¢s de que Klaus utiliza este asunto con poco fundamento, ?ten¨ªa autoridad y competencia para presentar arreglos fuera de plazo?
Tuvo todo el tiempo del mundo durante las negociaciones, pero no intervino. Por tanto, su misi¨®n -si tuviera sentido del juego democr¨¢tico- hubiera sido ratificar ya en la primavera, la decisi¨®n del mismo Parlamento que lo eligi¨® a ¨¦l como presidente, a pesar de tener distinta opini¨®n. Eso le hubiera dado prestigio como pol¨ªtico. Pero a Klaus le interesaba m¨¢s llevar a cabo su plan magistral: destruir la UE mediante el secuestro de Lisboa, al menos, hasta la primavera de 2010. Una vez all¨ª, le entregar¨ªa el reh¨¦n a David Cameron, y el l¨ªder conservador brit¨¢nico, tambi¨¦n en contra de Lisboa, y presumible vencedor de las elecciones que se celebrar¨¢n en esa fecha en su pa¨ªs, materializar¨ªa su promesa electoral de celebrar un refer¨¦ndum, que tambi¨¦n presumiblemente y arrastrados por la inercia victoriosa de los conservadores, ser¨ªa rechazado en masa. Entonces Bruselas, desmoralizada e incapaz de inventar un plan C de la nunca aprobada Constituci¨®n Europea, acabar¨ªa en un espectacular desmoronamiento del castillo de naipes europeo.
Este ca¨®tico escenario imaginado por Klaus, ya es casi imposible que se produzca, pero a pesar de que su plan magistral para enterrar Lisboa se haya ido quedando sin tierra, el praguense no suelta la pala. Claro, le queda una remota oportunidad si el Tribunal Constitucional checo aceptara tramitar el pr¨®ximo 3 de noviembre la enmienda a todo el tratado que presentaron 17 senadores en septiembre, la mayor¨ªa, surgidos pol¨ªticamente bajo el manto de Klaus. De tramitarse, el presidente tendr¨ªa de nuevo excusa para no firmar hasta el final de la primavera -cuando el TC se pronuncie de nuevo- y continuar con su plan destructor, a pesar de los esfuerzos del europe¨ªsta primer ministro Fischer, que ha asegurado que Klaus firmar¨¢. ?Tendr¨ªa Bruselas un plan para liberar al reh¨¦n si esto ocurriera?
Lo m¨¢s probable es que el Constitucional detenga la farsa de los senadores, y como Klaus lo sabe, a ¨¦ste le han asaltado sus demonios con la tortuosa idea de que despu¨¦s de atreverse a un arriesgado y kamikaze secuestro sobre Lisboa -es decir, no firmar hasta el verano sin excusa ninguna- el l¨ªder conservador brit¨¢nico le traicione y no convoque el plebiscito. Tendr¨ªa l¨®gica, pues Cameron se arriesga tambi¨¦n a una divisi¨®n tory. Y ah¨ª el checo -despu¨¦s de todo el montaje- quedar¨ªa en rid¨ªculo ante sus conciudadanos, y dif¨ªcilmente podr¨ªa justificar su continuidad pol¨ªtica en su pa¨ªs, cuya imagen de socio comunitario, habr¨ªa quedado demasiado desprestigiada. ?Es este temor el que le ha llevado a preparar a ¨²ltima hora el terreno para una inminente firma, con la excusa populista de los Sudetes, y presentarlo como un triunfo en su pa¨ªs?
Parece que s¨ª. Klaus, aprovechando que la UE est¨¢ desesperada por desplegar Lisboa, ha improvisado su plan B -a modo de salvoconducto- que le haga quedar bien en su pa¨ªs. Pero lo hace de la peor de las maneras, imaginando una guerra con Bruselas e imponiendo un ultim¨¢tum: firmar con condiciones. Y la UE con tal de no discutir y no perder m¨¢s tiempo en recordarle que el asunto de los Decretos Benes ya se solucion¨® en el Tratado de Adhesi¨®n -o en vez de ponerle l¨ªmites al autoritario presidente checo- ha preferido pasar por el aro de Mr. Klaus, como finalmente se hizo en la ¨²ltima cumbre de la UE, apartando a la Rep¨²blica Checa de la Carta de Derechos Fundamentales.
Tal vez los secuestradores tengan las horas contadas si el pr¨®ximo 3 de noviembre el TC checo detiene el plan primordial de Klaus. Pero de momento, el Tratado de Lisboa sigue bajo el zulo de las provocaciones de unos pocos, que en nombre de la democracia se aprovechan de ella para suprimirla.
Daniel Esparza Ruiz es doctor europeo en Ciencia Pol¨ªtica y profesor en la Universidad Palack? de Olomouc (Rep¨²blica Checa).
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