Desconsolado ¨¦xtasis
La obra de Cioran lleg¨® a ser (relativamente) conocida en Espa?a bastante antes que en Francia. Mientras que en su pa¨ªs de adopci¨®n no le lleg¨® el reconocimiento hasta Ejercicios de admiraci¨®n, a mediados de los ochenta, entre nosotros se hizo popular una d¨¦cada antes. O sea, a finales del franquismo y no en tiempos del llamado "desencanto" democr¨¢tico, como puede creer alg¨²n indocumentado. Desde entonces, entre los lectores hisp¨¢nicos de ¨¦ste y del otro lado del Atl¨¢ntico la presencia de Cioran ha sido permanente y hasta casi obsesiva. Citas, glosas y de vez en cuando todo un libro, como El universo malogrado (ed. Tres Fronteras) de Jos¨¦ Ignacio N¨¢jera, escrito en forma de carta p¨®stuma a Cioran y donde se repasan de forma emp¨¢tica los principales t¨ªtulos y temas del autor.
Cioran era un m¨ªstico del sinsentido y del dolor, un visionario de laconismo elocuente
Pero este a?o tambi¨¦n ha vuelto a hablarse en Francia del ap¨¢trida rumano (un ox¨ªmoron muy de su gusto). En primer lugar, desde luego, por el monumental cahier que le ha dedicado L'Herne, un suced¨¢neo de inmortalidad a la francesa. En el volumen, adem¨¢s de in¨¦-ditos de Cioran, se incluyen comentarios y testimonios de Clement Rosset, Constantin Noica, Claude Mauriac, Gabriel Marcel, Peter Sloterdijk y muchos otros, algunos previsibles como Michel Onfray y otros m¨¢s inesperados, como Edward W. Said. Adem¨¢s de numerosas cartas, destacan un par de entrevistas con el propio Cioran y por encima de todo una con su inolvidable compa?era Simone Bou¨¦, que es lo mejor y m¨¢s emocionante del libro. En una plaquette aparte, L'Herne ha sacado tambi¨¦n un in¨¦dito de Cioran sobre Francia. Por su parte, en PUF aparece Cioran dans mes souvenirs, de Mario Andrea Rigoni, su amigo durante muchos a?os y traductor de Leopardi al franc¨¦s. Por no mencionar a sus imitadores, como Fr¨¦d¨¦ric Schiffter, cuyas D¨¦lectations moroses (ed. Le Dilettante) quedan lejos del modelo aunque no carecen de alg¨²n buen golpe: "La vida no tiene un sentido sino dos: se entra de cabeza y se sale con los pies por delante".
En uno de sus art¨ªculos del New Yorker (ed. Siruela), George Steiner critica acerbamente a Cioran: es demasiado f¨¢cil, repite a Pascal o de Maistre, carece del trasfondo de un pensamiento pol¨ªtico serio... No est¨¢n hechos para entenderse. Aunque de gama alta, Steiner es un cronista cultural: o sea, lo contrario de Cioran, cuyo pensamiento vivido s¨®lo se ocupa de las cosas que no pasan, no de las que pasan. O sea, de la dimensi¨®n inmanejable de lo que podemos saber: la verdad no operable, en fase terminal. En 1949, cuando public¨® su esencial Breviario de podredumbre, Albert Camus le aconsej¨® amablemente que se integrase "en el circuito de las ideas". Respuesta: "?Que te jodan!". Una tarde le cont¨¦ exaltado mi entrevista con Peter O'Toole en el Festival de San Sebasti¨¢n y me escuch¨® con afectuosa extra?eza; despu¨¦s Simone me aclar¨® que nunca iba al cine ni ve¨ªa la televisi¨®n. Steiner compara desfavorablemente sus aforismos con la "conciencia hist¨®rica observadora" de Minma moralia de Adorno, cuando la conciencia de Cioran observa precisamente lo que la historia no registra. Era un m¨ªstico del sinsentido y del dolor, s¨®lo capaz de ¨¦xtasis sin fulgor sacro. Visionario de laconismo elocuente, fue desmesurado y agresivo en su iron¨ªa, pero careci¨® de fatuidad intelectual. No, Steiner no puede entenderle.
Babelia
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