Desprecio
Dos personas muy ancianas, imposibilitadas por sus problemas f¨ªsicos para frecuentar la calle, con su mundo limitado a la perenne compa?¨ªa de la televisi¨®n, con la certidumbre de que las noches se hacen eternas cuando la duermevela o el insomnio se transforman en algo angustiosamente cotidiano, me cuentan que desde hace tiempo se meten en la cama a las diez de la noche porque no hay nada que les guste en esa ventana que les comunica con el exterior, es imposible seguir el argumento de las pel¨ªculas debido a la interminable publicidad, aparece gente muy rara que no para de gritarse. Me aseguran que ese espect¨¢culo les ataca los nervios, les atonta. Prefieren la vigilia, dormitar a ratos, esperar en la oscuridad que pase la noche. Expresan esas molestas sensaciones con lenguaje elemental, sin razonamientos intelectuales, resignadas.
Hago zapping en la madrugada del viernes. Hay cine de pinta horrorosa en un par de cadenas. En Callejeros, c¨®mo no, criaturas desdentadas meti¨¦ndose picos o fumando base. En la guarida del afligido coraz¨®n, la zazuelera bruja Aramis Fuster se afeita ritualmente la cabeza para demostrarle a Espa?a que es inocente de no s¨¦ qu¨¦ movida delincuente, muestra la cicatriz de la pu?alada que le asest¨® su padre cuando era ni?a, califica de salvajes a los hijos que la repudiaron y grita con ojos sollozantes mirando a la c¨¢mara: "Te quiero, mam¨¢". En el salvamiento de lujo, el enrollado individuo que seg¨²n el infalible premio Ondas "ha renovado con brillantez y sentido del humor el rol del presentador en un g¨¦nero controvertido" interroga largamente a la indescriptible Bel¨¦n Esteb¨¢n sobre algo tan ins¨®lito como su vieja y torturada relaci¨®n con un pavo que se llama Jesul¨ªn. Son las opciones de entretenimiento gratuito que se le ofrecen al amado pueblo llano.
La Cosa Nostra de ese negocio incalculable y apestoso llamado f¨²tbol suspende su huelga (aun m¨¢s ajusticiable que la de pilotos o banqueros) si a cambio se establecen leyes que anulen el f¨²tbol televisado en abierto. La plebe tiene jodido en los tiempos que padece asegurarse el pan, pero tampoco le van a regalar el circo. Las empresas de comunicaci¨®n, conservadoras o progresistas, est¨¢n de acuerdo en que hay que pagar siempre por disfrutar en la tele de los codiciados gladiadores. Y el que no pueda abonarse, que vaya al bar m¨¢s pr¨®ximo a divertirse con el f¨²tbol. ? Y si tampoco hay pasta para las obligadas consumiciones? Pues, que se jodan. Que no solo de f¨²tbol sobrevive el paria.
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