Millet y compa?¨ªa
A veces los autos judiciales, generalmente dictados, compensan lo torturado de la prosa con alguna chispa de espont¨¢nea franqueza m¨¢s propia del lenguaje oral. En el de Garz¨®n sobre el caso Pretoria, se justifica la decisi¨®n de prisi¨®n incondicional de Maci¨¤ Alavedra y Llu¨ªs Prenafeta porque, si bien por su edad y arraigo no existe riesgo de fuga, "de quedar en libertad continuar¨ªan en la misma din¨¢mica". No se precisa en cu¨¢l, pero pocas l¨ªneas antes se dice de ambos que desplegaron "una actividad agotadora para conseguir voluntades en el ¨¢mbito pol¨ªtico y p¨²blico" a fin de percibir las comisiones correspondientes. Casi insin¨²a que lo hacen por inclinaci¨®n compulsiva a ganar dinero.
En todo caso, es llamativo que quienes fueron respectivamente mano derecha de Pujol y su consejero de Industria y luego de Econom¨ªa entre 1987 y 1997 (¨¦poca en la que el propio Pujol contrapon¨ªa la econom¨ªa "real, productiva", que su Gobierno impulsaba, a la ficticia y especulativa de otros lares), hayan acabado dedicando sus afanes a (presuntamente) actividades tan alejadas de ese ideal.
La distancia entre el discurso y los hechos, entre la apariencia de respetabilidad y los comportamientos turbios, es lo que ha dado un relieve especial a este caso que, adem¨¢s, llueve sobre el suelo mojado del otro que estos d¨ªas averg¨¹enza a muchos catalanes: el saqueo del Palau de la M¨²sica. La semana pasada se ha conocido el informe pericial que desmenuza las diversas v¨ªas por las que su ex presidente, F¨¨lix Millet, desvi¨® un m¨ªnimo de 31 millones de euros de la venerable instituci¨®n cultural a sus bolsillos. Cheques que no llegan a su destino, incentivos a?adidos al sueldo, facturas a favor de empresas propias; pero, sobre todo, disponibilidad de los fondos de la instituci¨®n para gastos personales: pagar viajes, reformas en sus casas y hasta las bodas de sus hijas.
Con el estrambote genial de que, tras cargar los 81.000 euros de una de las bodas a la Fundaci¨® del Palau, pas¨® una factura por la mitad de ese importe a su consuegro. Comportamiento que casi parece dise?ado preventivamente por su abogado para poder alegar en su momento que se trata de un caso cl¨ªnico de cleptoman¨ªa que requiere tratamiento y no c¨¢rcel.
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