Vista al exterior
Superados los obst¨¢culos al Tratado de Lisboa, la UE deber¨ªa ocupar su lugar internacional
Superadas las ¨²ltimas reticencias de la Rep¨²blica Checa al Tratado de Lisboa, el proyecto de la Europa unida afronta una de sus transformaciones m¨¢s profundas, tanto desde el punto de vista institucional como de los procedimientos de decisi¨®n. Atr¨¢s han quedado los riesgos de par¨¢lisis que amenazaron a la Uni¨®n durante el proceso de ratificaci¨®n del Tratado, y ha llegado el momento de que los Veintisiete recuperen el tiempo perdido en resolver los problemas internos y hagan uso cuanto antes de los nuevos instrumentos para que Europa ocupe el papel internacional que le corresponde.
Para hacer efectiva esta proyecci¨®n exterior tan largamente esperada, los Veintisiete tendr¨¢n que acordar previamente los nombres del presidente del Consejo y del nuevo Alto Representante de la pol¨ªtica exterior com¨²n, al que el Tratado concede el rango de vicepresidente de la Comisi¨®n. No se trata de una decisi¨®n rutinaria ni que deba quedar a merced de las componendas nacionales, en la medida en que la concreci¨®n de las funciones de ambos cargos, apenas esbozadas en sus l¨ªneas fundamentales por el Tratado, depender¨¢ en gran medida de la capacidad pol¨ªtica de los elegidos. En el caso del Alto Representante, adem¨¢s, el Tratado pone a su disposici¨®n el nuevo servicio exterior de la Uni¨®n que, una vez completado, se contar¨¢ entre los m¨¢s amplios del mundo.
La entrada en vigor del Tratado era la condici¨®n imprescindible para que Europa adquiriese la condici¨®n de actor internacional que hasta ahora se hab¨ªa echado en falta. Cumplida la condici¨®n, la UE tiene que dejarse o¨ªr en algunos de los asuntos m¨¢s acuciantes de la agenda internacional, como la revisi¨®n del Tratado de No Proliferaci¨®n prevista para 2010, las relaciones con Rusia, la guerra de Afganist¨¢n o el conflicto de Oriente Pr¨®ximo, con el horizonte de unas elecciones palestinas en las que, entre otras cosas, est¨¢ en juego la peligrosa divisi¨®n pol¨ªtica entre Cisjordania y Gaza. Responder a la agenda internacional m¨¢s acuciante no es lo mismo, sin embargo, que formular una pol¨ªtica exterior europea, y ¨¦sta ser¨¢ otra de las tareas que deber¨¢n emprender los Veintisiete con los nuevos instrumentos previstos por el Tratado de Lisboa.
La presidencia semestral espa?ola deber¨¢ encauzar buena parte de las transformaciones a las que se enfrenta la UE. Hasta ahora, el Gobierno espa?ol no ha querido o no ha podido establecer un perfil propio en los recientes debates europeos, incluyendo las deliberaciones para designar al presidente del Consejo o el nuevo Alto Representante. El obligado protagonismo espa?ol a partir del 1 de enero impedir¨¢ continuar en este segundo plano. No tanto por asumir la presidencia rotatoria de la Uni¨®n cuanto por ser la primera tras la entrada en vigor del Tratado de Lisboa. Del buen hacer de Espa?a no s¨®lo depender¨¢ su posici¨®n entre los socios, sino tambi¨¦n buena parte de los rasgos futuros de la Uni¨®n. Una responsabilidad en la que habr¨¢ que estar a la altura.
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