El ¨²ltimo Joyce
"Mi hora segunda insondable
sin estrellas"
Beckett, Whoroscope
Como tengo insomnio, pasar¨¦ la noche con mi lenguaje nocturno. Me entretengo imaginando que soy un cr¨ªtico, un especialista en ficci¨®n cr¨ªtica. Y tambi¨¦n imagino que me he pasado media vida leyendo Finnegans Wake en una edici¨®n de Faber and Faber de 1939, siempre acerc¨¢ndome a ella con cautelosos sorbos, porque esta ¨²ltima novela de James Joyce no es para leerla de un tir¨®n, sino para abrirla en cualquier parte y sumergirse en su fascinante pluralidad, ambig¨¹edad y l¨²dica riqueza. Siempre que me acerco al Finnegans lo hago sabiendo que estoy ante el m¨¢s denso de los tapices y con el temor de que una vez m¨¢s, como lector, me llegue una sensaci¨®n, primero, de estar al borde del colapso y, despu¨¦s, el colapso mismo.
Sin m¨¢s dilaci¨®n, recomienzo, releo el primer p¨¢rrafo del 'Finnegans' prof¨¦tico y encuentro ah¨ª mi augurio para esta noche
Mi lectura oracular de este fragmento dice sencillamente que me espera para esta noche -que es met¨¢fora de toda mi vida- un 'riverrun' de insomnio
Imagino tambi¨¦n que soy descubierto, pero no temo que alguien pueda hacerme confesar que no he le¨ªdo el Finnegans. Y es que, de entrada, se supone que nadie ha sido tan idiota como para leerlo de corrido. Y, adem¨¢s, se sospecha que en realidad es ilegible y se dice -es pintoresca la leyenda- que nadie ha podido leerlo nunca.
Me quedo recordando que siempre me acerqu¨¦ al Finnegans con esa impresi¨®n de que no tardar¨ªa en llegar el inefable y puntual colapso y, adem¨¢s, con el temor a no estar a la altura de la clase de lector que espera este libro: alguien en radical contacto con lo incomprensible y, por tanto, con el arte verdadero, con esa "hora segunda insondable sin estrellas" de los textos m¨¢s pr¨®ximos a nuestra gran verdad, a la realidad brutal y muda, sin significado, de las cosas.
Sea como fuere, nunca me faltaron los est¨ªmulos para regresar al libro de Joyce y a los prudentes sorbos. No s¨¦ cu¨¢ntas veces me anim¨¦ a releerlo dici¨¦ndome que no hab¨ªa nada de peligroso en volver al libro y que a fin de cuentas se trataba de una de las novelas favoritas de John Lennon. En m¨¢s de una entrevista el m¨²sico dijo que el libro le parec¨ªa "so way out and so different" (exc¨¦ntrico y diferente) y nunca, adem¨¢s, neg¨® que no hubiera podido influenciarle a la hora de escribir la psicod¨¦lica letra de I'm the Walrus, composici¨®n (seguramente la mejor canci¨®n de Lennon) donde las palabras "Goo goo g'joob" podr¨ªan ser una referencia al "googoo goosth" que encontramos ya hacia el final del Finnegans.
Pero el hecho es que hasta ahora, siempre que he emprendido la lectura de este libro admirable, he acabado golpeado, tarde o temprano, primero por una sensaci¨®n de colapso que se mezclaba con el pasmo por tan l¨²cido trabajo con el lenguaje, y luego por el colapso mismo, por ya ni hablar del consiguiente rubor al sentirme un negado para descifrar con precisi¨®n la espectacular exploraci¨®n que hizo Joyce de los l¨ªmites de la literatura.
Se me ocurre en pleno insomnio que en mi pr¨®xima relectura de alg¨²n fragmento del Finnegans podr¨ªa contar con un m¨¦todo para atajar la llegada de esa onda extra?a y horrible que siempre me anticipa mi desastre como lector del libro. El m¨¦todo podr¨ªa parecerse al que empleo cuando leo el vaticinio de mi hor¨®scopo y, por muy indescifrable y desconectado de m¨ª que ¨¦ste me parezca, siempre me las arreglo para que el p¨¢rrafo oracular que me corresponde me acabe diciendo algo.
Se tratar¨ªa de un m¨¦todo que me har¨ªa incluso m¨¢s digeribles los fragmentos del Finnegans que decida abordar. ?Abordo alguno ya esta misma noche? ?Enlazo mi insomnio con el Finnegans en un viaje circular perfecto, adecuado a la estructura tambi¨¦n circular del libro?
Mientras lo pienso, leo el pron¨®stico para el signo Aries que apareci¨® en el peri¨®dico de ayer (por la hora no tengo otro a mi alcance): "Gran comprensi¨®n y apoyo de un colaborador en un proyecto que responde a sus ambiciones". Ya lo puedo leer las veces que quiera que, como no utilice mi particular m¨¦todo, no descifrar¨¦ qu¨¦ quiso decirme ayer el hor¨®scopo. Porque, de entrada, no tengo "colaborador", de modo que dif¨ªcilmente pude contar ayer con su apoyo para el supuesto proyecto.
"Comprensi¨®n y apoyo", termino escribi¨¦ndole en un email muy escueto a Eduardo Lago, que es caballero de la Orden del Finnegans y vive en Nueva York, donde ahora son las siete de la tarde y, por tanto, es probable que no tarde en leer mi mensaje. Es tal vez, por mi parte, la conmovedora petici¨®n de auxilio de quien teme ahora naufragar ante su inmediato reabordaje del Finnegans. Lo cierto es que, gracias al descarnado y escueto y en parte emotivo mensaje, el pron¨®stico del hor¨®scopo ha cobrado sentido. Y hasta creo que yo he salido ganando. Porque donde antes no hab¨ªa nada, ahora hay un pron¨®stico y una petici¨®n de comprensi¨®n y apoyo. Y un colaborador (un lector en la noche).
No queriendo dar muchos rodeos, elijo el primer p¨¢rrafo del Finnegans. No pienso que sea tan desatinado aplicar t¨¦cnicas de hor¨®scopo (de Whoroscope, de Puthoroscopo, que dir¨ªa Beckett) a la lectura del temible libro. Despu¨¦s de todo, el propio Finnegans (durante mucho tiempo Work in Progress fue su t¨ªtulo provisional) anunci¨®, de forma no deliberada, palabras que luego cobraron inesperada vida y sentido. Como Quark, por ejemplo, que no significaba nada en concreto cuando a su autor le dio por incluirlo en su libro ("three quarks for muster mark"), pero que acab¨® relacion¨¢ndose con la f¨ªsica cu¨¢ntica a trav¨¦s del profesor Murray Gell-Mann, que extrajo directamente del Finnegans esa palabra, rompiendo as¨ª con la tradici¨®n de bautizar los descubrimientos de part¨ªculas con palabras derivadas de ra¨ªces griegas.
Sin m¨¢s dilaci¨®n, recomienzo, releo el primer p¨¢rrafo del Finnegans prof¨¦tico y encuentro ah¨ª mi augurio para esta noche:
"Correrr¨ªo, pasada Eve and Adam, desde el viraje de la ribera hasta el recodo de la bah¨ªa, nos trae por un vicio comodicio de recirculaci¨®n de vuelta al Howth Castle y Enrededores".
En cursiva quedan las palabras que no existieron nunca hasta que no abr¨ª este libro por primera vez y le¨ª su primer p¨¢rrafo. Desde entonces han pasado tantos a?os que incluso tiempo hubo para un gran correrr¨ªo muy comodicio por los Enrededores. De hecho, he acomodado comodiciamente mi mente, estos dos ¨²ltimos a?os, por los alrededores del Liffey. Y es que la ciudad de Dubl¨ªn, que nunca pens¨¦ que podr¨ªa siquiera alg¨²n d¨ªa llegar a ver, he terminado por visitarla cuatro veces en el ¨²ltimo a?o. Han sido cuatro correrr¨ªos siempre cerca del r¨ªo Liffey, cuatro riocorridos, como los llama el mexicano Salvador Elizondo en su traducci¨®n joyceana.
El riocorrido o correrr¨ªo -el riverrun para la mayor¨ªa de lectores de Joyce y una clara referencia al curso del r¨ªo Liffey a trav¨¦s de Dubl¨ªn- es antesala de la referencia a Giambattista Vico (vicio comodicio), quien concibi¨® la evoluci¨®n hist¨®rica como un viaje circular, exactamente lo que es el Finnegans, cuyo inicio -ah¨ª est¨¢ vicio (por Vico) operando como se?al o advertencia- se halla enlazado con el final de la novela.
Mi lectura oracular de este fragmento dice sencillamente que me espera para esta noche -que es met¨¢fora de toda mi vida- un riverrun de insomnio, un trayecto que ir¨¢ desde el viraje de la ribera hasta el recodo de la bah¨ªa, en traves¨ªa semejante a la de aquel viaje inici¨¢tico que hice en mi primera visita a Dubl¨ªn, cuando fui de Pearse Station hasta el pueblo de Howth donde, desde lo alto de su castillo, vi el territorio en ruinas por el que se extend¨ªan los Enrededores de este libro exc¨¦ntrico y diferente, que habr¨ªa podido acabar con la literatura. Despu¨¦s de todo, tras el terremoto que desat¨® en el lenguaje, los m¨¢s l¨²cidos sucesores de Joyce nos parecen hoy sobrevivientes caminando entre los cascotes, bajo un cielo insondable sin estrellas, deteni¨¦ndose ante las pocas hogueras -y a¨²n gracias- que arden.
www.enriquevilamatas.com Finnegans Wake. James Joyce. Faber and Faber. ?ltima edici¨®n en 2002.
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