En busca del ej¨¦rcito perdido
Arque¨®logos italianos afirman haber hallado las tropas de Cambises II sepultadas en el S¨¢hara hace 25 siglos - Egipto denuncia que el equipo no tiene permisos
Ni arcas perdidas, ni tumbas de faraones, ni ciudades sumergidas, ni ej¨¦rcitos de terracota. El mayor espect¨¢culo arqueol¨®gico de la antig¨¹edad, que quiz¨¢ yace en alg¨²n lugar del gran desierto de Egipto, es un ej¨¦rcito de verdad, compuesto seg¨²n diversas fuentes por 50.000 hombres, enterrado enterito hace 25 siglos por una tormenta de arena que se lo trag¨® -soldados, camellos, caballos, armas, estandartes y pertrechos- sin dejar ni rastro. Era el ej¨¦rcito enviado en el 525 antes de Cristo por el rey persa Cambises II -los persas dominaban a la saz¨®n Egipto- para sojuzgar a los amonios, los habitantes del remoto oasis de Siwa, sede de uno de los m¨¢s c¨¦lebres or¨¢culos del mundo antiguo (el que dos siglos despu¨¦s designar¨ªa a Alejandro Magno hijo del dios Am¨®n y legitimar¨ªa sus conquistas). La expedici¨®n punitiva persa nunca lleg¨® y nadie regres¨®.
Los descubrimientos incluyen restos de armas, abalorios y huesos humanos
Zahi Hawass califica el hallazgo de "infundado" y "enga?oso"
En el Gran Mar de Arena el viento ha sepultado caravanas enteras
El conde Alm¨¢sy de 'El paciente ingl¨¦s' busc¨® los soldados del rey persa
Desde la misteriosa desaparici¨®n de la enorme tropa, atestiguada por el historiador Her¨®doto (aunque algunos estudiosos consideran el asunto una leyenda), han sido numerosos los intentos de exploradores -entre ellos el conde Alm¨¢sy, el rom¨¢ntico protagonista de El paciente ingl¨¦s-, aventureros y arque¨®logos por encontrar ese ej¨¦rcito perdido. Hallarlo, con el inimaginablemente rico tesoro de sus pertenencias, pues puede suponerse que quedaron enterrados todos con lo puesto, constituir¨ªa uno de los descubrimientos m¨¢s sensacionales de la historia.
Estos d¨ªas, un pol¨¦mico equipo cient¨ªfico italiano, encabezado por los hermanos gemelos Angelo y Alfredo Castiglioni, ha levantado una gran polvareda -y valga la imagen- al anunciar el descubrimiento de lo que consideran son restos del ej¨¦rcito de Cambises. Dichos hallazgos, que consisten, seg¨²n los descubridores, en un surtido de objetos peque?os -puntas de flecha, una daga de bronce, un brazalete de plata, un pendiente- pero de incontestable factura aquem¨¦nida (la dinast¨ªa persa a la que pertenec¨ªa Cambises), han sido realizados, sostienen, en diferentes campa?as a lo largo de 13 a?os de intensa b¨²squeda. Los Castiglioni y su equipo, del que forma parte el controvertido ge¨®logo egipcio Ali Barakat, opinan que el ej¨¦rcito, que seg¨²n Her¨®doto (Historia, III) parti¨® de Tebas, no sigui¨® el itinerario l¨®gico, tomando la ruta de los oasis y hacia el norte directamente, sino que, para sorprender a los amonios, se intern¨® profundamente en el oeste hasta la meseta del Gilf Kebir para s¨®lo entonces ascender y eventualmente enterrarse, como todo el mundo supone, en alg¨²n lugar del Gran Mar de Arena, el pavoroso desierto en cuyo borde septentrional est¨¢ Siwa. Parte del material encontrado estar¨ªa en un refugio natural en el que los soldados habr¨ªan tratado de protegerse de la tormenta de arena.
Los investigadores aseguran haber hallado asimismo en lo que creen fue la ruta del ej¨¦rcito acumulaciones de vasijas que han podido datar por termoluminiscencia hacia el 500 a. C. Tambi¨¦n, gracias a viejas historias beduinas, han dado con un "valle de huesos", sembrado de numerosos esqueletos blanqueados por el sol, entre los que habr¨ªan aparecido puntas de flechas persas y un bocado de caballo.
Todo el relato, del que han dado buena cuenta, entre otros, medios italianos y el canal Discovery, hace arquear las cejas. El poderoso Zahi Hawass, jefe de la arqueolog¨ªa egipcia y reci¨¦n nombrado viceministro de Cultura, ha calificado el hallazgo de "infundado y enga?oso", puesto en tela de juicio la profesionalidad de los gemelos y anunciado que ¨¦stos carecen de permiso de excavaci¨®n. Aparte de lo feo y sospechoso que es el que los italianos hayan estado trabajando sin las autorizaciones precisas, todo invita a ser muy cautos con el asunto. El egipcio Barakat habr¨ªa encontrado los objetos ya en 1996 en Wadi Mastour (el Valle Oculto), cerca del oasis de Bahrein, en el curso de una expedici¨®n geol¨®gica que buscaba meteoritos.
Los indicios son muy pocos, cuestionables, y el hallazgo de material persa -si ¨¦se es realmente el caso- no prueba por s¨ª s¨®lo su pertenencia al ej¨¦rcito perdido: los persas dominaron Egipto m¨¢s de un siglo y realizaron diferentes expediciones hacia el oeste. Los huesos pueden atribuirse a cualquier tragedia m¨¢s o menos reciente, como la represi¨®n italiana de los senoussi en los a?os 30 que empuj¨® a poblaciones enteras a morir de sed al desierto. Eso sin contar con que Her¨®doto no es una fuente muy fiable. El hecho de que un ej¨¦rcito persa entero se perdiera es raro: las tropas de Cambises ten¨ªan experiencia en el medio pues hab¨ªan llegado a Egipto atravesando los desiertos ¨¢rabes y contaban con contingentes de pueblos n¨®madas. Acaso los gu¨ªas, quiz¨¢ garamantes, no eran muy fiables o los enga?aron -Cambises no era muy popular: ultraj¨® la momia de Amasis y apu?al¨® con su propia mano al sagrado buey Apis-. Tampoco se entiende que el ej¨¦rcito no partiera desde el Delta dado que el acceso a Siwa desde all¨ª es mucho m¨¢s seguro.
El gran saharista Theodore Monod menciona una caravana de 2.000 personas enterrada al completo en el desierto en 1805. Sin duda, el Gran Mar de Arena es peligros¨ªsimo y en ¨¦l el qibli, el temible viento caliente del sur, puede soplar inmisericorde durante d¨ªas. Her¨®doto escribe: "Un viento del sur sumamente violento se desat¨® sobre los persas mientras tomaban el almuerzo y arrastrando torbellinos de arena los sepult¨®". El Alm¨¢sy real, que toda su vida estuvo obsesionado con la b¨²squeda del ej¨¦rcito de Cambises (de hecho, por eso se alist¨® en el Afrika Korps de Rommel y no por llegar hasta la ficticia Katherine Clifton de El paciente ingl¨¦s), estuvo a punto de palmarla en ese oc¨¦ano de dunas de 600 kil¨®metros de largo en abril de 1935 con su colega Von der Esch, tres sudaneses y dos coches; les castig¨® un qibli inusual de ?nueve d¨ªas!, pero logr¨® llegar a Siwa. "?Qui¨¦n sabe en qu¨¦ punto nos hemos abierto paso sobre la tumba de arena del ej¨¦rcito persa?", escribi¨®.
No es la primera vez que se encuentran restos que pudieran estar relacionados con la infausta tropa de Cambises (a cuya b¨²squeda ha dedicado una emocionante novela Paul Sussman): en 2000 un equipo geol¨®gico de la universidad de Helwan que hac¨ªa prospecciones petrol¨ªferas en el desierto hall¨® restos humanos, fragmentos de objetos met¨¢licos que parec¨ªan armas y tejidos atribuibles al ej¨¦rcito persa.
Babelia
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