El problema catal¨¢n del PP no existe
La normativa vigente desde 1977 convierte en mayoritario el sistema de elecci¨®n de diputados al Congreso en 28 de la 50 circunscripciones espa?olas y ¨¦sta es la causa por la que el PP se ha convertido en un partido tan importante y decisivo en el conjunto de Espa?a. A la inversa, ¨¦sta es tambi¨¦n la causa de que no sea tan importante en Catalu?a.
En estas 28 provincias, s¨®lo dos partidos obtienen diputados en las elecciones legislativas. La frontera se sit¨²a aproximadamente en el 7% de los votos, un porcentaje que, en esas provincias, s¨®lo alcanzan el PSOE y el PP.
Como sea que esa tendencia opera desde las primeras elecciones, los electores de estas provincias ya saben que votar a una tercera o cuarta opci¨®n puede ser un loable ejercicio de coherencia pol¨ªtica o una sentida se?al de protesta, pero no sirve para que la opci¨®n escogida obtenga ninguno de los esca?os en juego en ellas.
El sistema catal¨¢n de partidos representa mejor al pa¨ªs que el bipartidismo imperante en 28 de las 50 provincias
Este dato es todo menos pol¨ªticamente inocuo. Una de las consecuencias de esta normativa electoral ha sido la unificaci¨®n del centro derecha bajo el paraguas de un solo partido, el PP, por un lado, y de la izquierda bajo las siglas del PSOE, por el otro.
En el ¨¢mbito de la derecha, eso significa que en estas 28 provincias con sistema mayoritario en la pr¨¢ctica han terminado por votar juntos, en aras a la utilidad del sufragio, los electores de centro derecha y los de extrema derecha. Esta simplificaci¨®n ha borrado los matices o las diferencias que pudiera haber entre los nost¨¢lgicos del franquismo y la derecha liberal o democristiana. Y ha facilitado, adem¨¢s, el recurso al discurso nacionalista como cemento con que soldar un espectro ideol¨®gico bastante amplio.
El hecho de que en estas 28 circunscripciones s¨®lo dos partidos pueden obtener diputados ha contribuido poderosamente a consolidar una tendencia al bipartidismo impulsada tambi¨¦n por otras circunstancias. Entra ellas cabe destacar la evoluci¨®n del sistema parlamentario hacia una suerte de presidencialismo que tiende a convertir tambi¨¦n toda elecci¨®n en cosa de s¨®lo dos candidatos.
Una de las unificaciones del discurso pol¨ªtico de la derecha impulsadas por este sistema electoral es el relativo a la idea de Espa?a como naci¨®n ¨²nica de matriz castellana. Las ideas del franquismo y la extrema derecha sobre esta cuesti¨®n son las que se han impuesto en el PP, pr¨¢cticamente sin oposici¨®n.
Ni que decir tiene que esta unificaci¨®n de la derecha en Espa?a ha dejado sin espacio p¨²blico relevante a otras expresiones de la derecha, lo que, a menudo, suele denominarse como centrismo, moderantismo, centro derecha, liberalismo m¨¢s o menos progresista y, en seg¨²n qu¨¦ acepciones, democracia cristiana. Seg¨²n d¨®nde hablan y seg¨²n sea el momento pol¨ªtico, los dirigentes del PP lanzan gui?os hacia lo que se supone que pueda quedar como sectores de opini¨®n sensibles a estos matices ideol¨®gicos y pol¨ªticos. Pero nada m¨¢s que gui?os.
La tensi¨®n unificadora forzada por el sistema electoral ha tenido por ¨²nicas excepciones la subsistencia en Catalu?a, Pa¨ªs Vasco y Canarias de tres partidos de derecha nacionalista que han tendido a concentrar el voto moderado y centrista, adem¨¢s del espec¨ªficamente nacionalista o regionalista. Es una l¨®gica reacci¨®n a la hegemon¨ªa de las pulsiones de extrema derecha y las inercias del nacionalismo espa?olista del franquismo, los nacionales, hegem¨®nicas en el PP. A su vez, estos tres partidos han podido consolidarse en sus respectivos espacios geogr¨¢ficos gracias a que en las elecciones auton¨®micas no opera el efecto bipolarizador que s¨ª juega en las legislativas.
Todo esto permite precisar que el llamado problema catal¨¢n del PP no existe. El sistema con cinco o seis partidos existente en Catalu?a representa mejor al pa¨ªs que el de las comunidades reducidas al bipartismo PP-PSOE o PSOE-PP. Lo que s¨ª existe es el PP como problema para Espa?a. Lo que debiera estar diferenciado como centrismo y derecha se presenta como ¨²nica opci¨®n en casi toda Espa?a, pero hegemonizada por concepciones de extrema derecha parad¨®jicamente reforzadas en ¨¦l por la ausencia del centrismo catal¨¢n, vasco y canario. Probablemente, Josep Piqu¨¦, el pen¨²ltimo l¨ªder del PP en Catalu?a, pueda dar detalles sobre este particular.
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