Regreso a la filmaci¨®n del infierno
'Shoah', la monumental pel¨ªcula de Claude Lanzmann sobre el Holocausto, revive en DVD a los 24 a?os de su estreno - Son 9 horas de un total de 350 rodadas
En las ¨²ltimas semanas han aparecido, en distintos formatos, dos pel¨ªculas que desvelan dos exterminios ocurridos en los a?os cuarenta del siglo pasado (la d¨¦cada m¨¢s sangrienta de la centuria), y que rompen el intento de los genocidas de que sus actos permaneciesen ocultos. Para mayor inter¨¦s, los asesinos pertenec¨ªan a dos ideolog¨ªas contrapuestas -el comunismo, el nazismo- cuyo com¨²n denominador era el odio a la democracia. Se trata de Katyn, del polaco Andrzej Wajda, y de Shoah, del franc¨¦s Claude Lanzmann.
Katyn, estrenada en 2007 y exhibida en los cines comerciales espa?oles (todav¨ªa est¨¢ en la cartelera), cuenta la matanza de m¨¢s de 20.000 militares polacos a manos del Ej¨¦rcito Rojo, en 1940, mientras la URSS invad¨ªa Polonia. En la pel¨ªcula se narran los ¨²ltimos d¨ªas de las v¨ªctimas antes de ser enterradas en el bosque de Katyn, en las proximidades de Kiev (Ucrania).Shoah fue estrenada en 1985, despu¨¦s de 11 a?os de trabajo de su director, el periodista Claude Lanzmann (Par¨ªs, 1925), director muchos a?os de la revista Les Temps Modernes, que fund¨® Jean-Paul Sartre. Desde entonces, s¨®lo los circuitos de enterados la pudieron ver en Espa?a: dos d¨ªas en un cine comercial en Madrid, sin traducci¨®n en castellano; durante unas jornadas en el Instituto Franc¨¦s; su emisi¨®n en la madrugada, y casi sin publicidad, por La 2 de TVE... Poca cosa m¨¢s. Ahora aparece en versi¨®n DVD (Filmax), con subt¨ªtulos en castellano.
No hay m¨²sica, ni im¨¢genes de archivo, ni ficci¨®n, ni ret¨®rica alguna
El filme describe el proceso de producci¨®n de la muerte en masa
Claude Lanzmann: "Me invadi¨® la sensaci¨®n de vivir entre muertos"
La pel¨ªcula se hizo con la voluntad de saber y transmitir. Y lo consigue
'La soluci¨®n final'
Se trata de m¨¢s de nueve horas de proyecci¨®n (de las 350 horas que fueron grabadas por Lanzmann) en las que sin im¨¢genes de archivo, sin m¨²sica que multiplique las emociones, sin secuencias de ficci¨®n, con los campos de concentraci¨®n tal como estaban en el momento en que fue filmada, s¨®lo a trav¨¦s del relato desnudo, se describe el proceso de producci¨®n del exterminio de seis millones de jud¨ªos: la soluci¨®n final adoptada por los nazis en Wansee, en los alrededores de Berl¨ªn, a principios de la d¨¦cada de los cuarenta. Son cuatro largos DVD, rodados sin amenidad ni concesiones. Una pel¨ªcula imprescindible, sin ret¨®rica alguna.
Al tiempo, aparece en Espa?a un libro de la misma categor¨ªa. Se trata de Desde aquella oscuridad. Conversaciones con el verdugo (editorial Edhasa) en el que la periodista e historiadora Gitta Sereny entrevista en los a?os setenta a Franz Stangl, comandante de los campos de exterminio de Sobibor y Treblinka, cuando el nazi se encontraba en prisi¨®n despu¨¦s de ser juzgado por genocidio. Stangl hab¨ªa sido sentenciado a cadena perpetua como corresponsable del asesinato de ?900.000 personas! en Treblinka. Muri¨® de un ataque al coraz¨®n al d¨ªa siguiente de la ¨²ltima sesi¨®n de preguntas de Sereny. Treblinka, y otros campos del universo concentracionario como Sobibor, B¨¦lzac o Chelmno -que aparecen abundantemente en Shoah-, eran espacios dedicados ¨²nica y exclusivamente al exterminio sistem¨¢tico. En Treblinka se "procesaban" (asesinaban) -en concepto desarrollado por su comandante en el libro citado- hasta 5.000 personas en tres horas.
En las relaciones de los nazis con los jud¨ªos hubo dos etapas; en la primera, de 1933 a 1939, los jud¨ªos son perseguidos, como en otros recovecos de la historia, pero no asesinados. Luego llega la guerra y las ejecuciones en masa, que son lo espec¨ªfico del nazismo: la soluci¨®n final, como destaca en Shoah el historiador Ra¨²l Hilberg.
El filme describe con desnudez el proceso de producci¨®n de la muerte en masa, desde los primeros momentos, en los que se utilizan artesanalmente los camiones como c¨¢maras de gas usando los tubos de escape (anh¨ªdrido carb¨®nico), hasta el gas zycl¨®n, que mataba a las v¨ªctimas en 10 o 15 minutos como m¨¢ximo. A Treblinka, por ejemplo, llegaban los trenes en convoyes con 40 o 50 vagones de gente hacinada; las ventanillas ten¨ªan alambre de p¨²as para que no pudiesen escapar. En el techo se situaban los "perros de sangre", como llamaban a los ucranios o letones. Estos ¨²ltimos eran los peores, seg¨²n los testimonios filmados. Al llegar los prisioneros se los desnudaba y se les quitaban los anillos, y en dos horas todo hab¨ªa terminado. Las mujeres y los ni?os eran los ¨²ltimos, y esperaban al raso a unas temperaturas de entre 10 y 20 grados bajo cero. La secuencia era la siguiente: primero, el tren; luego, el desfiladero (que llaman "el camino del cielo") donde se ten¨ªan que desnudar y esperar a que acabasen con los anteriores; a continuaci¨®n, la c¨¢mara de gas; m¨¢s all¨¢, el horno crematorio y por ¨²ltimo, en algunos lugares como Auschwitz-Birkenau, "el lago de las cenizas", donde las arrojaban tras la cremaci¨®n. Para los viejos y enfermos, la ¨²ltima estancia no era la c¨¢mara de gas, sino el "hospital", una fosa en la que se les daba un tiro en la nuca.
Uno de los nazis que entrevista Lanzmann, filmado con c¨¢mara oculta, eleva el tono con indignaci¨®n cuando dice que a los hombres se les pegaban culatazos y latigazos para que entrasen en las c¨¢maras de gas donde presuntamente se les iba a despiojar, pero "nunca a las mujeres y a los ni?os". Entonces, el director le pregunta: "?Por qu¨¦ tanta humanidad?".
Los nazis disimulaban durante todo este proceso, para que no se desbordase el p¨¢nico y el desorden, y no se perdiese tiempo de modo que la soluci¨®n final lo fuese en el tiempo planificado. Lanzmann entrevista a alrededor de dos docenas de personas, v¨ªctimas, testigos y nazis. A dos de estos ¨²ltimos los grab¨® sin que ellos lo supiesen y con el compromiso (roto) de que no desvelase su identidad.
Si hubiese que elegir secuencias m¨¢s acongojantes que el resto -lo que presenta mucha dificultad- se podr¨ªan se?alar dos. En la primera, que dura m¨¢s de veinte minutos, un antiguo peluquero polaco, Abraham Bomba, cuenta c¨®mo deb¨ªa cortar el pelo (que se enviaba luego a Alemania) a las mujeres, desnudas, antes de entrar en la c¨¢mara de gas. Muchas de ellas eran de su mismo pueblo. Eran 16 peluqueros, uno de los cuales cort¨® el pelo a su mujer e hija antes de verlas por ¨²ltima vez, intentando que su ¨²ltimo minuto no fuese insufrible y, por tanto, sin decirles ad¨®nde iban.
La segunda secuencia, agud¨ªsimamente dram¨¢tica, ocurre cuando uno de los entrevistados cuenta que su labor era sacar a los gaseados de los camiones para enterrarlos, y vio que entre ellos estaban su mujer y su hija. "?Qu¨¦ le pas¨® la primera vez que descarg¨® cad¨¢veres, cuando abri¨® las puertas del primer cami¨®n de gas?", le preguntan. Y Michael Podchlebnik, uno de los dos ¨²nicos supervivientes del campo de Chelmno, responde: "?Qu¨¦ podr¨ªa hacer? Lloraba... El tercer d¨ªa vi all¨ª a mi mujer y mi hija. Deposit¨¦ a mi mujer en la fosa y ped¨ª que me mataran. Los alemanes me dijeron que todav¨ªa ten¨ªa fuerzas para trabajar, que no me matar¨ªan por el momento".
En una entrevista publicada por Cahiers du cin¨¦ma en 1985 (y que ahora reproduce la edici¨®n espa?ola de la revista, con motivo de la edici¨®n en Espa?a de Shoah), Lanzmann describe la funci¨®n del cine como forma de conocimiento; su labor fue investigar, buscar testigos "que hubieran estado en el eje mismo de la exterminaci¨®n, los testigos directos de la muerte de su pueblo, los miembros de los comandos especiales". Y explica que la pel¨ªcula est¨¢ hecha contra la imposibilidad de contar una historia; contra la ausencia de huellas materiales (todas las pruebas del Holocausto hab¨ªan sido borradas); contra la desaparici¨®n de los responsables nazis y el "secreto obligado" que hac¨ªan firmar a los soldados para que callaran lo que ve¨ªan, para impedir que el mundo se enterara del horror; contra la impotencia de los supervivientes de contar de nuevo su experiencia, ya que muchos hab¨ªan enloquecido o vivido experiencias tan en el l¨ªmite que no pod¨ªan comunicarlas, etc¨¦tera. El jud¨ªo Lanzmann escribe: "Durante la preparaci¨®n del filme me invadi¨® la sensaci¨®n de vivir entre muertos. El reino de la muerte hab¨ªa triunfado. Cuando encontraba a alg¨²n testigo vivo, ten¨ªa la sensaci¨®n de exhumarlo".
Shoah revive la pesadilla en presente. Que nadie espere ver una pel¨ªcula con grandes reflexiones ideol¨®gicas o metaf¨ªsicas sobre las razones por las que les toc¨® a los jud¨ªos, por las que fueron asesinados en masa. Se hizo con la voluntad de saber y de transmitir, y ¨¦se es su resultado. Una cosa son las estad¨ªsticas y otra los testimonios. Quien crea que ya sabe todo sobre la maldad, se equivoca.
En los t¨ªtulos de cr¨¦dito se dice que es "no recomendable para menores de 13 a?os", pero uno de sus protagonistas, con el que empieza Shoah, es Simon Srebnik, el otro superviviente del campo de Chelmno, que ten¨ªa 13 a?os cuando fue encerrado en el campo. Pocos d¨ªas antes de su liberaci¨®n, los nazis le dispararon en la cabeza para ejecutarlo, pero milagrosamente sobrevivi¨®. Despu¨¦s de 46 a?os, Lanzmann lo busca en Israel, le hace volver al campo y pasear por sus recuerdos, vuelve a cantar ante la c¨¢mara la misma canci¨®n que le obligaban a cantar a los nazis, y mira al infinito.
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