Revanchismo de g¨¦nero
Por la ventanilla del metro de Barcelona alcanzo a ver una valla concebida por el Ministerio de la Igualdad, creado por el Gobierno del se?or Rodr¨ªguez Zapatero. En primer plano, una mujer joven y atractiva llamada Angie Cepeda luce unos preciosos pendientes de plata. Su mirada es di¨¢fana y la complementa con una sonrisa displicente, quiz¨¢ un punto altanera. El lema de la valla reza: "De todos los hombres que haya en mi vida ninguno ser¨¢ m¨¢s que yo".
En un primer momento esta consigna cargada de insinuaciones y connotaciones -cosa l¨®gica, si no, no ser¨ªa tal- despierta mi alarma. Primero, parece afirmar que una mujer espa?ola contempor¨¢nea tiene (mejor dicho, el eslogan implica que ha de tener) muchos hombres; o da por sentado que ya los ha tenido, afirmaci¨®n que, cuando menos, resulta discutible. Segundo, la redacci¨®n adultera un clich¨¦, puesto que lo normal ser¨ªa dar la sintaxis en pasado. Seg¨²n los principios igualitaristas lo correcto habr¨ªa sido: "De todos los hombres que hubo en mi vida ninguno fue m¨¢s que yo".
?Tienes problemas con tu hombre? Esc¨²pele, c¨¢mbialo ya mismo por otro, acaba con ¨¦l
Este feminismo resentido es m¨¢s claro en las letras de las canciones
Redactada as¨ª, la afirmaci¨®n habr¨ªa sido consistente y hasta neutral pero, claro, no servir¨ªa al anhelo de revancha, que parece inevitable en cualquier referencia actual a la condici¨®n femenina. Por curiosidad busco en Internet la campa?a y compruebo que el eslogan en boca de hombres no sugiere lo mismo. O sea que hay evidentes matices "de g¨¦nero". ?Qu¨¦ es lo que resulta chocante aqu¨ª? Que parece jalear la guerra de sexos, como desde hace d¨¦cadas hace el feminismo mal encarado, seg¨²n la pauta de lo que Nietzsche llamaba "moral de la v¨ªctima". He ah¨ª la raz¨®n de mi alarma: la sola presunci¨®n de que un hombre pretenda ser m¨¢s que una mujer; o que una mujer se declare superior a un hombre, es lo que este ministerio deber¨ªa combatir sin dar lugar a equ¨ªvocos.
Incurrir en feminismos impl¨ªcitos de cualquier ¨ªndole es una contradicci¨®n flagrante de la funci¨®n para la que este Gobierno concibi¨® el Ministerio de la Igualdad. Ninguna repartici¨®n p¨²blica deber¨ªa alentar subrepticiamente a las mujeres a ser m¨¢s que los hombres y, en este caso, parece claro que la consigna no sugiere la igualdad de los sexos sino que viene a recomendar que "ning¨²n hombre ha de ser m¨¢s que una mujer"; pero, como en semejante jerarqu¨ªa elemental si no "eres m¨¢s" necesariamente "eres menos", las mujeres no tienen m¨¢s remedio que pensar que Angie Cepeda, erigida en portavoz del Ministerio de la Igualdad, les aconseja imponerse a sus futuros hombres.
Ahora bien, las aberraciones de esta valla no son s¨®lo sint¨¢cticas o connotativas o adverbiales. Se supone que estimula a las mujeres a no dejarse avasallar por sus hombres, pero lo que en verdad hace es recordar aquella escena memorable con que comienza la pel¨ªcula Magnolia, en la que un espl¨¦ndido Tom Cruise interpreta a un conferenciante que dicta lecciones llenas de entusiasmo y beligerancia ante un auditorio de "machos humillados" y los arenga con un:"Respect the cock!". O sea: "?Un respeto por la polla!", que Cruise clama delante del enfebrecido grupo de hombrones que aplaude y vitorea todas y cada una de sus ocurrencias machistas.
No recuerdo mejor parodia y merecida trivializaci¨®n del feminismo de revancha, realizada por un procedimiento muy simple: poner en boca de los odiados machistas los argumentos m¨¢s tontos de las feministas.
El revanchismo "de g¨¦nero" es lo que ahora se airea y se difunde por innumerables medios p¨²blicos y privados y que, en un pa¨ªs vergonzantemente ¨¢rabe y mis¨®gino como es Espa?a, no s¨®lo bastardiza una cuesti¨®n -la relaci¨®n entre hombres y mujeres- que es de una enorme complejidad, sino que subsidiariamente no ha hecho sino aumentar de forma alarmante la tasa anual de actos de violencia machista al lanzar a las mujeres al choque con machos ignorantes y brutales, hombres que -nunca olvidemos esto- han sido gestados, amamantados, criados y formados por mujeres. Bestias educadas por f¨¦minas, b¨¢rbaros que, m¨¢s tarde o m¨¢s temprano, caer¨¢n sobre ellas de forma implacable.
(Pongo "g¨¦nero" deliberadamente entre comillas porque despu¨¦s de leer lo que observa V.O. Quine a prop¨®sito del concepto en su Quiddities: An Intermitently Philosophical Dictionary [Cambridge, Mass.; Harvard University Press, 1989] no me atrevo a usar ese t¨¦rmino sin las debidas reservas l¨®gicas y de vocabulario).
El revanchismo "de g¨¦nero" (o sea, el resentimiento femenino) es un mal que se extiende imparable por todas partes. En el cine, por ejemplo, hace tiempo que est¨¢ implantado: ?qu¨¦ otra cosa si no explica el ¨¦xito de aquella par¨¢bola semipublicitaria -como el resto de la filmograf¨ªa de Ridley Scott- que fue Thelma y Louise?
Pero donde ese car¨¢cter resentido es m¨¢s claro y elocuente es en las letras y en los videoclips de las canciones populares actuales. En este contexto el contraste con los antiguos modelos "de g¨¦nero" es harto evidente. Anta?o, ante una ruptura o un desenga?o los hombres sol¨ªan -y a¨²n suelen- llorar el amor fracasado, se emborrachaban para mitigar sus penas, se autocastigaban y se autodenigraban por sus faltas, su estupidez o su deslealtad y cantaban en tono elegiaco por la hembra perdida. As¨ª ocurre en los tangos, en los boleros y las rancheras y en las conmovedoras canciones de Frank Sinatra o Billie Holliday.
Sin embargo, ante circunstancias parecidas, las mujeres actuales, que tan a menudo se identifican con una masculinidad imaginaria, no emulan la melancol¨ªa de los hombres sino que se calzan unas botas de ca?a alta, se atizan un atuendo de perdularia al estilo Madonna o un traje de leopardo y se retratan basureando sin piedad a potenciales amantes o pretendientes. Ni lloran ni piden perd¨®n.
Hay ejemplos significativos en algunos videoclips de la frondosa discograf¨ªa popular contempor¨¢nea: Shania Twain en That don't impress me much, en pose de femme fatale, toda ella leopardo; Shakira, en una canci¨®n titulada significativamente La tortura, donde despacha las excusas del golfo Alejandro Sanz con un A otro perro con ese hueso; y en una tonadilla pegadiza de Julieta Venegas: Me voy..., donde la mexicana arroja a su ex enamorado al vac¨ªo mientras levanta vuelo en un globo y tararea en tono angelical: "Qu¨¦ l¨¢stima, pero adi¨®s, me despido de ti y me voy...".
?Tienes problemas con tu hombre? Escupe sobre ¨¦l, maldice sus muertos, c¨¢mbialo ya mismo por otro, acaba con ¨¦l; y si es preciso, t¨ªralo por la ventana. No te cortes, que est¨¢s en tu derecho.
Lo dicho, tres nuevas canciones de esta guisa y la tasa mensual de asesinatos de mujeres acabar¨¢ por triplicarse.
(?No ser¨¢ este revanchismo resentido lo que ven venir con temor esos b¨¢rbaros isl¨¢micos..?).
Enrique Lynch es escritor.
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