Lo m¨¢s
Se supone que entre las responsabilidades actuales que implica ser un profesional de la televisi¨®n ocupa un lugar sagrado la autopromoci¨®n de la empresa, vender sin sonrojo las incontestables maravillas que le esperan al espectador horas m¨¢s tarde, a la semana siguiente o dentro de un mes, si mantienen fidelidad a esa cadena. Tambi¨¦n la continua y mareante exaltaci¨®n de cualquier premio que haya recibido la santa casa. Te mosqueas al enterarte de que la primera medida del nuevo boss de la televisi¨®n p¨²blica va a ser exigirle al hiperculto y humanista Gobierno que suelte un past¨®n (lo de toda la vida en ese vergonzante pozo sin fondo) para que los ciudadanos podamos seguir disfrutando de una televisi¨®n estatal a la altura de las bellas artes.
Medito sobre esa cl¨¢sica y terape¨²tica propuesta mientras me dan todo el rato la inmisericorde brasa en la televisi¨®n p¨²blica con la distinci¨®n que ha recibido, por parte de no s¨¦ qu¨¦ intelectual academia, la segunda edici¨®n del Telediario y en la que se certifica sin hamletianas dudas que es el mejor telediario del mundo. Semejante definici¨®n se le puede disculpar al ciego amor de una madre folcl¨®rica al hablar de sus hijos, pero dejando aparte los maximalismos ed¨ªpicos, asegurar que algo es lo mejor del mundo provoca en cualquier esp¨ªritu medianamente sensato algo relacionado con el estupor y el sentido del rid¨ªculo. ?Cu¨¢les son los par¨¢metros de calidad para haber llegado a esa verdad emp¨ªrica, a ese infalible dogma? Oliart ya dispone con tan sublime galard¨®n de un argumento incontestable para que el contribuyente bendiga el dionisiaco lugar que va a sufragar con sus culturales impuestos.
Tampoco me consuelo viendo los informativos de Telecinco, hermanados en ¨¦tica y est¨¦tica con las l¨²dicas se?as de identidad de la casa. Accidentes, asesinatos variados, modelos exhibiendo lencer¨ªa fina, vampiros que extraen la grasa de sus v¨ªctimas y trafican con ella. Sangre, morbo y sexo como alimento de las noticias del mundo. Dudo que aspiren al Nobel. Se conforman con que no deserte su respetada audiencia.
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