"El arte no se puede ense?ar"
Hace a?os que Miquel Navarro (Mislata, Valencia, 1945) consigui¨® que su nombre se identificara inconfundiblemente con el universo que puebla sus esculturas e instalaciones: la ciudad. Fiel a sus temas y formas y con obra en los principales museos del mundo, el artista valenciano afirma que el espacio urbano sigue ejerciendo una fascinaci¨®n total sobre su trabajo: "Para m¨ª es una gruta con manantial, el ¨²tero que abriga al individuo". El pr¨®ximo domingo ser¨¢ formalmente acad¨¦mico de Bellas Artes. Antes, a modo de homenaje previo, su escultura Sous la lune II podr¨¢ verse en Par¨ªs, en el palacio de Chaillot, por iniciativa del Centro Pompidou.
Pregunta. Est¨¢ a punto de leer su discurso de entrada en la Academia de Bellas Artes. ?Sobre qu¨¦ ideas lo ha construido?
"La ciudad es como un ¨²tero para el individuo, una gruta con manantial"
Respuesta. Hablo de c¨®mo, en una ¨¦poca del franquismo donde la informaci¨®n era nula, a partir del juego de la infancia se va conformado una personalidad art¨ªstica en un entorno entre agr¨ªcola e industrial de una peque?a poblaci¨®n cercana a Valencia. Trato de c¨®mo me impresionaba todo aquel mundo que iba impregn¨¢ndome y definiendo la sensibilidad de un ni?o delicado. Tambi¨¦n hablo de artistas como De Chirico, Julio Gonz¨¢lez y Joseph Beuys, que son los que mejor conectan con el paisaje de mi infancia.
P. ?Qu¨¦ puede ense?ar a los j¨®venes desde la Academia?
R. Las academias eran antes lo que hoy las escuelas de bellas artes. La Academia de San Fernando tuvo aulas de escultura, pintura y arquitectura hasta principios del siglo XX. Actualmente es una instituci¨®n que vela por el patrimonio hist¨®rico y contempor¨¢neo del arte, es una gran base de documentaci¨®n art¨ªstica y un ¨®rgano de consulta. Tambi¨¦n se imparten puntualmente algunos talleres.
P. ?Qu¨¦ parte del arte es la que se puede ense?ar?
R. Creo que se puede hablar de la propia experiencia, tanto t¨¦cnica como conceptual. En realidad, el arte no se puede ense?ar. Se puede ense?ar el oficio, eso s¨ª.
P. ?Qu¨¦ papel juega lo tot¨¦mico en su obra?
R. Lo tot¨¦mico es, para m¨ª, lo sagrado, el deseo sexual, la vida y la pena, la tensi¨®n de los poderes, la soledad de lo humano. En las ciudades en concreto, es tambi¨¦n el esp¨ªritu del colectivo, esa suma de personas que componen el grupo de los ciudadanos.
P. La ciudad es la imagen que m¨¢s caracteriza sus piezas. ?En qu¨¦ momento nace esa fascinaci¨®n por la ciudad?
R. Nace al vivir en un pueblo muy pr¨®ximo a Valencia, a la que, en los cincuenta, me acercaba en un tranv¨ªa. El encuentro con ella era fascinante. Toda una m¨¢quina humana habitada, documentada y equipada para que el hombre pueda aprender su historia, reflexionar y hacerla presente.
P. Creo que sus ciudades est¨¢n llenas de signos masculinos, pero le he o¨ªdo decir que en sus ciudades predomina lo femenino. ?C¨®mo lo explica?
R. Por supuesto est¨¢n llenas de s¨ªmbolos masculinos, y tambi¨¦n abundan, aunque no de manera predominante, los femeninos. Son reconocidos mis trabajos vulvares en cuerpos que forman parte de mis ciudades, realizados en terracota o en goma. La ciudad en s¨ª es como un ¨²tero que abriga al individuo. La ciudad, como su nombre indica, es femenina y su discurso horizontal es como un hueco que se llena de corrientes y flujos. La ciudad es una gruta con manantial.
P. Cuando trabaja, ?se inspira en alguna ciudad en concreto?
R. No. Mis ciudades son metaf¨®ricas, y en esa medida tambi¨¦n estoy construyendo un poema, y no de corte realista.
P. Vive en una zona, el entorno de Valencia, en la que las ciudades han sido especialmente maltratadas por un? urbanismo especulativo y salvaje. ?Qu¨¦ reflexi¨®n le produce?
R. Ha habido zonas muy maltratadas, sobre todo en partes de la costa mediterr¨¢nea espa?ola. No estoy en contra de la construcci¨®n. Estoy a favor de una construcci¨®n imaginativa. Me encantan los rascacielos bien definidos. Creo que conviven mejor con el entorno. A veces pienso en estos edificios aut¨®nomos, conectados, en caso de que sea una zona de huerta, con campos de tomates, alcachofas y berenjenas.
P. A usted, a quien siempre se ha vinculado con valores izquierdistas, ?c¨®mo le sienta el espect¨¢culo pol¨ªtico que est¨¢ dando su comunidad?
R. A mi edad, 64 a?os, no me defino como un hombre de izquierdas o de derechas, sino como librepensador. Me resisto a que el discurso pol¨ªtico de cada momento, tan variable seg¨²n territorios y ¨¦pocas, invada mi trabajo y mi cotidianidad. Lo m¨¢s profundo de mi ideolog¨ªa est¨¢ en mi obra.
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