Cage
La obra de John Cage (1912-1992) vive mejor en las salas de arte que en las de m¨²sica. La ¨²ltima vez que el compositor estuvo en Barcelona fue en 1991 para exponer sus dibujos a l¨¢piz, piedra -con la que rascaba delicadamente el papel- y humo -con el que lo te?¨ªa de forma muy leve- en el Espai Poblenou, a la saz¨®n dirigido por Gloria Moure. Sentado en medio de aquel espacio enorme al contraste con su extrema delgadez, iba extrayendo de un saquito billetes doblados en los que figuraban n¨²meros escritos con primorosa caligraf¨ªa. Con aquella sonrisa suya tan autoir¨®nica, no dud¨® un instante en pedir la colaboraci¨®n del periodista para que el m¨¦todo por el cual decidir la colocaci¨®n de las piezas en las paredes resultara todav¨ªa m¨¢s aleatorio. Era conmovedor contemplar a aquel anciano fiel a la idea del azar hasta el final, un azar tratado con respeto cient¨ªfico y a la vez con intenso deseo. Cage estaba imbuido del I Ching, el "libro de los cambios" chino.
Esa meticulosidad, ese orden, esa pulcritud en el acto mismo de crear, es lo primero que se impone al visitar la exposici¨®n del Macba L'anarquia del silenci. John Cage i l'art experimental. A la entrada, seduce el estuche con sobres de celof¨¢n contrase?ados, cada uno de los cuales contiene un tornillo, una tuerca, una arandela, una tira de fieltro o de pl¨¢stico, junto con una ficha de colocaci¨®n de cada uno de estos objetos en un punto exacto entre las cuerdas del piano. En 1940 Cage escribi¨® la m¨²sica para la coreograf¨ªa Bacchanale y se invent¨® el "piano preparado". En la siguiente sala se halla la partitura original de 4' 33'', la m¨ªtica obra de la d¨¦cada siguiente en la que el pianista se limita a abrir y cerrar la tapa del piano sin tocar una sola tecla. Es, l¨®gicamente, una partitura blanca, como un lienzo de su amigo Rauschenberg, pero con pentagrama, dividida en tres partes y con precisas indicaciones metron¨®mica (negra igual a 60 pulsaciones) y de comp¨¢s (ir¨®nicamente un 4/4). Cage escrib¨ªa el tiempo y el p¨²blico ya se encargar¨ªa de llenarlo, al margen de cualquier veleidad del artista. Fue decididamente un enorme pensador de la experiencia sonora y esta exposici¨®n le hace justicia.
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