La gran redada
Neutralizar la violencia callejera despeja el camino a la pol¨ªtica en el debate 'abertzale'
La detenci¨®n por la Guardia Civil y la Polic¨ªa Nacional de 34 miembros de Segi, la organizaci¨®n juvenil del entramado dirigido por ETA, ha sido calificada por portavoces de la izquierda abertzale como un intento de cerrar el paso mediante la fuerza "a todas las v¨ªas de soluci¨®n"; un portavoz de Aralar precis¨® la misma idea diciendo que las detenciones eran un intento de "entorpecer el proceso interno que ha iniciado Batasuna". Por su parte, el ministro Rubalcaba declar¨® que el primer objetivo de la redada era impedir la reconstrucci¨®n de una organizaci¨®n ilegalizada por los tribunales.
Segi, sucesora de Jarrai y de Haika, tambi¨¦n ilegalizadas en su momento, es la organizaci¨®n encargada de la llamada violencia callejera: ataques a edificios p¨²blicos, sedes de partidos, entidades bancarias, mobiliario urbano, autobuses y personas. Su nivel m¨¢ximo de actividad se produjo en 1996, con 1.113 ataques. El a?o pasado, tras cuatro consecutivos de aumento, la cifra disminuy¨®, pero todav¨ªa se registraron 227 ataques, de los que 56 fueron contra adversarios ideol¨®gicos: sedes de partidos, especialmente del PNV, y propiedades de militantes.
La sentencia del Tribunal de Estrasburgo que avalaba la ilegalizaci¨®n de Batasuna establec¨ªa que esa decisi¨®n no s¨®lo no contraven¨ªa el Convenio Europeo de Derechos Humanos, sino que era "una necesidad social imperiosa", dada su condici¨®n de "instrumento de la estrategia terrorista de ETA". Ser¨ªa dif¨ªcil argumentar que esa consideraci¨®n no es aplicable a una organizaci¨®n juvenil que realiza las actividades antes resumidas. Y a cuyos miembros ahora detenidos les fue incautado material para preparar explosivos y manuales sobre c¨®mo hacerlo y boletines internos de ETA.
No hay duda de que en la izquierda abertzale hay personas convencidas de que el tiempo de ETA ha pasado. Sin embargo, del contenido de la ¨²ltima ponencia de Batasuna se deduce que su direcci¨®n no ha renunciado todav¨ªa a una estrategia pol¨ªtico-militar que incluye la coacci¨®n: la de ETA y la de las cuadrillas juveniles de acoso. Mientras las cosas est¨¦n as¨ª, detenciones como ¨¦stas no s¨®lo no entorpecen un posible debate sobre la renuncia a la violencia, sino que contribuyen a despejarlo. Actualmente se perciben en ese mundo dos formas de plantear el debate: la de quienes proponen un cambio de estrategia por el cual la mayor¨ªa de la poblaci¨®n les facilitar¨ªa el camino hacia la independencia a cambio de la retirada de ETA, y la de quienes defienden directamente el fin de la violencia y piden ayuda para liquidar sus efectos: presos, etc¨¦tera.
Una condici¨®n para el fin de ETA es dejar claro que no habr¨¢ otro proceso como el que ETA dinamit¨® en la T-4; y es llamativo que fueran los pol¨ªticos que m¨¢s lejos llegaron entonces, con Eguiguren a la cabeza, los que m¨¢s insisten ahora en cerrar esa puerta; aunque no sea malo mantener abierta la de la reconciliaci¨®n: para despu¨¦s de la entrega de las armas.
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