Elena Poniatowska, la ingenuidad de acero
Nacida princesa en Par¨ªs, la escritora mexicana sigue siendo una de las voces cr¨ªticas m¨¢s l¨²cidas de la izquierda
Al recibir el encargo de ir a verla, de pedirle que se deje fotografiar en su lugar de trabajo y compartir un rato de conversaci¨®n con ella, decido preguntarle a un amigo com¨²n: ?c¨®mo es Elena Poniatowska? Y su respuesta es r¨¢pida y certera: "Su ingenuidad de acero le ha permitido mantener una independencia feroz sin tener que gritar ni un solo d¨ªa. Con ese encogimiento de nariz te desarma. Pregunta como Mafalda, y te gana, o gana una respuesta que nunca puede ser mentira; ella lo notar¨ªa enseguida". Y as¨ª es, efectivamente, esta mujer menuda, nacida princesa en Par¨ªs la primavera de 1932, hija de un descendiente directo del ¨²ltimo rey de Polonia y de una mexicana de origen franc¨¦s. Su nombre de bautismo es casi un relato corto: H¨¦l¨¨ne Elizabeth Louise Am¨¦lie Paula Dolores Poniatowska Amor. Pero ni su alta cuna, ni los cuatro a?os de adolescencia que pas¨® interna en un colegio de monjas en Estados Unidos -"all¨ª s¨®lo aprend¨ª a sentirme culpable"-, le impidieron ser luego, ser todav¨ªa, una de las voces m¨¢s claras de la izquierda mexicana. Se hizo periodista muy joven y lo es todav¨ªa: "Nunca me he dejado de sentir periodista. Yo le debo todo lo que soy al periodismo". De hecho, su libro m¨¢s famoso es La noche de Tlatelolco, un relato sobrecogedor de la brutal represi¨®n de los estudiantes reunidos el 2 de octubre de 1968 en la plaza de las Tres Culturas de la Ciudad de M¨¦xico. De esta Ciudad de M¨¦xico que esconde con mucha eficacia tesoros como el barrio donde vive Elena Poniatowska. Ella llega paseando, pisando las hojas muertas, vestida con un ch¨¢ndal azul celeste: "Ni siquiera me han dejado ustedes peinarme". Pues p¨¦inese, la esperamos. "Ya da igual. Qu¨¦ flojera". Cuando escribe a mano, lo hace aqu¨ª, de espaldas a un gran ventanal, en una estancia de techos altos donde cientos de libros conviven con los trabajos manuales de alguno de sus diez nietos. Ellos le sirven de inspiraci¨®n para escribir libros de cuentos como el que acaba de publicar, La vendedora de nubes (Planeta). Otras veces escribe en un rinc¨®n m¨¢s oscuro de la casa, en un ordenador donde recibe los mensajes cari?osos de sus 1.156 admiradores de Facebook y termina la novela que quiere tener lista en marzo y que "tiene que ver con la pintura". Habla de lo mal que est¨¢ M¨¦xico: "F¨ªjese, yo siempre he escrito y siempre he sido tesorera, aunque soy mal¨ªsima con las cifras. Pero aqu¨ª, con no robarte el dinero, ya te hacen tesorera. Qu¨¦ horror, ?no? Esto que le acabo de decir es una definici¨®n de M¨¦xico".
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