El enigm¨¢tico Vince Carter
Personas m¨¢s sabias que yo se han dado cuenta de que la ¨²nica constante de verdad en la vida es el cambio. Cuando reflexiono sobre el ¨²ltimo a?o de mi vida, puedo dar fe de esta m¨¢xima. Hace un a?o, mi vida era casi por completo espa?ola. Acababa de llegar a M¨¢laga para una temporada con el Unicaja. Estaba conmigo mi novia medio espa?ola, que poco a poco iba erosionando muchas de mis tendencias estadounidenses y que intentaba valientemente ense?arme a hablar espa?ol en tiempos verbales distintos del presente.
Este a?o estoy firmemente asentado en suelo estadounidense y no tengo pensado realizar ning¨²n viaje a Espa?a en un futuro inmediato. La chica desapareci¨® de mi vida tras decidir de una vez por todas que yo era m¨¢s una carga que una bendici¨®n. M¨¢laga, un recuerdo distante, aunque agradable. Mi capacidad para utilizar el pasado en espa?ol, todav¨ªa ah¨ª, va desapareciendo con rapidez.
De modo que, aunque muchas cosas en mi vida siguen igual (casa, coche, corte de pelo no definido), otras han cambiado dr¨¢sticamente. M¨¢s o menos como los Magic de Orlando.
He decidido que los Magic son mi equipo este a?o. Que sean mi equipo no debe interpretarse como que creo que van a ganar el Campeonato de la NBA. Probablemente no lo hagan porque los equipos con los que voy pocas veces lo consiguen. Pero estar¨ªa bien que lo hicieran, aunque s¨®lo fuese porque los Magic est¨¢n llenos de personajes con los que es f¨¢cil mostrarse comprensivo: el asediado Jason Williams, el poco apreciado (pero muy bien pagado) Rashard Lewis, el excesivamente apreciado (pero muy poco dotado) Dwight Howard, el calumniado J. J. Redick, el an¨®nimo Ryan Anderson o el extremadamente tatuado Matt Barnes. Y el enigm¨¢tico Vince Carter.
Nunca he sido un gran seguidor de Vince Carter. Pero tambi¨¦n es verdad que no soy un gran seguidor de casi nada, salvo de Richard Russo, el grupo Tool y la trayectoria art¨ªstica de Hugh Grant. Pero, al ver a Carter en la versi¨®n de este a?o de los Magic de Orlando, he cambiado de opini¨®n.
Carter no jugaba con los Magic el a?o pasado. Su posici¨®n la ocupaba Hedo Turkoglu, el que se pasaba los partidos respirando por la boca. Y eso forma parte del cambio del que hablo: la formaci¨®n distinta con la que los Magic salen al campo cada noche.
La otra parte (y la parte que hace que me guste Carter y, por asociaci¨®n, los Magic de Orlando) es que la forma que tiene Carter de ver el mundo ha cambiado. De repente, parece que es consciente de que su carrera no durar¨¢ para siempre. A diferencia de la mayor¨ªa de los jugadores de baloncesto, ¨¦l parece percatarse de que su mundo est¨¢ cambiando.
Este nuevo enfoque hace que Carter sea, bueno, humano. Como sus compa?eros de equipo. Seguro que estos compa?eros cometer¨¢n errores este a?o. El propio Carter podr¨ªa volver a su pasado cascarrabias. Pero eso es lo que hace interesantes a los Magic. Y eso es lo que hace que sean mi equipo. Al menos, para este a?o.
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