10 balazos mataron al patriarca y su hijo
La tensi¨®n entre clanes se mantiene en Sant Boi seis d¨ªas despu¨¦s del triple crimen
Rafael era un hombre respetado en el barrio de Camps Blancs, en Sant Boi de Llobregat. Con 50 a?os, era el patriarca de los P¨¦rez, una amplia familia gitana con mucha presencia en la zona, y el pastor evang¨¦lico del barrio. Su familia vive en Sant Boi y forma parte de un clan mayor, el de los Castro, afincados en el Prat de Llobregat.
El enfrentamiento con otro clan de la zona, los Heredia, acab¨® el viernes con su vida. Una discusi¨®n en plena celebraci¨®n de una petici¨®n de mano, aprobada por Rafael y el patriarca de los Heredia, desencaden¨® el mortal enfrentamiento. Manuel Heredia, de 39 a?os, fue acuchillado durante la pelea y se revolvi¨® disparando, presuntamente, 10 veces contra Rafael y el hijo de ¨¦ste. Los dos ¨²ltimos murieron en el acto. Manuel al d¨ªa siguiente por las heridas recibidas. Los tres eran conocidos y muy respetados en el barrio, seg¨²n los vecinos.
El Ayuntamiento dice que el barrio de Camps Blancs no es conflictivo
M¨¢s de 100 miembros del clan Heredia huyeron de Sant Boi la misma noche del viernes y buscaron refugio de las previsibles represalias de los Castro. Los Heredia se esconden en diferentes lugares de Catalu?a, en pleno proceso de duelo por la muerte de Manuel, al que enterraron en secreto el lunes. La mujer y los dos hijos del supuesto agresor est¨¢n bajo tutela de los servicios sociales municipales, escondidos y con vigilancia especial para evitar acciones violentas. Por su parte, los P¨¦rez enterraron el domingo a Rafael y a su hijo, en una ceremonia a la que asistieron unas 100 personas.
Los Castro y los Heredia hab¨ªan estado hist¨®ricamente enfrentados por rencillas que ahora los investigadores policiales tratan de averiguar. Sin embargo, la relaci¨®n entre ambas familias en el barrio de Camps Blancs era normal, seg¨²n los vecinos: se respetaban y conviv¨ªan sin problemas con el resto del barrio, sin entrar en disputas. La cordialidad llev¨® a los patriarcas a aceptar un matrimonio: una ni?a de 12 a?os de los Heredia deb¨ªa casarse con un var¨®n de los Castro. El viernes se celebr¨® la fiesta de pedida, en la que los contrayentes confirman su compromiso.Unas 200 personas de ambas familias se reunieron el viernes para festejar la uni¨®n. Sin embargo, la celebraci¨®n se torci¨® a las ocho de la tarde. Por motivos que a¨²n se desconocen, algunos asistentes se enzarzaron en una discusi¨®n y Manuel Heredia, pariente de la ni?a, acab¨® recibiendo una pu?alada en el costado. Manuel aguant¨® la herida, y se march¨® en plena refriega a buscar su escopeta. Dispar¨® supuestamente 10 tiros en plena calle contra el patriarca de los P¨¦rez, Rafael, y su hijo, que murieron en el acto. Malherido, huy¨® en coche con su mujer y sus hijos, perseguido por el clan rival, y lleg¨® hasta Viladecans, donde fue detenido por la Polic¨ªa Local. Muri¨® la tarde del s¨¢bado en el hospital por las heridas sufridas durante la refriega. Pese a la muerte del supuesto agresor de Rafael, y la huida de la familia Herrera del barrio, las acciones por el homicidio del patriarca y pastor evang¨¦lico no tardaron en llegar. El domingo por la noche, aunque se hab¨ªa organizado un gran y visible dispositivo de seguridad conjuntamente por parte de agentes de los Mossos d'Esquadra y de la Polic¨ªa Local, que vigilan la zona d¨ªa y noche, un incendio intencionado calcin¨® la vivienda de Manuel y otros miembros de la familia Heredia, en la plaza de Paulo Freire, donde tambi¨¦n viv¨ªan los fallecidos de la familia P¨¦rez. Miembros de los servicios sociales municipales trabajan directamente con representantes de ambos clanes para apaciguar los ¨¢nimos y evitar que haya m¨¢s violencia por las muertes del pasado viernes. La investigaci¨®n policial contin¨²a abierta para descubrir qu¨¦ motiv¨® el enfrentamiento, y no se descartan detenciones. El barrio de Camps Blancs, mientras tanto, intenta volver a la normalidad. Ayer se cumpli¨® el tercer d¨ªa sin incidentes, aunque la tensi¨®n era palpable entre los vecinos. "Ser¨¢ en una semana o en un a?o, pero esto no acabar¨¢ as¨ª, seguro", ilustraba una vecina frente a la vivienda calcinada de Manuel. "Tenemos miedo. Son cosas que arreglan entre ellos, pero los vecinos no queremos que nos pille en medio. Es mejor no decir nada", expresaba otra. En esta barriada de pisos sociales, en la que viven 3.600 personas -entre ellas, 300 gitanos-, la convivencia ha sido siempre un reto del Ayuntamiento, que tiene varios planes en marcha para evitar la marginalidad. "Aqu¨ª se vive tranquilo, y la relaci¨®n con los gitanos es buena", opina un habitante del barrio, que habla de la convivencia entre los P¨¦rez y los Heredia: "Hasta hace dos d¨ªas se respetaban. En verano, las dos familias compart¨ªan la plaza y nunca hab¨ªa pasado nada". El alcalde de Sant Boi, el socialista Jaume Bosch, defiende la normalidad de la zona: "Camps Blancs no es ni mucho menos un barrio marginal ni conflictivo".
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