Contin¨²a el desarme
Estados Unidos y Rusia acuerdan proseguir la reducci¨®n de sus arsenales nucleares
El pasado viernes expir¨® el START, un tratado sobre reducci¨®n de armas at¨®micas firmado en 1991 por el que Estados Unidos y la antigua Uni¨®n Sovi¨¦tica se compromet¨ªan a reducir por debajo de 6.000 cabezas sus respectivos arsenales nucleares. El START fue, sin duda, uno de los instrumentos que m¨¢s contribuyeron a que las turbulencias pol¨ªticas y territoriales que siguieron al colapso del r¨¦gimen comunista no se tradujeran, adem¨¢s, en una peligrosa controversia internacional sobre el control del armamento procedente de la guerra fr¨ªa. Tal vez no se haya valorado a¨²n en su justa dimensi¨®n el paso decisivo para la seguridad mundial que supuso la renuncia a los arsenales nucleares sovi¨¦ticos por parte de Bielorrusia, Kazajist¨¢n y Ucrania, una vez que se desintegr¨® la URSS.
Barack Obama deseaba tener preparado el nuevo acuerdo que suceda al START antes de recoger en Oslo el premio Nobel de la Paz, seguramente con la intenci¨®n de presentar alg¨²n resultado internacional que justificara una concesi¨®n que result¨® sorprendente y controvertida. Los equipos negociadores de Washington y Mosc¨² no han logrado, sin embargo, consensuar los t¨¦rminos del nuevo tratado, que contemplar¨ªa una reducci¨®n adicional de los arsenales nucleares de ambas potencias hasta situarlos en el entorno de las 1.500 cabezas. El retraso no ser¨ªa resultado de diferencias insalvables en la negociaci¨®n: ambas partes se han comprometido a continuar las conversaciones y respetar, entretanto, un pacto no escrito sobre la reducci¨®n.
La disposici¨®n de Estados Unidos y Rusia para sustituir el START por otro acuerdo que mantenga y profundice el desarme es en s¨ª misma una buena noticia, en la medida en que contribuye a disminuir el riesgo que entra?a la simple existencia de los arsenales nucleares. Pero es, adem¨¢s, un requisito imprescindible para que la compleja revisi¨®n del Tratado de No Proliferaci¨®n prevista para el pr¨®ximo a?o pueda alcanzar alg¨²n resultado. El compromiso de reducir los arsenales at¨®micos por parte de las dos mayores potencias en este ¨¢mbito confiere credibilidad, y tambi¨¦n legitimidad, a los prop¨®sitos de detener la proliferaci¨®n por parte de quienes ya est¨¢n en posesi¨®n del arma. De manera impl¨ªcita, la discusi¨®n internacional deja de girar en torno a qu¨¦ pa¨ªses pueden y no pueden disponer de cabezas nucleares y se centra en avanzar en un mundo libre de ellas.
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