Rumania incierta
La reelecci¨®n del presidente Basescu no resuelve los grav¨ªsimos problemas del pa¨ªs balc¨¢nico
El resultado de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales rumanas devuelve al atribulado pa¨ªs balc¨¢nico a la situaci¨®n de octubre pasado, cuando el Gobierno del presidente centroderechista Traian Basescu cay¨® tras perder la confianza del Parlamento, entrampado en una profunda recesi¨®n y la par¨¢lisis pol¨ªtica. El exiguo triunfo de Basescu sobre su rival socialdem¨®crata Mircea Geoana ha sido contestado por una oposici¨®n que se ve¨ªa vencedora y que pide al Tribunal Constitucional la repetici¨®n de unos comicios que dice fraudulentos.
La reelecci¨®n de Basescu no va a bastar para resolver los grav¨ªsimos problemas econ¨®micos rumanos o despejar su incierto horizonte. Aun en el improbable caso de que el Constitucional accediera a las pretensiones electorales de los ex comunistas, Rumania va a seguir siendo un impenitente farolillo rojo de la Uni¨®n Europea, a la que pertenece desde 2007. Y es as¨ª porque las rencillas y las rivalidades pol¨ªticas, los arreglos de cuentas heredados de su convulso pasado comunista (este mes se cumplen 20 a?os de la ejecuci¨®n del dictador Nicolae Ceausescu), ocupan el centro de la vida p¨²blica, muy por encima de la cr¨ªtica situaci¨®n econ¨®mica o el descr¨¦dito institucional. Un rotundo cisma pol¨ªtico entre el centro y la izquierda viene paralizando la modernizaci¨®n y mantiene en el aire 20.000 millones de euros de un plan de rescate patrocinado por el FMI. El segundo pa¨ªs m¨¢s pobre de la UE, y el m¨¢s corrupto seg¨²n todos los baremos, sin Gobierno desde octubre, ha sido incapaz de aprobar un presupuesto para el a?o entrante, lo que mantiene en v¨ªa muerta el desembolso de los primeros 1.500 millones de ese plan de salvamento que Bucarest necesita desesperadamente y que incluye medidas tan traum¨¢ticas como el despido de 150.000 empleados p¨²blicos.
La modernizaci¨®n de Rumania, incluida la institucional, requiere de un acuerdo de base entre sus fuerzas pol¨ªticas antag¨®nicas, pacto imposible mientras se mantengan la divisi¨®n y los asfixiantes personalismos actuales. En este marco importa menos si Basescu, un antiguo alcalde de Bucarest de estilo abrasivo que gan¨® la presidencia en 2004 con la promesa de liquidar la corrupci¨®n, sobrevive poniendo al frente del Gobierno a un opositor, o si busca alianzas con minor¨ªas ¨¦tnicas o con tr¨¢nsfugas de otros partidos. El caso rumano no es de t¨¦cnicas de supervivencia parlamentaria, sino de confianza general.
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