Se necesitan l¨ªderes globales
Con la globalizaci¨®n, toda persona tiene derecho a exigir que cualquier l¨ªder nacional se erija en uno de los l¨ªderes del planeta. Aunque sea senador del Brasil, soy ciudadano del mundo y me siento en mi derecho de reclamar a los dirigentes de cualquier pa¨ªs que defiendan a todos los habitantes de la Tierra.
Los problemas que hoy nos afligen no ata?en simplemente a los pa¨ªses en singular, sino a toda la humanidad, no s¨®lo a los pr¨®ximos a?os, sino a los pr¨®ximos siglos; no ¨²nicamente a las pr¨®ximas elecciones, sino a todas las generaciones futuras. Los problemas planetarios -el calentamiento global, la ampliaci¨®n de las desigualdades sociales e incluso biol¨®gicas, el desigual acceso al conocimiento y a sus productos, las fuertes migraciones internas y entre distintos pa¨ªses-, obligan a cada presidente, rey, jeque, primer ministro a postularse no simplemente como un l¨ªder de su pa¨ªs, de su poblaci¨®n y de su tiempo, sino tambi¨¦n como uno de los l¨ªderes del mundo y de la humanidad.
Los reunidos en Copenhague deben defender a todos los habitantes de la Tierra
La lucha contra el cambio clim¨¢tico podr¨ªa crear mucho empleo en el mundo
Ante la gravedad de la crisis planetaria, nosotros, los ciudadanos del mundo global, no podemos aceptar que nuestros l¨ªderes se re¨²nan en Copenhague para adoptar cada cual por su cuenta un mero papel de defensor aislado de su naci¨®n, luchando por la menor tasa de poluci¨®n para proteger la mayor tasa posible de crecimiento econ¨®mico, pensando en sus electores en las pr¨®ximas elecciones. Tratar el problema ambiental simplemente como una cuesti¨®n de deforestaci¨®n y de emisi¨®n de gases supone minusvalorar la amplitud del problema, que tiene que ver con el propio concepto de crecimiento y desarrollo que ha prevalecido en los ¨²ltimos dos siglos, y especialmente en las ¨²ltimas d¨¦cadas.
En Copenhague, cada dirigente nacional debe convencerse de que es de facto uno de los l¨ªderes de toda la humanidad y debe afrontar las causas de los problemas globales. Si por un lado sabemos que el calentamiento global est¨¢ provocado por el efecto invernadero derivado de las emisiones de gases, sabemos tambi¨¦n que esas emisiones son consecuencia de la demanda de productos industriales fabricados en cantidades superiores a los l¨ªmites ecol¨®gicos. La crisis ha sido causada por la voracidad de consumo y de lucro.
Hasta la ca¨ªda del Muro de Berl¨ªn, hace 20 a?os, los l¨ªderes nacionales eran l¨ªderes mundiales en defensa de sus propuestas -capitalistas, socialistas, dem¨®cratas, libertadoras, desarrollistas...-. La ca¨ªda del Muro sustituy¨® los debates mundiales por las acciones nacionales. Al mismo tiempo que se constru¨ªa la globalizaci¨®n en la vida econ¨®mica y social, la pol¨ªtica se giraba hacia el interior de cada pa¨ªs, hacia su propio pueblo, hacia sus electores, sus elecciones. La civilizaci¨®n se volvi¨® mayor y m¨¢s integrada, mientrasque sus l¨ªderes se empeque?ec¨ªan.
Los problemas actuales exigen un cambio de postura. Cada dirigente nacional ha de ser otra vez un l¨ªder mundial que al hablar no se dirija simplemente a sus compatriotas electores, sino a los seres humanos en general, en busca de alternativas para el futuro de la civilizaci¨®n; que presente propuestas que vayan m¨¢s all¨¢ de sus fronteras y de nuestro tiempo. No se trata ya de escoger entre socialismo o capitalismo, ni de derribar el muro que separaba pa¨ªses e ideolog¨ªas, sino de construir un mundo sin muros, ni entre clases sociales, ni entre generaciones.
Es necesario un esfuerzo para cambiar la matriz energ¨¦tica, pasando de la opci¨®n de los combustibles f¨®siles a un modelo basado en las energ¨ªas sostenibles, a base de buena voluntad, cooperaci¨®n y uso de los recursos internacionales, incentivando la investigaci¨®n en la b¨²squeda de fuentes verdes de energ¨ªa -hidroel¨¦ctricas, preferentemente en peque?as centrales, etanol, energ¨ªa e¨®lica y otras-. Un Centro Internacional para la B¨²squeda de Nuevas Energ¨ªas puede canalizar las sinergias de las investigaciones globales hacia un mundo global sostenible.
Pero no basta con cambiar la matriz energ¨¦tica si mantenemos el mismo patr¨®n de producci¨®n y de consumo en el sector industrial. Durante la II Guerra Mundial, los pa¨ªses realizaron una reconversi¨®n de sus industrias de bienes de consumo en f¨¢bricas de material b¨¦lico. Algo as¨ª podr¨ªa volver a hacerse sin necesidad de fabricar armas, produciendo bienes de car¨¢cter p¨²blico, servicios culturales, usando energ¨ªa y recursos renovables. El Banco Mundial podr¨ªa incentivar y financiar esta reorientaci¨®n.
Asimismo, durante la II Guerra Mundial, la movilizaci¨®n militar fue un instrumento para garantizar el empleo. La creaci¨®n de empleo podr¨ªa hacerse en un periodo de paz, no para la movilizaci¨®n de los soldados, sino para producir impactos sociales y ecol¨®gicos, en la cadena productiva de biocombustibles, desde su plantaci¨®n hasta su distribuci¨®n, en la reforestaci¨®n, en el desarrollo de una actividad agropecuaria sostenible, en el reciclaje de residuos, en la recolecci¨®n y tratamiento de las aguas residuales, en la contrataci¨®n de profesores, m¨¦dicos, investigadores. El Banco Mundial, la Unesco, la OIT podr¨ªan servir de base para incentivar y promover estas actividades.
Los gobiernos han de asumir una funci¨®n reguladora, al objeto de no permitir que el avance de los biocombustibles se produzca en detrimento de la producci¨®n agr¨ªcola, ni que la producci¨®n y el consumo alcancen niveles que supongan la degradaci¨®n del medio ambiente. Al mismo tiempo, debe reglamentarse mediante medidas fiscales el apoyo a la producci¨®n y el consumo de bienes compatibles con los bienes sostenibles y desincentivarse el consumo y producci¨®n de bienes depredadores.
El sistema tributario debe te?irse de "verde", cambiando la tradici¨®n de los impuestos sobre el capital y el trabajo por impuestos proporcionales, directa o indirectamente, al nivel de degradaci¨®n ambiental que la producci¨®n provoca, la duraci¨®n del ciclo de vida de los productos, el tipo de materias primas utilizadas, los niveles de emisi¨®n de CO2, el consumo de energ¨ªa, la ocupaci¨®n del suelo.
Los Estados necesitan redefinir el papel de los ¨®rganos protectores del medio ambiente. Hoy, los ministerios de Medio Ambiente son meros ap¨¦ndices, considerados como estorbos para el desarrollo econ¨®mico y no como ¨¢rbitros del tipo de progreso que deseamos. Es preciso transformarlos de fiscales impotentes de los dem¨¢s ministerios en una asesor¨ªa directa de los Gobiernos: la sostenibilidad ha de pasar a ser el eje central de las decisiones de todos los ¨®rganos de gobierno y de desarrollo.
La ciencia y la tecnolog¨ªa actuales han de ser sometidas a los valores ¨¦ticos y ser compartidas por todos los seres humanos, los de hoy y los del futuro. Los conocimientos, especialmente en los sectores de educaci¨®n, salud, sustituci¨®n de materiales, energ¨ªa, alimentaci¨®n, deben ser distribuidos de forma universal. Las patentes han de ser respetadas como principal forma de incentivo para la creatividad en los laboratorios, pero un Fondo Mundial financiar¨ªa la compra de los servicios de conocimiento para que puedan ser puestos a disposici¨®n de todos. La Unesco puede auxiliar en la reflexi¨®n que conduzca a esta clase de actuaciones.
Los ¨®rganos de Naciones Unidas que se ocupan de las cuentas, al igual que la OCDE, deben tomar en consideraci¨®n nuevas formas de medir los resultados del desarrollo. Los esfuerzos de cada pa¨ªs no deben estar centrados en el crecimiento de la producci¨®n. Los datos nacionales deben incluir las p¨¦rdidas ambientales y los costes sociales, a medio y a largo plazo. Los resultados positivos no deber¨ªan limitarse a cuanto aparece en el mercado en forma material de aumento de la producci¨®n econ¨®mica, sino tambi¨¦n en forma inmaterial de bienes p¨²blicos, como educaci¨®n, cultura y salud.
De gran importancia resultar¨ªa un programa mundial para la educaci¨®n de todos. Despu¨¦s de la II Guerra Mundial, el mundo dio un gran salto hacia el crecimiento econ¨®mico. Es hora de un nuevo Plan Marshall, global y social esta vez, para promover especialmente la educaci¨®n en el mundo entero.
Copenhague puede ser el Bretton Woods del siglo XXI, no ya simplemente de car¨¢cter financiero y econ¨®mico, sino tambi¨¦n social y ecol¨®gico, que alumbre incluso una visi¨®n alternativa del propio concepto de progreso global, dando un gran paso para la creaci¨®n de una manera distinta de concebir el desarrollo y dise?ar el futuro. Si esto ocurriera, el nombre de Marshall ser¨ªa sustituido por el de alguno o algunos de los nuevos l¨ªderes globales, aquellos que sean capaces del radicalismo l¨²cido que el mundo de hoy exige.
Cristovam Buarque es catedr¨¢tico de la Universidad de Brasilia y senador del Partido Democr¨¢tico de los Trabajadores (PDT). Traducci¨®n de Carlos Gumpert.
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