La consulta independentista
La consulta organizada el pasado domingo en 166 municipios catalanes por diversas asociaciones independentistas formul¨® una pregunta inequ¨ªvoca: "?Es partidario de que la Naci¨®n Catalana sea un Estado de derecho independiente, democr¨¢tico y social integrado en la Uni¨®n Europea?". Los cr¨ªticos perder¨ªan el tiempo si intentaran demostrar la evidencia de que esa iniciativa no es un refer¨¦ndum: tal pretensi¨®n la impide el clamoroso incumplimiento de los requisitos jur¨ªdicos exigibles a la convocatoria y de las garant¨ªas administrativo-judiciales en el recuento.
Entre las peculiaridades ofrecidas por el procedimiento alegal de democracia directa celebrado en los 166 municipios catalanes figur¨® el prop¨®sito de dar voz no s¨®lo a los ciudadanos con derecho a votar en un refer¨¦ndum, sino tambi¨¦n a los nacionales entre los 16 y los 18 a?os y a los inmigrantes empadronados en los ayuntamientos. Resulta obvio recordar que la consulta habr¨ªa carecido de eficacia jur¨ªdico-constitucional de haberse celebrado en toda Catalu?a aun logrando la victoria: una decisi¨®n de tal calado necesitar¨ªa -adem¨¢s del refer¨¦ndum propiamente dicho- una reforma de la Constituci¨®n habilitadora para esa eventual segregaci¨®n territorial. En t¨¦rminos legales, la ¨²nica cuesti¨®n a despejar es saber si esas consultas pueden ser impugnadas e impedidas por la v¨ªa contencioso-administrativa o perseguidas -como amenaz¨® el ¨²ltimo Gobierno del PP- por la v¨ªa penal.
El resultado de la consulta ha sido decepcionante para sus organizadores
Una primera convocatoria de car¨¢cter experimental moviliz¨® en septiembre a 2.671 vecinos de Arenys de Munt con un 41,1% de participaci¨®n y un respaldo del 96,2%. El domingo contestaron 200.000 habitantes de 166 municipios (sus 700.000 censados representan el 13% de la poblaci¨®n de Catalu?a), con una participaci¨®n del 27% y un voto afirmativo del 94%.
El resultado ha sido decepcionante para los organizadores, que albergaban grandes expectativas. El independentismo detectado por los sondeos de opini¨®n se mueve en torno al 20% en toda Catalu?a; ahora bien, la muestra de municipios elegida para la consulta del domingo (en torno a la quinta parte de los ayuntamientos catalanes) se hallaba intencionadamente sesgada a favor del soberanismo a causa del predominio nacionalista en la zona y por la ventaja de los n¨²cleos rurales sobre las escasas villas de tama?o medio. A la desilusi¨®n producida por la mediocre cosecha de votos que recogi¨® la consulta en las urnas se unieron despu¨¦s los reproches cruzados entre sus organizadores para culparse mutuamente del descalabro: la propuesta de solicitar al Parlamento catal¨¢n la convocatoria de una consulta vinculante el pr¨®ximo 25 de abril empieza a perder apoyo.
En cualquier caso, la perspectiva de alcanzar a medio o largo plazo la independencia de Catalu?a dentro de la Uni¨®n Europea a trav¨¦s de las urnas y mediante negociaciones pac¨ªficas est¨¢ ya inscrita -guste o no- en la agenda pol¨ªtica. Despu¨¦s de tres d¨¦cadas de funcionamiento de las instituciones de autogobierno, las reivindicaciones soberanistas han sido incorporadas como una reivindicaci¨®n democr¨¢tica m¨¢s al equipaje ideol¨®gico y emocional de una parte de los votantes que no vivieron la transici¨®n. A partir de la muerte de Franco, todos los gobiernos han repetido hasta la saciedad -con el respaldo de la jurisprudencia constitucional- que el secesionismo tiene cabida en el marco constitucional bajo dos ¨²nicas condiciones: que renuncie al empleo de la violencia y que respete las v¨ªas de reforma establecidas. Y conviene recordar que el independentismo catal¨¢n cort¨® desde muy pronto con el terrorismo.
Los partidos catalanes, convidados de piedra a la jornada del domingo (aunque dirigentes de ERC y de CiU se sumaran a t¨ªtulo particular al festejo), vinculan de forma poco convincente esa boga del soberanismo a los temores a una sentencia del Constitucional contraria a la integridad del Estatuto. Parece m¨¢s probable que el clima populista donde tratan de medrar personajes tan inquietantes como Joan Laporta -voluntario para encabezar un movimiento independentista como l¨ªder carism¨¢tico- sea consecuencia de la p¨¦rdida de prestigio de unos partidos recorridos por el fantasma de la corrupci¨®n. Pero los peligrosos brotes populistas en la Europa democr¨¢tica ense?an a CiU, ERC y PSC que esas hogueras no se apagan con demagogia ni tampoco arrojando gasolina sobre las llamas.
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