3.069 d¨ªas de secuestro contados en un documental
Natascha Kampusch admite que tuvo empat¨ªa con su raptor
Un vien¨¦s llamado Wolfgang Priklopil la secuestr¨® cuando ten¨ªa 10 a?os y la mantuvo encerrada ocho en su s¨®tano, donde abus¨® de ella, la maltrat¨® y la humill¨®. Cuando escap¨® por fin en 2006, el secuestrador se suicid¨®. Ahora, la austriaca Natascha Kampusch presenta en Alemania un documental sobre su adolescencia, que pas¨® sepultada y "conservada como un fara¨®n egipcio en vida".
La joven de 21 a?os ha concedido ahora en Hamburgo su primera rueda de prensa. Habl¨® del documental y de los 3.069 d¨ªas que pas¨® como prisionera de Prikopil, cuyo nombre no pronuncia pero por quien reconoce que lleg¨® a sentir "una suerte de empat¨ªa, de compasi¨®n", que le permit¨ªan "perdonarlo inmediatamente" despu¨¦s de cada abuso o agresi¨®n. De otro modo le habr¨ªan podido "el odio y los sentimientos negativos", que la "destruyeron f¨ªsica y ps¨ªquicamente". El af¨¢n de supervivencia y los momentos "alegres", como cuando obten¨ªa permiso para salir al jard¨ªn un rato, anularon sus pensamientos suicidas. Tanto que "al principio" de su nueva vida en libertad le sorprend¨ªa que la gente quedara tan impresionada por las condiciones de su secuestro. Aquel zulo, dice, "era mi casa". Tambi¨¦n era "fr¨ªo, h¨²medo y repugnante".
Kampusch neg¨® haber sido v¨ªctima de una red ped¨®fila. S¨®lo conoci¨® a su secuestrador, a quien describe como un obseso por la higiene que le pegaba si dejaba alguna huella dactilar o alg¨²n resto cuando acced¨ªa a la vivienda de arriba. Si lloraba, ¨¦l la estrangulaba y le met¨ªa la cabeza en el lavabo para que no dejara manchas de sal. Le afeit¨® la cabeza para que no perdiera cabellos. Al final, ella "prefer¨ªa estar en el s¨®tano que arriba".
Kampusch se present¨® en Hamburgo con el guionista y la directora del documental de 45 minutos, producido por la televisi¨®n p¨²blica alemana NDR. Se refiri¨® a las dificultades de llevar una vida normal con el estigma de "ser una v¨ªctima de la violencia".
Explic¨® que colabora con la televisi¨®n alemana porque en Austria la tratan con "desconfianza y agresividad". Las noticias sobre su sufrimiento fueron "de usar y tirar" en su pa¨ªs, donde "no dejan que lo horrible sea horrible", sino que tratan de hacerlo a¨²n peor. El rotativo vien¨¦s Die Presse sali¨® en defensa airada de la sociedad austriaca acusando a la "pesada" Kampusch de "buscar publicidad", mientras que "los otros ni?os del s¨®tano" (las v¨ªctimas de Josef Fritzl) prefieren el anonimato.
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