Cuando Eisenhower visit¨® a Franco
Se cumple hoy medio siglo de un hecho crucial para el franquismo. El presidente de Estados Unidos daba en Madrid su visto bueno personal a la dictadura. ?sta no tardar¨ªa en comenzar el desarrollismo econ¨®mico
El espaldarazo que va a significar para Rodr¨ªguez Zapatero, tras sus discrepancias con George W. Bush, la inminente visita a Espa?a de Barack Obama, tiene cierta similitud con la que hizo, hace ya 50 a?os, el 21 de diciembre de 1959, el presidente Eisenhower a la Espa?a franquista. Esta ¨²ltima suele presentarse como el momento de la consolidaci¨®n de la dictadura. La expresi¨®n radiante -tan raramente radiante- de Franco mientras se exhib¨ªa en aquel coche descapotable por las calles de Madrid al lado del l¨ªder del "mundo libre", y el afectuoso abrazo que este ¨²ltimo le dio durante la despedida en la base a¨¦rea de Torrej¨®n, fueron la prueba definitiva de que el dictador espa?ol hab¨ªa conseguido reemplazar el amenazador aislamiento de su r¨¦gimen tras la Segunda Guerra Mundial por la integraci¨®n dentro del sistema diplom¨¢tico, militar e incluso econ¨®mico de Occidente. El gesto de Eisenhower fue todo un s¨ªmbolo del cambio en la suerte de Franco: el ostracismo y el oprobio de 1945 hab¨ªan dado paso, en 1959, al abrazo.
Fue todo un s¨ªmbolo del cambio: el ostracismo y oprobio de 1945 daban paso, en 1959, al abrazo La dictadura abandon¨® el modelo aut¨¢rquico por el del desarrollo: el Plan de Estabilizaci¨®n
La dictadura abandon¨® el modelo aut¨¢rquico por el del desarrollo: el Plan de Estabilizaci¨®n
A pesar de todo, ese giro fue como una espada de doble filo para el r¨¦gimen franquista: marc¨® a la vez el final de un proceso y el inicio de otro dif¨ªcilmente controlable. Ese mismo a?o, la dictadura abandon¨® el malogrado modelo aut¨¢rquico por el del desarrollo, cristalizado en el Plan de Estabilizaci¨®n. La nueva pol¨ªtica econ¨®mica fue un salto al vac¨ªo. De hecho, el crecimiento econ¨®mico sin precedentes de los a?os sesenta y principios de los setenta transform¨® la sociedad, la cultura y la mentalidad de los espa?oles, con unas consecuencias tan previsibles como imprevisibles. Ser¨ªa exagerado afirmar que el desarrollo hizo inevitable la Transici¨®n, pero no hay duda de que los trascendentales cambios de aquellos a?os facilitaron, e incluso fomentaron, una salida democr¨¢tica a la dictadura. Por tanto, 1959 fue para el r¨¦gimen franquista lo que Malcolm Gladwell ha apodado su tilting point -su punto de inflexi¨®n, su momento de no retorno-.
El visto bueno de Eisenhower culmin¨® un prolongado proceso de integraci¨®n internacional de la dictadura. A la conclusi¨®n de la Segunda Guerra Mundial, Franco estaba aislado, no s¨®lo por la derrota del Eje sino por la condena de las Naciones Unidas de su "r¨¦gimen fascista". Por si eso fuera poco, el presidente estadounidense, Harry Truman, baptista y mas¨®n, odiaba a Franco por su persecuci¨®n de estos dos grupos y se neg¨® a apoyarle. No obstante, el comienzo de la guerra fr¨ªa permiti¨® a Franco promocionarse como "centinela de Occidente" en la cruzada contra el comunismo y romper la cuarentena internacional. Es m¨¢s, el anticomunismo forz¨® a la Administraci¨®n de Truman a respaldar el r¨¦gimen de Franco, lo que llev¨® al acuerdo sobre las bases en 1953, firmado ya por Eisenhower.
El apoyo estadounidense tambi¨¦n facilit¨® el ingreso de Espa?a en la Organizaci¨®n Mundial de Salud, la UNESCO y la OIT, y al fin, en 1955, nada menos que en las Naciones Unidas. Adem¨¢s, la crisis mortal del sistema aut¨¢rquico a finales de 1950 oblig¨® a Franco a adoptar una nueva pol¨ªtica econ¨®mica, poco despu¨¦s de haberse incorporado al Fondo Mundial Internacional, el Banco Mundial y la Organizaci¨®n para la Cooperaci¨®n Econ¨®mica Europea.
Este radical viraje econ¨®mico tuvo un impacto vertiginoso sobre Espa?a. En s¨®lo 15 a?os el pa¨ªs dio el salto de una econom¨ªa agr¨ªcola a una industrial, con una tasa de crecimiento real del 7%, s¨®lo superada por Jap¨®n. Cuando muri¨® Franco, como observan Pablo Mart¨ªn Ace?a y Elena Mart¨ªnez Ruiz, "Espa?a hab¨ªa ingresado en el Primer Mundo y en el exclusivo club de los pa¨ªses con una renta por habitante superior a los 2.000 d¨®lares".
Los ingentes movimientos de dinero, bienes y personas de aquellos a?os dieron lugar a la aparici¨®n y difusi¨®n de nuevas aspiraciones, ideas y valores. La emigraci¨®n masiva, tanto interior como al extranjero, transform¨® la sociedad -rural y urbana- en t¨¦rminos de clase, mentalidad y valores; y el ¨¦xito espectacular de la industria tur¨ªstica (con la llegada de m¨¢s de 30 millones de extranjeros en 1975) situ¨® a Espa?a m¨¢s cerca de la Europa occidental en el sentido material, social y cultural. Pese al eslogan Spain is different, la paradoja fue que el turismo probablemente contribuy¨® m¨¢s que ninguna otra actividad a que Espa?a dejara de ser different. La exposici¨®n a nuevos comportamientos y valores tambi¨¦n fue facilitada por el mayor acceso a medios de comunicaci¨®n como el cine, la radio, la prensa y, sobre todo, la gran novedad: la televisi¨®n.
Al mejorar el nivel de vida, la miseria e injusticia social extremas del primer franquismo quedaron en buena medida exorcizadas, como se evidenci¨® en el asombroso aumento del consumismo. En 1960, s¨®lo un 4% de los hogares ten¨ªan coche y un 1% televisi¨®n, pero en 1975 las cifras hab¨ªan subido a un 40% y un 85% respectivamente. La sociedad espa?ola se aproximaba, a pasos de gigante, al "estilo de vida occidental".
Estos ins¨®litos cambios socioecon¨®micos condicionaron toda la gama de actitudes y valores, desde las relaciones y expectativas sociales a las costumbres sexuales y las normas morales. A la vez, doctrinas que chocaban directamente con el discurso de la dictadura fueron r¨¢pidamente asimiladas, sobre todo el marxismo, de gran difusi¨®n entre los estudiantes, trabajadores, cl¨¦rigos progresistas, artistas e intelectuales. En suma, el cambio de mentalidad fue de una magnitud trascendental, frustrando as¨ª la aspiraci¨®n de la dictadura a una sociedad despolitizada y sumisa.
Claro que el r¨¦gimen no pod¨ªa quedar imp¨¢vido ante estos cambios. Las autoridades franquistas se esforzaron por controlar el proceso, pero sus pol¨ªticas tuvieron a menudo consecuencias contraproducentes o inesperadas. Un ejemplo evidente fue el intento de canalizar la creciente protesta popular generada por la liberalizaci¨®n econ¨®mica, y en particular por la falta de planificaci¨®n urban¨ªstica, a trav¨¦s de la Ley de Asociaciones de 1964. Contra lo esperado, las nuevas asociaciones, sumadas a las creadas por el Movimiento en 1958, fomentaron pr¨¢cticas democr¨¢ticas como la negociaci¨®n, la celebraci¨®n de elecciones y la presi¨®n sobre las autoridades p¨²blicas. Estas asociaciones, pese a su origen y control dictatorial, incentivaron la aparici¨®n de un ambiente m¨¢s participativo y pluralista, y contribuyeron de ese modo al movimiento ciudadano de los a?os 1970. Desde esta ¨®ptica, la historia social de la Transici¨®n -que a¨²n est¨¢ por escribirse- est¨¢ ¨ªntimamente asociada a la del segundo franquismo.
La emergencia de una sociedad civil predemocr¨¢tica signific¨® la aparici¨®n de una cultura alternativa a la patrocinada por el r¨¦gimen. No obstante, la b¨²squeda de legitimidad por la dictadura a partir de una cultura comercial, en la cual la oferta oficial compet¨ªa ferozmente con la marxista, la liberal y otras, contribuy¨® ir¨®nica e inesperadamente a su propio socavamiento. Las protestas de trabajadores y estudiantes, el clero progresista y los intelectuales, erosionaron a¨²n m¨¢s la legitimidad de la dictadura, al tiempo que extend¨ªan la convicci¨®n colectiva de que era inevitable un cambio pol¨ªtico. La ideolog¨ªa del r¨¦gimen, articulada ahora alrededor del l¨¦xico modernizador del desarrollo, se volvi¨® adem¨¢s demasiado difusa, con lo cual las ¨¦lites dictatoriales ya no estaban cohesionadas por ninguna ortodoxia doctrinal.
La prosperidad generada por el desarrollo puso de manifiesto la indiscutible capacidad de la dictadura para evolucionar y, de esa forma, garantiz¨® su supervivencia al menos hasta la muerte de Franco. Sin embargo, la enormidad, multiplicidad y rapidez de los cambios experimentados por la sociedad espa?ola a lo largo de los a?os 1959-1975 minaron gravemente los cimientos ideol¨®gicos y culturales de la dictadura. Desde esta perspectiva, hay que ver la transici¨®n pol¨ªtica y elitista de 1975-1978 no como el inicio del cambio sino m¨¢s bien como el punto final de un proceso social, cultural y popular que empez¨® en el mismo a?o que el presidente Eisenhower visit¨® Espa?a. Dado el cambio general de circunstancias pol¨ªticas, culturales y econ¨®micas, es poco probable que la visita del presidente Obama pueda convertirse en un nuevo tilting point en la historia de Espa?a.
Nigel Townson es profesor de la Universidad Complutense de Madrid y editor de Espa?a en cambio: El segundo franquismo, 1959-1975. (Siglo XXI).
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