Sucesiones: el tripartito en su laberinto
En tiempos de hegemon¨ªa ideol¨®gica conservadora, a nadie puede sorprender que el impuesto de sucesiones est¨¦ amenazado de desaparici¨®n. Sin embargo, s¨ª es digno de una antolog¨ªa del disparate que le d¨¦ la puntilla un partido presuntamente progresista (Iniciativa per Catalunya) con la aquiescencia del conjunto del Gobierno catal¨¢n de izquierdas.
Es obvio que el factor m¨¢s determinante de las desigualdades sociales est¨¢ en las condiciones de origen de cualquier ciudadano. Los especialistas en educaci¨®n explican que la situaci¨®n familiar y social del ni?o es tan determinante que el retraso que no se consiga paliar en el periodo inicial de la formaci¨®n del ni?o -hasta los seis a?os- es ya irrecuperable. Forma parte de la ideolog¨ªa dominante el discurso meritocr¨¢tico: el esfuerzo individual es lo que garantiza premio y otorga reconocimiento. Y nuestras ¨¦lites dirigentes, pol¨ªticas y econ¨®micas, se llenan a diario la boca apelando a la igualdad de oportunidades. Hablar de meritocracia y de ampliaci¨®n de oportunidades es puro cinismo cuando se convierte en causa nacional la supresi¨®n del impuesto de sucesiones, uno de los pocos impuestos que pueden tener un car¨¢cter realmente redistributivo, es decir, que pueden contribuir a reequilibrar m¨ªnimamente las condiciones de partida de unos y otros en esta lucha a muerte por el ¨¦xito que la meritocracia nos propone.
Suprimirlo es absolutamente injusto porque no beneficia a todos y favorece a los sectores de m¨¢s alto nivel de rentas
Si asumimos el principio de Rawls seg¨²n el cual una decisi¨®n es justa si favorece al m¨¢ximo numero de ciudadanos y principalmente a aquellos que ocupan la parte m¨¢s baja de la sociedad, la supresi¨®n del impuesto de sucesiones es absolutamente injusta, porque no beneficia a todos -a los que tienen poco ni les da ni les quita, pero les resta oportunidades- y favorece especialmente a los sectores sociales de m¨¢s alto nivel de rentas.
Pero adem¨¢s es preocupante la se?al que emiten las ¨¦lites del pa¨ªs en cuanto a falta de ambici¨®n. ?Qu¨¦ esperan de unos hijos que desde que nacen saben que lo tienen todo pagado? ?Qu¨¦ margen tienen para construirse su propia vida a su modo y con sus aspiraciones propias si tienen el camino marcado? No es extra?o que las ¨¦lites econ¨®micas generen tanto par¨¢sito y que tantas empresas se quemen o se vendan en dos pasos sucesorios. El impuesto de sucesiones no deja de ser una manifestaci¨®n de la voluntad de dominaci¨®n y control: de mantener la mano propia sobre el destino y la suerte de sus hijos.
Pero, en fin, en una ¨¦poca en que la ideolog¨ªa es el dinero, seguro que todo lo dicho suena a m¨²sica celestial. Ciertamente, es mucho m¨¢s f¨¢cil hacer demagogia hablando del impuesto de la muerte, porque puestos ante la opci¨®n de pagar o no pagar, es obvio que nadie quiere soltar un duro. Pero precisamente por eso uno esperar¨ªa de los dirigentes pol¨ªticos m¨¢s pedagog¨ªa de la equidad -que ayuda a hacer la democracia sostenible- y menos populismo barato.
Con lo cual, lo que realmente es perverso es este izquierdismo de sal¨®n que sirve en bandeja la supresi¨®n del impuesto. La reforma del impuesto es necesaria para compensar algunas injusticias que se pueden cometer con ¨¦l, especialmente en las capas medias de la sociedad. En el clima ideol¨®gico actual, si de lo que se trata es de salvar el impuesto de cara al futuro, un Gobierno de izquierdas ten¨ªa que proponer una reforma que realmente dejara fuera del impuesto a una inmensa mayor¨ªa de la poblaci¨®n: que el de sucesiones fuera de verdad un impuesto redistributivo a partir de las rentas m¨¢s altas. Ello requer¨ªa un tope de exenci¨®n relativamente elevado. La exigencia de IC de bajar este tope se ha cargado definitivamente el impuesto. En cuanto gobierne el nacionalismo conservador, el impuesto de sucesiones ser¨¢ suprimido. No hubiese sido f¨¢cil desde el punto de vista de la opini¨®n cargarse un impuesto que realmente s¨®lo pagara el reducido n¨²cleo de poblaci¨®n de rentas m¨¢s altas. Al bajar el list¨®n se ha dado coartada a CiU: no lo suprimir¨¢ en nombre de los ricos, sino en nombre de las clases medias altas.
Artur Mas calcul¨® perfectamente la jugada: rechaz¨® pactar con los socialistas y con Esquerra la primera propuesta del tripartito, esperando que ¨¦ste se viera forzado a aceptar las exigencias de IC. As¨ª ha sido. Artur Mas no ha tardado ni 48 horas en dar la respuesta definitiva: "Suprimiremos el impuesto de sucesiones con car¨¢cter retroactivo". Cada vez que el presidente Montilla pierde la oportunidad de hacer un gesto de autoridad y poner en su sitio a quien quiebra la coherencia pol¨ªtica del tripartito, el retorno del nacionalismo conservador al poder est¨¢ m¨¢s cerca. Al final, el tripartito est¨¢ quedando atrapado en su propio laberinto.
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