C¨®mo modificar la estructura productiva espa?ola
En primer lugar, no conviene hablar del modelo productivo espa?ol, a menos que se crea que es mod¨¦lico, lo que contradice la urgencia actual para cambiarlo por ser insostenible, por lo que es preferible hablar de estructura productiva espa?ola.
En un mercado global y competitivo, las estructuras productivas de los pa¨ªses est¨¢n creadas, de abajo arriba, por decisiones inversoras de millones de emprendedores que necesariamente tienden a reflejar sus dotaciones relativas de recursos naturales y sobre todo, de capital humano, para poder as¨ª desarrollar ventajas comparativas que compitan internacionalmente. La de un pa¨ªs desarrollado como Espa?a esta determinada, b¨¢sicamente, por la estructura de los niveles de educaci¨®n de su poblaci¨®n trabajadora entre 16 y 64 a?os. Cuanto mayor sea su nivel medio, mayor ser¨¢ su capacidad de conocer, investigar, innovar, crear, emprender y competir globalmente.
Habr¨ªa que reformar el sistema de educaci¨®n, la contrataci¨®n laboral y la negociaci¨®n colectiva
Conseguir un nivel educativo medio elevado no es tan costoso ni tan dif¨ªcil como parece, pero es un proyecto a largo plazo cuyos resultados se perciben tras una o dos d¨¦cadas, que adem¨¢s necesita una pol¨ªtica de Estado y no de gobierno o de partido, que involucre al conjunto de la sociedad. Por ejemplo, todav¨ªa existe una cierta correlaci¨®n entre los resultados de PISA de cada pa¨ªs y el a?o en que consigui¨® que su educaci¨®n secundaria fuera obligatoria y gratuita. Algunos pa¨ªses lo consiguieron hace m¨¢s de 100 a?os; en Espa?a, hace s¨®lo 26.
?Por qu¨¦ nuestra estructura productiva est¨¢ excesivamente centrada en la construcci¨®n y los servicios de menor valor a?adido? Porque buena parte de nuestra fuerza laboral posee un nivel de educaci¨®n que se adapta mejor a esos dos sectores productivos de mediana o baja productividad media y porque adem¨¢s est¨¢n poco abiertos a la competencia exterior. Este menor nivel educativo responde a la baja oferta de educaci¨®n infantil (entre 0 y 3 a?os), al enorme fracaso escolar en la secundaria obligatoria, al rechazo de la formaci¨®n profesional frente a la universitaria, a la escasa formaci¨®n continua en muchas empresas y a la entrada masiva de inmigrantes de media y baja cualificaci¨®n. Ahora bien, una parte de estos ¨²ltimos est¨¢ empleada en el servicio dom¨¦stico y en el cuidado de mayores dependientes, facilitando as¨ª que muchas mujeres j¨®venes, m¨¢s cualificadas, accedan al mercado de trabajo y mejoren dicho nivel medio.
El fracaso escolar es casi el m¨¢s elevado de la UE-15. Un 30% de los alumnos de la ESO no la termina ni opta por la formaci¨®n profesional, con lo que no trabaja o hace trabajos primarios, cuando cuesta 6.000 euros por estudiante a?o, con lo que se despilfarran 1.440 millones de euros al a?o. De ah¨ª que exista un elevado desajuste entre oferta y demanda de niveles educativos, ya que existe un exceso de fuerza laboral con educaci¨®n primaria, un defecto con educaci¨®n secundaria y formaci¨®n profesional y un exceso con educaci¨®n universitaria de calidad.
Parad¨®jicamente, Espa?a produce m¨¢s universitarios en porcentaje de su poblaci¨®n total que Alemania, Francia o Reino Unido, pero con menor calidad media y en disciplinas que generan menos Productividad Total de los Factores, o PTF (s¨®lo un 27% cursa ense?anzas t¨¦cnicas). Tambi¨¦n Espa?a tiene m¨¢s universidades que otros pa¨ªses de poblaci¨®n similar (77, de las que 50 son p¨²blicas), pero no hay ninguna universidad espa?ola entre las 150 primeras del mundo por calidad y excelencia, y s¨®lo 11 entre las 500 mejores. Nuestros j¨®venes quieren ser universitarios no s¨®lo por su mayor prestigio social, sino tambi¨¦n por ser relativamente barato. De ah¨ª que existan tres veces m¨¢s universitarios que graduados en formaci¨®n profesional. Pocos j¨®venes quieren ser fontaneros, electricistas o inform¨¢ticos, aunque estos ganen m¨¢s que ellos, porque, entre otras razones, pagan menos del 12,5% del coste de su educaci¨®n universitaria (8.000 euros por estudiante y a?o), independientemente de su nivel de renta, conocimientos, esfuerzo y habilidades.
En la mayor¨ªa de los pa¨ªses europeos las tasas universitarias son mucho m¨¢s elevadas, para as¨ª poder financiar becas para los mejores estudiantes y pr¨¦stamos para aquellos de menor renta. Nuestros incentivos, adem¨¢s de inadecuados, son perversos. Producen un fracaso universitario de los m¨¢s altos de Europa, ya que casi un tercio de los universitarios no termina nunca sus estudios, otro tercio los termina dos a?os m¨¢s tarde y s¨®lo el resto los termina en tiempo y forma. As¨ª, 3.300 millones de euros al a?o son despilfarrados, sin adem¨¢s conseguir suficientes universitarios de calidad.
A este problema hay que a?adirle el sistema dual laboral espa?ol, que est¨¢ compuesto de trabajadores mayores, con menor nivel relativo medio de cualificaci¨®n, pero con contratos indefinidos y con costes de despido un 25% superiores a la media europea, y de trabajadores j¨®venes, con mayor nivel medio de cualificaci¨®n, con contratos temporales, sin apenas costes de despido y que no reciben formaci¨®n continua suficiente en la empresa para mejorar su productividad. El resultado es que muchos j¨®venes universitarios con contratos temporales se ven obligados a realizar tareas de educaci¨®n secundaria y formaci¨®n profesional, para las que est¨¢n sobre-capacitados, que deber¨ªan realizar otros trabajadores menos cualificados que hoy no produce el sistema educativo.
M¨¢s a¨²n, el exceso de universitarios elimina parte de su prima salarial por su mayor nivel de educaci¨®n, lo que, unido a su elevada probabilidad de despido, hace que estos j¨®venes pierdan inter¨¦s por su trabajo, reduzcan su esfuerzo y su dedicaci¨®n as¨ª como su productividad potencial. Lo contrario ocurre con los que cursan educaci¨®n secundaria y formaci¨®n profesional, con mayor demanda que oferta, que suelen conseguir salarios superiores a los de su formaci¨®n. Adem¨¢s, el sistema de negociaci¨®n colectiva actual no determina los crecimientos salariales por raz¨®n de la productividad de los trabajadores, como en la gran mayor¨ªa de los pa¨ªses, sino seg¨²n la evoluci¨®n de inflaci¨®n pasada, con lo que los incentivos para que los trabajadores sean m¨¢s productivos son bajos y los costes salariales unitarios crecen por encima de los de otros pa¨ªses miembros de la UE, perdiendo competitividad.
Finalmente, ?por qu¨¦, en esta ¨²ltima d¨¦cada y media, el crecimiento de la productividad laboral espa?ola ha sido tan bajo y el de PTF, que refleja la capacidad de desarrollar nuevas ideas y de innovar, ha sido negativo? Tanto por el desajuste se?alado como por el enorme retraso en la ense?anza y aplicaci¨®n de las nuevas tecnolog¨ªas de informaci¨®n y comunicaci¨®n (TIC), que son tecnolog¨ªas de aplicaci¨®n general que todav¨ªa se aprenden poco en la escuela y necesitan para desarrollarse y aplicarse una formaci¨®n profesional adecuada que es muy escasa. Hoy, los pa¨ªses que utilizan en mayor medida las TIC tienden a aumentar, al mismo tiempo, el empleo y la productividad. De ah¨ª la urgencia de acelerar el aprendizaje de las TIC, tanto en la escuela como en la formaci¨®n profesional y entre los ocupados, ya que ¨¦stas aumentan la productividad tanto en trabajos administrativos como manuales.
En resumen, para mejorar la actual estructura productiva y mejorar la productividad, que es lo que realmente determina el nivel de renta futuro de los espa?oles, habr¨ªa, como primeras medidas, que reformar tanto el sistema de educaci¨®n, de formaci¨®n profesional y universitario actuales y sus sistemas de incentivos como el sistema de aprendizaje de las TIC y, por otro, el sistema de contrataci¨®n laboral y de negociaci¨®n colectiva. De no hacerse ahora un esfuerzo nacional para lograrlo ser¨¢ muy dif¨ªcil seguir prosperando en un mundo en el que el trabajo se globaliza crecientemente y cada vez est¨¢ mejor cualificado t¨¦cnicamente.
Guillermo de la Dehesa es presidente del Centre for Economic Policy Research (CEPR).
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