Maltratadas bajo sospecha
Hasta el 10% de las v¨ªctimas de violencia machista son universitarias - Algunos jueces dudan de que mujeres tan formadas aguanten humillaciones
La violencia machista no entiende de clases sociales ni poder econ¨®mico. Es una trampa sentimental en la que caen mujeres de todos los ¨¢mbitos. Tambi¨¦n las profesionales cualificadas -m¨¦dicas, profesoras, abogadas- que sufren una doble incomprensi¨®n. "Cuando denunci¨¦, mi ex pareja se dedic¨® a minar mi relato y credibilidad en los juzgados porque yo no encajaba con el perfil de maltratada", cuenta Marisa (nombre ficticio de una profesional de ¨¦xito). "Ha sido amargo, dur¨ªsimo", contin¨²a. "Primero te preguntas: 'A m¨ª, con mi independencia, mis estudios, mis recursos econ¨®micos, mi puesto de responsabilidad, ?c¨®mo me ha podido pasar esto?'. Te averg¨¹enzas y tiendes a ocultarlo". Luego, la incredulidad se instala en la sala de vistas.
"El ataque no es a la inteligencia, sino emocional", dice un psic¨®logo
El Poder Judicial s¨®lo dud¨® de una sentencia entre 530 analizadas
El caso de Marisa no es ¨²nico. En el quinto aniversario de la aprobaci¨®n de la Ley de Violencia de G¨¦nero, los expertos, sin cifras en la mano, sit¨²an el porcentaje de mujeres con estudios universitarios entre el 5% y el 10% del total de denuncias por violencia machista (142.125 s¨®lo en 2008), y alertan de que los casos van a m¨¢s. Las mujeres maltratadas que triunfan en lo profesional se topan, en ocasiones, con jueces y fiscales con mucha prevenci¨®n ante el relato del infierno que viven en casa. Les resulta chocante que hayan podido consentir abusos y malos tratos con el prestigio que atesoran.
El ¨²ltimo ejemplo lo ha protagonizado recientemente en Sevilla la jefa policial del servicio de atenci¨®n a las v¨ªctimas. Un juzgado le dio la raz¨®n tras cinco a?os de proceso y ha condenado a dos a?os y tres meses de c¨¢rcel a su ex pareja, tambi¨¦n polic¨ªa. Pero no fue precisamente un camino de rosas y en el juicio oral el m¨¦dico forense lleg¨® a reconocer que le hab¨ªa restado credibilidad a sus lesiones porque en el juzgado de instrucci¨®n le hab¨ªan comentado que su testimonio no era certero.
Los casos de discriminaci¨®n, coinciden las fuentes consultadas, afloran cada cierto tiempo porque los prejuicios est¨¢n muy arraigados. Hace dos a?os un juez de Valladolid pretendi¨® archivar una denuncia al estimar "sorprendente" que una mujer con alto nivel de formaci¨®n y capacidad fuera capaz de soportar durante a?os "esos supuestos desprecios y humillaciones sin poner remedio a esa situaci¨®n".
Juan Ignacio Paz, psic¨®logo especialista en violencia de g¨¦nero, desgrana esta paradoja de v¨ªctimas de prestigio: "El ataque no es a la inteligencia, sino emocional, y cualquier mujer puede estar baja emocionalmente. No hay perfiles previos. Ella pone el valor de mantener la pareja por encima de su autoestima, intereses y dignidad. Y eso la mete en una espiral de dominio, abuso o violencia". Paz asegura que estas mujeres padecen esta dificultad a?adida para hacer cre¨ªble su relato frente a jueces y fiscales porque a¨²n permanece el mito de que la v¨ªctima es una mujer de bajos recursos. "Es m¨¢s f¨¢cil desintegrar un ¨¢tomo que un prejuicio, dec¨ªa Albert Einstein, y se nota a diario", recuerda.
?Hasta qu¨¦ punto est¨¢n extendidas esas ideas preconcebidas que perjudican a ciertas v¨ªctimas? En un solo proceso, una mujer puede lidiar con tres jueces, dos fiscales y varios oficiales que pueden influir en la credibilidad otorgada a su testimonio. A veces resulta complejo que nadie se vea influido por la imagen social de la v¨ªctima de bajos recursos, y la mujer con poder econ¨®mico contradice ciertos c¨®digos. Adem¨¢s, es m¨¢s habitual la violencia psicol¨®gica que la f¨ªsica, con la dificultad a?adida que esto acarrea. "Deber¨ªamos estudiar la violencia psicol¨®gica a fondo en asignaturas obligatorias de Medicina, Psicolog¨ªa, Derecho y Magisterio. Ahora estudiamos cuatro detalles y el negacionismo est¨¢ haciendo bastante da?o", critica la abogada especializada Amparo D¨ªaz.
El mes pasado el Consejo General del Poder Judicial rompi¨® ese ¨²ltimo mito al analizar 530 sentencias y encontrar s¨®lo una susceptible de esconder una denuncia falsa.
"A¨²n se identifica maltrato con personas sin formaci¨®n y con las lesiones. Pero tambi¨¦n influye el problema de la prueba: c¨®mo probar el maltrato psicol¨®gico pese a los estudios de psic¨®logos es otra clave", expone la presidenta del Observatorio contra la Violencia de G¨¦nero, Inmaculada Montalb¨¢n.
A¨²n queda mucho camino que recorrer para atajar este problema. S¨®lo a partir del pr¨®ximo enero cualquier juez que opte a dirigir un juzgado de Violencia de G¨¦nero estar¨¢ obligado a recibir formaci¨®n para poder analizar esta lacra con lupa.
Dominadores maquiav¨¦licos
Los inauditos ejemplos de maltrato psicol¨®gico servir¨ªan para un manual de dominadores maquiav¨¦licos: en el coche, un hombre aceleraba hasta los 170 kil¨®metros por hora cada vez que su esposa pon¨ªa reparos a sus decisiones; otro encerr¨® a su compa?era en casa durante meses y le vet¨® cualquier contacto con el exterior "porque la hab¨ªa sacado de la prostituci¨®n"; otro prohibi¨® a su pareja ducharse sola o encender luces en su ausencia, porque ten¨ªa que ahorrar.
Ning¨²n art¨ªculo del C¨®digo Penal define la violencia psicol¨®gica, y las sentencias se basan en la jurisprudencia. A pesar de las dificultades, el maltrato psicol¨®gico es demostrable. Las unidades de Valoraci¨®n Integral que forman m¨¦dicos forenses, psic¨®logos y trabajadores sociales analizan el calvario emocional y las secuelas que arrastran las v¨ªctimas. Entrevistan a la mujer, a los familiares de ella y a su pareja, a compa?eros de trabajo, e incluso pasan tiempo en las casas para lograr un diagn¨®stico certero. Las agresiones m¨¢s habituales son las coacciones y la violencia patrimonial, ejercida por ejemplo cuando a la mujer se le proh¨ªbe el acceso al dinero ingresado en el banco.
En el mito de la mujer con pocos recursos incide tambi¨¦n Soledad Cazorla, fiscal de sala delegada para la Violencia sobre la Mujer: "Para algunos el maltrato le pasa a gente inculta o de ¨¢mbito rural. Y eso es no entender el maltrato. A una mujer el primer d¨ªa no le pegan un guantazo. Es un proceso largo, sutil, de control y aislamiento, basado en una relaci¨®n sentimental".
La dificultad ante ciertos jueces y fiscales para hacer cre¨ªble un testimonio tambi¨¦n la padecen mujeres con un pasado vinculado a la prostituci¨®n o dependencias. "Casi nunca denuncian porque est¨¢n muy marginadas. Han sufrido violencia por parte de hombres y sienten que la justicia no les va a tratar bien", dice D¨ªaz.
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