La crisis nos puede salvar
El hiperindividualismo decae y se abren paso modelos de relaci¨®n cooperativa y transparente - Los valores est¨¢n cambiando
?Hay vida despu¨¦s de la crisis? O, m¨¢s exactamente, ?habr¨¢ mejor vida tras la crisis y acabaremos conviniendo en el dictamen de que "no hay mal que por bien no venga"?
Todas las etapas en las que el sistema padeci¨® trastornos graves, los estragos se transformaron despu¨¦s en reconstrucciones e innovaciones radiantes. La diferencia ahora es que las nuevas factor¨ªas podr¨ªan no ser capaces de absorber a la gran masa de parados ni producir un est¨ªmulo econ¨®mico suficiente para, a trav¨¦s de una mayor recaudaci¨®n, enjugar los d¨¦ficits p¨²blicos.
La gran depresi¨®n de 1929 cont¨® con dos factores para restablecer el equilibrio y potenciarlo: uno fue el desarrollo espectacular de la industria norteamericana. El otro factor, tr¨¢gico factor, fue la desaparici¨®n de 60 millones de personas del mercado de trabajo, muertos en la II Guerra Mundial.
Tras la Gran Depresi¨®n y la guerra se edific¨® el Estado de bienestar
Contra la tendencia privatizadora, vuelve el Estado como asidero
Se desvanece la idea de avanzar hacia un tipo de gobierno mundial
Los acuerdos 'win-win' buscan el provecho de todas las partes
Frente al descr¨¦dito institucional, la red social se basa en el boca a boca
No puede avanzar el mundo sin la globalizaci¨®n de interconexiones
La recuperaci¨®n europea a trav¨¦s del Plan Marshall permiti¨® un salto en la innovaci¨®n industrial mediante f¨¢bricas de nueva planta y la fuerte recuperaci¨®n de la actividad brind¨® un alto aporte de fondos a las Haciendas que, con el Estado de bienestar socialdem¨®crata, procur¨® una amplia protecci¨®n social que dio origen a la formaci¨®n de una amplia clase media.
Las circunstancias son ahora demasiado diferentes para que la secuencia se repita pero, con todo, el fracaso que ha padecido el sistema es de tal profundidad y de tan vasta extensi¨®n que la econom¨ªa, la cultura y la existencia colectiva en general se ofrecen continuamente al debate.
Para tratar precisamente de estos temas la Fundaci¨®n Banco Santander convoc¨® el ciclo El mundo que viene: las huellas de la crisis y en el que han participado soci¨®logos, economistas y periodistas, espa?oles y extranjeros. La cuesti¨®n central consist¨ªa en examinar, a partir de los signos ya presentes, qu¨¦ elementos pudieran flotar en el futuro y sobre cuya posible articulaci¨®n podr¨ªa estrenarse un nuevo orden del mundo.
"All¨ª donde se presenta el peligro surge la salvaci¨®n" dec¨ªa H?lderling y, como es notorio, no faltan pron¨®sticos que alientan sobre los horizontes m¨¢s saludables que emerger¨¢n tras la hecatombe.
Casi todos los participantes en este encuentro, fueron desgranando sus gotas de esperanza aunque a veces matizadas de ac¨ªbar. Efectivamente, lo m¨¢s visible de esta encrucijada ha consistido en el retorno del Estado como asidero decisivo contra el despe?amiento masivo. Contra la abusiva tendencia de privatizaciones desde los a?os setenta vuelve la mano del Gobierno aunque desdichadamente -seg¨²n Fernando Vallesp¨ªn, catedr¨¢tico de Ciencias Pol¨ªticas de la Universidad Aut¨®noma de Madrid- no con tanta amplitud como ser¨ªa deseable.
Es decir, la repetida invocaci¨®n a la necesidad de un Gobierno mundial que sobrevuele los destinos del mundo global parece hallarse todav¨ªa distante. "Lejos de buscarse una "gobernanza global" como se apuntaba en la primera fase de la globalizaci¨®n, hemos vuelto m¨¢s bien al esquema de la "cooperaci¨®n internacional" (entre Estados) y la "geopol¨ªtica cl¨¢sica". Y as¨ª, el recurso a los Grupos G, acaban subordinando las organizaciones internacionales a los dictados de unos "pocos Estados". No supone esto que los Estados emergentes queden necesariamente excluidos de las decisiones pero, de momento, parece desvanecerse la idea de una gobernanza supranacional a la manera en que lo ha intentado la Uni¨®n Europea.
El otro apunte de Vallesp¨ªn consiste en la necesidad de resolver el problema pol¨ªtico de la distribuci¨®n de rentas y del poder porque efectivamente todas las anteriores crisis especulativas de la historia contaron con este factor com¨²n: el acusado desequilibrio social en las v¨ªsperas del estallido de una u otra burbuja.
De ah¨ª se deduce la desconfianza de los pocos en la agitaci¨®n de los muchos empobrecidos y la desconfianza de los muchos respecto a las maniobras de los superricos. La desconfianza, en fin, que lleva a la bancarrota.
El futuro ser¨¢ m¨¢s estable y feliz con una pol¨ªtica redistributiva eficaz que rescate y promueva el bienestar de una amplia clase media. Pero, a la vez, una acci¨®n redistributiva acorde con la visi¨®n de una sola Humanidad intercomunicada y en donde la visi¨®n de la desigualdad, la injusticia y la miseria se hace ya menos tolerable que nunca.
Por a?adidura, seg¨²n sostiene ?scar Carpintero, profesor de Econom¨ªa Aplicada en la Universidad de Valladolid, "a partir de un determinado nivel de desarrollo material no existe ya correlaci¨®n entre el sucesivo aumento del PIB y un bienestar social mayor puesto que en la mayor¨ªa de las personas el bienestar depende de factores psicol¨®gicos, posiciones relativas o elementos relacionales que no tienen f¨¢cil traducci¨®n mercantil y monetaria".
Un lema central ser¨ªa pues "redistribuci¨®n" y con ello una explotaci¨®n tambi¨¦n m¨¢s racional de los recursos naturales. ?C¨®mo hacer? "Esto exigir¨¢ tiempo, recursos y esfuerzo durante la transici¨®n, pero seguramente menos recursos y esfuerzo que otras reconversiones industriales que se han acometido en el pasado y en las que tal vez nos jug¨¢semos menos como sociedad", afirma Carpintero
La extrema desigualdad quiebra el sistema, pero tambi¨¦n obstaculiza las llamadas a la cooperaci¨®n y la colaboraci¨®n que son ahora la base de la innovaci¨®n y el conocimiento a trav¨¦s de las "fuentes abiertas" (open sources) en la Red y en sus entornos.
Para el futuro, una ense?anza de la crisis viene a ser que en las acciones globales o ganamos todos o todos perdemos. El win-win o ganancia basada en el provecho de las dos partes que ya han puesto en marcha grandes empresas deber ser una general actitud en la pr¨®xima ¨¦poca.
No s¨®lo pues el paradigma econ¨®mico necesita revisi¨®n en lo financiero sino en todos los dem¨¢s ¨®rdenes supranacionales y empresariales. As¨ª, en el campo de la gesti¨®n deben introducirse cambios capaces de superar las desconfianzas at¨¢vicas entre empleadores y empleados que limitan a las empresas de hoy, sostiene Jos¨¦ Luis Marqu¨¦s, presidente del Consejo Social de la Universidad de Zaragoza. Pero el mismo liderazgo en las unidades productivas habr¨¢ de ser menos jer¨¢rquico que flexible, menos autoritario dentro del equipo que su "animador".
Con ello la nueva empresa impulsar¨¢ relaciones m¨¢s cooperadoras, transparentes y creativas y mejorar¨¢, en suma, los ambientes laborales para contribuir a deshacer la idea del trabajo como castigo b¨ªblico para reconstruirlo como un quehacer inseparable del desarrollo personal y profesional.
El contrato del porvenir ser¨¢ -seg¨²n Marqu¨¦s- un compromiso rec¨ªproco en el que se disipe la frontera entre el empleador y el empleado y se puedan compartir no s¨®lo los objetivos y las preocupaciones sino incluso la propiedad. ?C¨®mo lograr esta meta? El empe?o es peliagudo pero la soluci¨®n vendr¨¢ -seg¨²n Marqu¨¦s- de la educaci¨®n y la formaci¨®n a todos los niveles, desde los colegios a la Universidad, desde los medios sindicales a los patronales.
Pero ?y si no fuera necesario tanto? ?Y si resulta que esta Gran Crisis no es otra cosa que un bache c¨ªclico m¨¢s y m¨¢s tarde todo volver¨¢ a ser, m¨¢s o menos, como antes? Se pregunta el soci¨®logo Salvador Giner
Efectivamente, antes, en 1929, se hizo patente la necesidad de intervenci¨®n estatal y esta lecci¨®n ha quedado incorporada al mundo econ¨®mico moderno, o posmoderno. Pero ni un paso m¨¢s. O bien los pasos tendr¨¢n que ver, como anta?o, con las innovaciones tecnol¨®gicas que, en este caso, tienen, sin embargo, un importante distintivo respecto al pasado industrial.
Las nuevas tecnolog¨ªas son, precisamente, de la informaci¨®n y de la comunicaci¨®n y ello comporta dos efectos capitales. El primero radica en que, coincidiendo con el gran descr¨¦dito de todas las instituciones, desde el poder judicial al Parlamento, desde los medios de comunicaci¨®n a la cultural, las redes sociales acuden a las orientaciones boca a boca. Una pr¨¢ctica que si de una parte ha reducido dr¨¢sticamente al intermediario improductivo y da?ino, sea pol¨ªtico o comercial, de otra parte ha sustituido la funci¨®n del l¨ªder carism¨¢tico y su poder piramidal, por el poder de los muchos y su fuerza horizontal, la "anarqu¨ªa arm¨®nica", que dice Salvador P¨¢niker. Y todo esto se gesta actualmente, en red, en cooperaci¨®n, en intercambio de informaciones y suma de poderes.
Con mucha frecuencia, esta nueva sociedad que emerge tras la crisis y tuvo sus ra¨ªces en las v¨ªsperas, se juzga negativamente. Se juzga negativa y sumariamente porque los patrones de an¨¢lisis que se aplican a los cambios son patrones adquiridos antes (stock-knowledges), propios de un tiempo anterior y en declive.
La idea de que los sagrados valores fundamentales de antes ya se han perdido, que los l¨ªderes han desaparecido y que las referencias se extrav¨ªan, as¨ª como que los chicos no leen ni se sacrifican, pero beben del botell¨®n y se enfrascan en los videojuegos, lleva a diagnosticar el presente como un tiempo de decadencia y, en consecuencia, s¨®lo cabe la palinodia o la nostalgia
De hecho, las lamentaciones que cunden por muchas partes y, especialmente, entre los mayores, son probablemente el efecto de calibrar con un sistema de pesas y medidas obsoleto una realidad distinta. Una realidad que, de este modo, siempre aparecer¨¢ aberrada o ca¨®tica, incapaz, por tanto, de proporcionar un lenguaje eficiente para hacerse entender, antes y despu¨¦s de la crisis.
Dice el mismo Amin Maalof que "las perturbaciones que sufrimos ahora son efecto del agotamiento cultural y civilizatorio en que viv¨ªamos". Efectivamente. Pero si alguien necesitara m¨¢s explicaciones acad¨¦micas sobre el mundo que viene y "las huellas de la crisis" Edgar Morin -seg¨²n Michel Wieviorka- introdujo ya en 1984 una ciencia, la crisolog¨ªa apoyada en dos factores cruciales.
Un primer factor se denomina "revelador" y el otro "realizador". Por el primero asistimos a una realidad que no conoc¨ªamos previamente, por el segundo se desencadena "un movimiento de fuerzas y no ¨²nicamente de descomposici¨®n, desorganizaci¨®n y destrucci¨®n sino fuerzas de transformaci¨®n que propician el momento decisivo para la innovaci¨®n, la construcci¨®n y las invenciones".
Precisamente dentro del reiterado canto melanc¨®lico de los que aman y exaltan siempre el pasado, algunos hablan de cambios "fren¨¦ticos" (?hist¨¦ricos?, ?diab¨®licos?) registrados en los ¨²ltimos lustros y, seg¨²n ?ngel Casti?eira del Departamento de Ciencias Sociales de ESADE, "cambios fren¨¦ticos" hacia un presente y un futuro hiperindividualista.
Todo lo contrario. El hiperindividualismo qued¨® atr¨¢s y lo que prende ahora es la generaci¨®n colaboradora, participativa presta para sumarse en equipo o en gent¨ªo a cualquier acci¨®n social valiosa.
El futuro est¨¢ en la Red. Y la Red lo dice casi todo. No hay conocimiento complejo sin la red de redes, no hay superaci¨®n del estadio en que se halla el mundo global sin la globalizaci¨®n de las interconexiones, no hay avance en el conocimiento sin the wisdom of crowds, el saber de la muchedumbre.
Todo aquel que trabaja en las vanguardias del progreso tiene estas cosas bien aprendidas, asumidas de la cabeza a los pies.
La poscrisis, en suma, abre las puertas a esta nueva realidad interconectada, ni piramidal ni institucional. Una realidad proteica que se beneficia y crece en la copulaci¨®n de sus diferencias. La traducci¨®n, la interpretaci¨®n, la mixtura, la fusi¨®n, la integraci¨®n, la cooperaci¨®n son los t¨¦rminos de nuestro tiempo.
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