Inmigraci¨®n e intereses
Casi de puntillas, y tras otras noticias que nos distraen, se ha aprobado la reforma de la Ley de Extranjer¨ªa. La cuarta en menos de 10 a?os, lo que da idea del vaiv¨¦n legal al que se ven sometidas las personas que tienen que inmigrar.
Lo m¨¢s triste de todo no es el desconocimiento, sino el trato que se da a las personas. Si en ¨¦poca de bonanza se reclamaba mano de obra barata para acometer el tir¨®n al alza de la econom¨ªa, hoy, en plena recesi¨®n, se suprimen derechos de las personas para que cada vez sea m¨¢s dif¨ªcil emigrar. Es decir, las personas son consideradas como mercanc¨ªas que vienen y van al ritmo que marca nuestro inter¨¦s.
Con la disculpa de recoger lo sentenciado por el Tribunal Constitucional y por algunas disposiciones europeas, se han cercenado el ejercicio de derechos b¨¢sicos, se han atentado contra los de los m¨¢s vulnerables (los sin papeles).
Adem¨¢s, con el incremento de sanciones y el alargamiento de los periodos de retenci¨®n, se tiende a identificar la inmigraci¨®n como delincuencia y crimen organizado. Parece que de todo ello se desprende un mensaje: queremos a ciertos inmigrantes, los cualificados, y los otros, ahora no nos interesan, nos sobran, as¨ª que es mejor que se vayan a otro lado.
En pleno siglo XXI seguimos empecinados en nuestra obstinaci¨®n. En los primeros meses de 2010 se trabajar¨¢ el nuevo reglamento que desarrolla la ley. El reglamento es fundamental, pues concreta c¨®mo aplicar la ley.
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