Lo ¨²ltimo en burbujas est¨¢ en las peque?as bodegas
Los champanes de viticultor son la ¨²ltima 'delicatessen' enol¨®gica
En el mundo del champ¨¢n, como en el de cualquier producto de lujo, hay modas y nombres de moda. Primero, todo el mundo hablaba de Dom P¨¦rignon, despu¨¦s de Mo?t & Chandon. M¨¢s tarde Veuve Clicquot y, recientemente, de Ruinart. Pero el ¨²ltimo escal¨®n, la ¨²ltima tendencia para los connaisseurs, son los espumosos elaborados por peque?os viticultores. Los mismos que sol¨ªan vender uva a casas como las citadas anteriormente y que, ahora, han decidido producir sus propios caldos.
?Las diferencias? Para crear sus champanes, las grandes marcas suelen emplear vinos de distintas a?adas y distintos pagos o zonas. Los de estos peque?os fabricantes provienen de las uvas extra¨ªdas de un solo vi?edo en un mismo a?o. Algunos los han bautizado como champanes de pago, pero el nombre no satisface a todos los expertos. "Suelen utilizar menos fertilizantes en el cultivo e, incluso, hay quienes apuestan por la agricultura ecol¨®gica. Controlan todo el proceso, desde la recolecci¨®n al embotellado, y esto les permite utilizar uvas mucho m¨¢s maduras para los vinos que las grandes bodegas", explica Andr¨¦s M¨ªnguez, responsable de Cacao Sampaka en Madrid. En su tienda se venden con bastante ¨¦xito champanes de cuatro de estas nuevas bodegas, como Larmandier-Bernier.
Son caldos de uvas producidas en un solo vi?edo y en un mismo a?o
Tienen una gran relaci¨®n calidad-precio, seg¨²n los expertos
Jancis Robinson, columnista de Financial Times y una de los cr¨ªticos de vinos m¨¢s influyentes de Estados Unidos, incluy¨® dos propuestas de esta casa en su lista de mejores espumosos para estas navidades.
"Los champanes elaborados por viticultores son cada vez m¨¢s valorados porque los mejores tienen m¨¢s calidad que un champ¨¢n de una gran casa de su mismo precio
[cuestan de media entorno a los 40 o 50 euros]. Lo que no significa que cualquier champ¨¢n de pago sea siempre mejor que el de una firma conocida", explica la experta.
Lo cierto, como reconoce M¨ªnguez, es que las grandes casas venden m¨¢s, tienen m¨¢s dinero y, gracias a ¨¦l, las mejores tecnolog¨ªas y en¨®logos. Pero, como apunta Robinson, "a los consumidores les seduce cada vez m¨¢s la idea de que, de alg¨²n modo, los productos de estas peque?as bodegas est¨¦n m¨¢s cerca de la tierra que del marketing". Adem¨¢s, tienen una "gran relaci¨®n calidad-precio", apunta M¨ªnguez, y eso, en tiempos de crisis, pesa -y mucho- a la hora de decidir la compra de una u otra marca. Todo esto est¨¢ obligando a las grandes casas a "ponerse las pilas", asegura el responsable de Cacao Sampaka.
El fen¨®meno de los champanes de pago ha ido cobrando fuerza a?o tras a?o en Francia, EE UU y Reino Unido, aunque en Espa?a es algo todav¨ªa anecd¨®tico. As¨ª lo cree Carlos Delgado, cr¨ªtico de vinos de EL PA?S: "De momento, s¨®lo los expertos o los consumidores muy curiosos demandan estos productos. Aunque, poco a poco, algunos restaurantes comienzan a introducirlos en sus cartas".
Javier Gila Garc¨ªa, consejero enol¨®gico de Lavinia, lo corrobora. En su tienda madrile?a se venden champanes como Jacquesson, elaborado por una familia de viticultores que produce 300.000 botellas al a?o, apenas una minucia comparado con los 25 millones que comercializa M?et & Chandon. "Al p¨²blico general espa?ol estas grandes marcas les dan tranquilidad. Para los clientes son garant¨ªa de calidad y cuesta convencerles de que prueben cosas nuevas. En temas de champ¨¢n no les gusta correr riesgos", explica Gila.
Adem¨¢s, seg¨²n M¨ªnguez, los consumidores espa?oles buscan y valoran en el champ¨¢n unas notas dulces que, muchas veces, son un a?adido artificial. Al retirar la levadura que produce la segunda fermentaci¨®n del espumoso, mediante un procedimiento llamado deg¨¹ello, la botella pierde parte de su contenido y se rellena, en el dosaje, con un licor que a?ade dulzura al vino pero que, en palabras de M¨ªnguez, "puede enmascarar otras cosas".
Los champanes de viticultor se distinguen porque a?aden muy poco o nada de az¨²car al final de la elaboraci¨®n. Un detalle que "s¨®lo pueden apreciar los verdaderos devotos del champ¨¢n", seg¨²n Robinson. Aunque se pierdan este matiz, el resto de los consumidores, los millones de no expertos, pueden disfrutar de un producto al que, como argumenta Gila, s¨®lo se le puede poner un pero: un marketing tan escueto como su producci¨®n.
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