Ganso
Tirar como por juego una piedra a un adormilado ganso salvaje que sestea en la laguna e impremeditadamente matarlo, puede ser calificado de golpe de azar, aunque tambi¨¦n puede servir de met¨¢fora para la vida humana mortal. As¨ª lo pens¨® y escribi¨® Ogai Mori (1862-1922), autor de la novela Gan (1911), ahora traducida al castellano con el t¨ªtulo El ganso salvaje (Acantilado), donde se nos narra el frustrado encuentro amoroso entre Otama, una bella joven a la que las adversas circunstancias de la miseria obligan a ser la amante entretenida de un usurero casado, y Okada, un brillante y atl¨¦tico estudiante universitario que va por libre. La historia de este encuentro est¨¢ contada con la industriosa ligereza con la que dos susurrantes arroyuelos siguen su curso y al final se cruzan, pero justo en el momento en que ambos desembocan en una corriente fluvial mayor que los absorbe y desdibuja. No es ¨¦ste, en todo caso, un empe?o narrativo menor, porque quiz¨¢ sea m¨¢s dif¨ªcil tratar del amor como mera ilusi¨®n que se queda a las puertas, que como una experiencia fatalmente cumplida.
Ogai Mori, que compatibiliz¨® su profesi¨®n de m¨¦dico con la de escritor, esta ¨²ltima s¨®lo desvelada en la madurez, triunf¨® en ambas, ocupando un papel similar como agente modernizador de la ciencia y de la literatura en la historia contempor¨¢nea de Jap¨®n, un viejo pa¨ªs en que el t¨¦rmino moderno equivale al de occidental. Punto de encuentro entre civilizaciones y conocimientos tan diversos, no es extra?o que Mori acumulase una sabidur¨ªa muy sutil para adentrarse en el secreto de las entretelas existenciales, como lo son los rasgos psicol¨®gicos m¨¢s ¨ªntimos, que configuran no s¨®lo la personalidad del ser humano, sino sus expectativas, entre las que el amor es un motor esencial. De esta manera, Mori juega magistralmente con nuestra expectaci¨®n manteni¨¦ndonos en vilo sobre si Otama y Okada, tan opuestos y, por tanto, tan magn¨¦ticamente atra¨ªdos entre s¨ª, lograr¨¢n ver cumplido su anhelo de lograr, por fin, encontrarse, pre¨¢mbulo imprescindible de su abrazo.
Pero, sean cuales sean las expectativas, ?qu¨¦ es lo que pasa cuando una piedra tirada al azar se transforma en una letal pedrada, o, tambi¨¦n, cuando una so?adora amante, lanz¨¢ndose en picado, cae en el vac¨ªo? De entrada, es impredecible, como todo lo que rige el azar, ese asidero al que nos agarramos con ah¨ªnco los mortales para conjurar nuestra inveterada mala suerte. Emplazarse en el punto de vista previo a la acci¨®n determinante requiere toda la ciencia exigida para afrontar con garant¨ªas una predicci¨®n, pero asimismo toda la poes¨ªa disponible para aceptar que la felicidad es incalculable. Esta sorprendente capacidad, fruto del mestizaje, es la que demuestra Mori, dej¨¢ndonos siempre in albis, como nos sugiere que se quedan los amantes de su delicado y parpadeante relato.
Si la ciencia s¨®lo se interesa por lo necesario y el arte por lo in¨²til e incontrolable, ?c¨®mo, todo lo opuesto que se quiera considerar su respectivo objeto, siendo ambos, la ciencia y el arte, extensiones de un mismo ser humano en pos de atrapar algo de la realidad, anteponerlas o contraponerlas entre s¨ª? Al terminar Mori, cirujano y novelista, su relato de la cita er¨®tica fallida, nos deja de nuevo en suspenso con la afirmaci¨®n de que "la historia no acaba aqu¨ª". Y ?claro que contin¨²a!, aunque nadie pueda conjeturar c¨®mo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.