Al Qaeda deja al desnudo a la CIA
Los ¨²ltimos atentados destapan las limitaciones de los servicios secretos de EE UU - La burocratizaci¨®n y la desidia de los responsables lastran la lucha antiterrorista
La CIA, lejos de su leyenda, es una instituci¨®n pesada y burocr¨¢tica. Incapaz de competir por los mejores cerebros de cada promoci¨®n universitaria, se tiene que conformar generalmente con disciplinados funcionarios que ascienden por a?os de servicio y buscan una vida sin sobresaltos. Para muchos de ellos, acudir por las ma?anas a su oficina entre la paradisiaca vegetaci¨®n de Langley, en el norte de Virginia, y dirigir desde su ordenador el bombardeo de un drone (aviones sin tripulaci¨®n) sobre una aldea de Pakist¨¢n es tan rutinario como despachar el correo.
La prolongaci¨®n de la guerra contra el terrorismo est¨¢ presentando, no obstante, exigencias mayores. Los voluntarios para actuar en zonas de combate escasean, los conocedores del terreno y el idioma del enemigo se cuentan a¨²n con los dedos de una mano y la CIA ha tenido que recurrir a estrictos turnos de rotaci¨®n que obligan a la pr¨¢ctica totalidad de sus empleados a pasar un tiempo en territorio hostil.
S¨®lo los j¨®venes inexpertos pugnan por acudir a misiones peligrosas
Los mandos militares se quejan de la falta de datos sobre el terreno
En la mayor¨ªa de los casos, esos turnos son de un a?o, un plazo pensado para que los agentes no consuman demasiado tiempo alejados de sus familias, pero insuficiente como para que se formen convenientemente en las costumbres de aquellos a los que combaten. S¨®lo los j¨®venes pugnan por acudir a misiones que, adem¨¢s de valent¨ªa, exigen de la sagacidad que s¨®lo dan los a?os. Los verdaderos expertos prefieren hacer an¨¢lisis desde la paz de sus escritorios.
Estas limitaciones no eran tan evidentes en la ¨¦poca dorada de la CIA, durante la Guerra Fr¨ªa, cuando sus agentes compet¨ªan con rivales a¨²n m¨¢s burocratizados y c¨ªnicos que ellos, los esp¨ªas del KGB. Pero hoy, cuando se enfrentan a j¨®venes iluminados, como el nigeriano Umar Faruk Abdulmutallab, o ilustrados fan¨¢ticos, como Human Jalil Abu Mulal al Balawi, el doble agente jordano que mat¨® a siete empleados de la base de Khost, en Afganist¨¢n, las carencias de la CIA tienen dram¨¢ticas consecuencias.
Y no es un problema s¨®lo de la CIA. Las 16 agencias civiles y militares encargadas del espionaje en Estados Unidos sufren, en alguna medida, enormes dificultades para responder a los desaf¨ªos que representa Al Qaeda y sus m¨²ltiples manifestaciones. Su adiestramiento es tan precario y su adaptaci¨®n al medio tan escasa que, como afirma Reuel Marc Gerecht, un antiguo esp¨ªa y experto en la materia, "sin la ayuda de Blackwater [la compa?¨ªa de seguridad privada ahora rebautizada Xe], la actividad de la CIA en Afganist¨¢n probablemente se ver¨ªa paralizada".
Entre los siete muertos en Khost, dos eran, efectivamente, empleados de Xe, que, liberados de las esclavitudes del reglamento y estimulados por la atracci¨®n del dinero, llenan algunas de las muchas lagunas del espionaje norteamericano en Afganist¨¢n y en otros frentes de esta guerra. Los mandos militares se han quejado oficialmente de que sus fuerzas sobre el terreno carecen de la informaci¨®n necesaria para hacer su trabajo y han alertado de que, en estas condiciones, el enemigo se hace muy dif¨ªcil.
Los tres fracasos cosechados por los servicios de inteligencia en los dos ¨²ltimos meses han encendido todas las se?ales de alarma. En el caso de Nidal Malik Hasan, el oficial m¨¦dico del Ej¨¦rcito que en noviembre perpetr¨® una matanza en Fort-Hood (Tejas), el FBI le hab¨ªa detectado 18 correos electr¨®nicos intercambiados con el cl¨¦rigo radical de Al Qaeda en Yemen Anwar al- Awlaki que hac¨ªan sospechar claramente de sus planes, pero los remiti¨® a la seguridad militar con un c¨®digo diferente al que ¨¦sta usa para los asuntos urgentes. Nadie actu¨® al respecto.
Sobre el avi¨®n de Detroit, la Agencia Nacional de Seguridad (NSA, en sus siglas en ingl¨¦s) hab¨ªa interceptado comunicaciones de la base de Al Qaeda en Yemen sobre la planificaci¨®n de un atentado con la implicaci¨®n de un nigeriano. La CIA, por su parte, hab¨ªa entrevistado en la Embajada estadounidense en Lagos al padre de Abdulmutallab en relaci¨®n con la denuncia que ¨¦ste hab¨ªa hecho sobre la vinculaci¨®n de su hijo con el radicalismo isl¨¢mico. Ambas agencias remitieron sus respectivas informaciones a sus superiores para quedar almacenadas entre pilas de datos sueltos que el espionaje recolecta cada d¨ªa.
La competencia infantil entre departamentos y el escaso celo de los responsables impiden que cada agencia haga algo m¨¢s que lo que exige el protocolo. Y como el protocolo no obliga a cotejar los datos ofrecidos por el padre de Abdulmutallab con el archivo de visados del Departamento de Estado, no se le pudo incluir en la lista de personas vetadas para entrar en el pa¨ªs. Para contribuir al desastre, el Departamento de Estado ha reconocido que no pod¨ªa encontrar el nombre del sospechoso en su documentaci¨®n por un error en el deletreo del apellido.
En 2004 fue creado el Centro Nacional Contraterrorista con el objetivo, precisamente, de coordinar la actividad de todos los departamentos y evitar errores como ¨¦sos. Su actual director, Michael Leiter, quien, por cierto estaba de vacaciones en el momento del atentado frustrado y tard¨® dos d¨ªas en reincorporarse al puesto, ha tenido que escuchar al presidente Barack Obama decir que "el sistema ha fallado sistem¨¢ticamente".
La consecuencia m¨¢s dram¨¢tica de esos fallos fue la de la base de Khost, probablemente el peor golpe contra la CIA en toda su historia. Aunque quiz¨¢ en este caso, adem¨¢s del error evidente que representa permitir que un doble agente se re¨²na al mismo tiempo con siete de tus mejores empleados -motivado, sin duda, por la inexperiencia y el desconocimiento del medio-, hay que mencionar tambi¨¦n el m¨¦rito de Al Qaeda. La organizaci¨®n terrorista supo planificar una acci¨®n que exigi¨® meses de paciente y cuidadoso trabajo para burlar la vigilancia no s¨®lo de la CIA, sino tambi¨¦n del servicio secreto jordano (GID), mucho m¨¢s ducho en el manejo del terreno.
Jordania era hasta ahora, por esa raz¨®n, un aliado imprescindible del espionaje norteamericano, que se nutre de colaboraciones como ¨¦sa para compensar sus limitaciones en la regi¨®n. Precisamente el viernes estuvo en Washington el ministro de Relaciones Exteriores jordano, Nasser Judeh, para recomponer esa alianza. "Si la informaci¨®n es poder", dijo ante la secretaria de Estado, Hillary Clinton, "compartir la informaci¨®n es a¨²n m¨¢s poder".
Pero algunos de las desventajas de los servicios norteamericanos respecto a sus enemigos no se solucionan con m¨¢s colaboraci¨®n o m¨¢s reformas. La burocratizaci¨®n, la presi¨®n por los resultados o el relativismo de las convicciones son, como las vacaciones de Leiter y del mismo Obama, consecuencia natural de las sociedades desarrolladas, que pagan, adem¨¢s, el precio de la ansiedad desatada por los medios de comunicaci¨®n.
Sin haber llegado siquiera a explotar el avi¨®n, el joven Abdulmutallab ha sembrado el p¨¢nico entre los estadounidenses. Como ha dicho el veterano periodista Ted Koppel, "lo ocurrido puede describirse como un ¨¦xito absoluto de Al Qaeda".
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