Islandia en la encrucijada
Reikiavik amenaza con un refer¨¦ndum para pagar sus deudas s¨®lo como un gesto
Icesave es uno de esos acr¨®nimos redondos. F¨¢cil de recordar, le adornan colores alegres m¨¢s propios de una marca juvenil que de la filial de un banco, en este caso, el island¨¦s Landsbanki. Pero ah¨ª termina el idilio entre producto y consumidor. La crisis de identidad provocada en Islandia por la deuda derivada del hundimiento de la entidad en 2008 -nada menos que 3.600 millones de euros para los clientes brit¨¢nicos y holandeses- ha demostrado dos cosas.
En primer lugar, que la mala gesti¨®n bancaria de unos ahorros internacionales trasciende el ¨¢mbito monetario, pero no incita a la solidaridad. Ni siquiera a la buena vecindad. Como muestra, ah¨ª est¨¢ la advertencia de Finlandia sobre la posible retenci¨®n de la ayuda financiera a Reikiavik si no afronta el impago. Dado que los pa¨ªses escandinavos son los principales contribuyentes del programa de rescate island¨¦s de 6.000 millones de euros, dise?ado por el Fondo Monetario Internacional (FMI), la llamada de atenci¨®n est¨¢ tambi¨¦n escrita en n¨²meros.
Holanda y el Reino Unido advierten que bloquearan su acceso a la UE
Grimsson desea ganar tiempo para darle voz a los ciudadanos
La segunda lecci¨®n es m¨¢s dura si cabe. La Haya reclama 1.300 millones de euros a Islandia. Londres, por su parte, pide 2.300 millones. Ambas garantizaron pr¨¦stamos a los ahorradores hundidos por la quiebra de Icesave y no piensan ceder hasta haber recibido el ¨²ltimo c¨¦ntimo. Para conseguirlo, no han dudado en aplicar la presi¨®n m¨¢s efectiva en el ¨¢mbito comunitario: la amenaza del aislamiento. Islandia pidi¨® formalmente en julio de 2009 la adhesi¨®n a la Uni¨®n Europea. Los mismos socios hist¨®ricos que ahora la llaman morosa han dejado claro que pueden bloquear su intento. Y si bien el rechazo interno island¨¦s a la adhesi¨®n roza en los sondeos el 50%, por temor a perder su independencia pesquera, parte del actual Gobierno conf¨ªa en vencer el euroescepticismo.
En especial la primera ministra, la socialdem¨®crata J¨®hanna Sigurdard¨®ttir que gobierna con los Verdes, contrarios a la adhesi¨®n. Ella vislumbra un futuro mejor en el seno comunitario. Una visi¨®n que el destino marcado por Icesave podr¨ªa enturbiar a corto plazo. No hay m¨¢s que fijarse en la actitud de los acreedores.
Muy enfadada con los retrasos, Holanda ha pasado de la velada amenaza de su ministro de Exteriores, Maxime Verhagen, al afirmar que "una pronta soluci¨®n al embrollo de Icesave acelerar¨ªa la solicitud islandesa a la UE", a los reproches. Verbalizados por el titular de Finanzas, Wouter Bos, ha resumido la posici¨®n gubernamental diciendo que "la convocatoria de un refer¨¦ndum para ver c¨®mo se devuelve el dinero es inaceptable". M¨¢s contenido en las formas, el ministro brit¨¢nico del Tesoro, Lord Myners, ha sugerido que si los islandeses rechazan la ley que faculta la devoluci¨®n, "estar¨ªan arruinando su reputaci¨®n y diciendo que no desean formar parte del sistema financiero internacional". Pero tanta presi¨®n diplom¨¢tica tal vez no fuera necesaria.
Islandia sabe que debe afrontar sus compromisos. As¨ª que la negativa de su presidente, Olafur Grimsson, a ratificar la ley que impone el pago de sus deudas y el anuncio de un refer¨¦ndum antes de firmarla, parece responder a una estrategia bien sencilla. Desea ganar algo de tiempo para darle a la ciudadan¨ªa la voz que reclama en un asunto controvertido. Eso, y demostrarle a sus acreedores lo que sus compatriotas claman: que no son los culpables de este fiasco. Porque aunque el acuerdo de devoluci¨®n prev¨¦ un pr¨¦stamo a 15 a?os para un fondo de garant¨ªa negociable en 2024, con unos intereses del 5,5%, al contribuyente le sale muy cara. Equivaldr¨¢ a unos 12.000 euros por persona (cerca del 40% de PIB en 2009) en un pa¨ªs de 323.000 habitantes.
La imagen de la protesta organizada la semana pasada frente al domicilio del presidente refleja ese malestar. Fue el 2 de enero. Tres d¨ªas despu¨¦s, Grimsson se hac¨ªa eco de la petici¨®n firmada por unos 60.000 votantes contra las indemnizaciones, y anunciaba "un refer¨¦ndum a celebrar lo antes posible". Luego llam¨® a la democracia esencial "puesto que el pueblo debe estar convencido de que determina el curso de su propio futuro". En ning¨²n momento habl¨® de no pagar. Al contrario. Sabe que se convertir¨ªa en el paria de Europa.
Con todo, una lecci¨®n s¨ª puede extraerse ya de la accidentada consulta popular islandesa. Si bien la supervisi¨®n de Icesave le correspond¨ªa a Reikiavik, la normativa comunitaria impone la vigilancia de entidades for¨¢neas operando en su territorio. Algo que Holanda y el Reino Unido abordaron de forma demasiado legalista y poco efectiva.
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