Al estilo de Berlusconi
Los sucesos de El Cabanyal de Valencia - decimos del plan urban¨ªstico calificado de expolio por parte del Ministerio de Cultura y la respuesta tan dr¨¢stica como airada del Consell de la Generalitat- han conseguido por el momento avivar el desmayado debate ciudadano en los cen¨¢culos donde ello es posible por ser tambi¨¦n los m¨¢s sensibilizados, al margen del plural pelaje pol¨ªtico de sus miembros. Sin abundar ahora en la condena del mencionado prop¨®sito expoliador, que damos por formulada, nos interesa subrayar algunas observaciones decantadas de las aludidas disputas -pues en eso suelen acabar- como de buena parte de las opiniones publicadas.
En este sentido, nos parece ilustrativo, aunque no sorprendente, constatar la adhesi¨®n emocionada que suscitan -y no solo entre la feligres¨ªa popular- las iniciativas de la alcaldesa Rita Barber¨¢ y, en este caso, la que se le prodiga al controvertido proyecto demoledor. No diremos que se trata de una paranoia colectiva, aunque bien podr¨ªa calificarse como tal esa adhesi¨®n acr¨ªtica que no para mientes en las consecuencias humanas y patrimoniales de tanto derribo, justificadas sobradamente -dicen- por las ventajas y modern¨ªsima imagen urbana que propiciar¨¢ el nuevo trazado. Un argumento en el que se percibe el aliento hiperb¨®lico y anacr¨®nico de la Gran Valencia, los grandes eventos y el globo henchido de derroches a lo largo de estos pr¨®speros a?os pasados y que la realidad ha pinchado situando al Pa¨ªs Valenciano en la cola de las autonom¨ªas, tal como revelan sus constantes vitales: renta decreciente, desempleo pujante, aton¨ªa industrial, fracaso escolar, corrupci¨®n, etc¨¦tera. Nader¨ªas por lo visto que en modo alguno impedir¨¢n -y a¨²n fomentar¨¢n- los estragos de la piqueta y de la excavadora, las barbaridades que con tanto gracejo ha descrito en las Cortes la diputada M¨®nica Oltra.
Otro aleccionamiento de este episodio urban¨ªstico es el modelo pol¨ªtico que el PP valenciano viene desarrollando. El portavoz socialista en las Cortes, ?ngel Luna, lo ha homologado con el "estilo Berlusconi", simple sin¨®nimo de la marruller¨ªa, mediante el que la mayor¨ªa conservadora se cisca en los usos democr¨¢ticos y rompe la baraja cuando le conviene. Acaban de hacerlo los populares esta semana cancelando la protecci¨®n urban¨ªstica que gozaba el referido barrio mar¨ªtimo y, en otro orden, vetando la participaci¨®n del PSPV en los ¨®rganos gestores de Bancaixa como represalia por la querella presentada debido a las presuntas implicaciones del presidente Camps con la trama G¨¹rtel. Un cilicio ¨¦ste que con o sin querella habr¨¢ de arrostrar nuestro molt honorable, y m¨¢s le conviene acomodarse a ese estigma y dudosa v¨ªa de santificaci¨®n que ya ha de serle vitalicia.
Y por ¨²ltimo -en atenci¨®n al espacio disponible, pues no se agotan aqu¨ª las lecturas de este trance-, hemos de mencionar el gesto bizarro y aparatoso de los adalides del PP, decimos de los consejeros Rafael Blasco y Juan Cotino, ¨¦mulos simb¨®licos de El Palleter, alzados contra la pretendida humillaci¨®n con que el presidente Rodr¨ªguez Zapatero hostiga a las instituciones valencianas. Debe ser por exigencias del gui¨®n el que ambos reciten semejante necedad, pues bien les consta que este gobierno auton¨®mico no necesita ayudas for¨¢neas para desacreditar cuanto toca convirti¨¦ndolo en bot¨ªn partidario, ya sean las Cortes, RTVV o las cajas de ahorro. Pero, de momento, en El Cabanyal lo tienen crudo.
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