El Cabanyal, en busca de su destino
Finalmente, el Ministerio de Cultura se ha pronunciado relaci¨®n con el plan municipal del Cabanyal y las reacciones por parte del Ayuntamiento de Valencia y la Generalitat no se han hecho esperar. Decreto ley, interpretaciones jur¨ªdicas, amenazas de recursos ante los tribunales por una y otra parte, son titulares que estamos viendo a diario en los medios de comunicaci¨®n.
Como ciudadano y como arquitecto preferir¨ªa un escenario distinto. Gane quien gane, no es el camino para resolver un problema urbano que, como reconoce todo el mundo, necesita soluciones urgentes.
Es verdad que el proyecto del Ayuntamiento, que ha circulado y ha sido visto por mucha gente de dentro y fuera de Valencia, no gusta a la mayor¨ªa de los profesionales. Ni arquitect¨®nica ni urban¨ªsticamente es la mejor soluci¨®n. Se lo hemos venido oyendo a muchos buenos arquitectos, incluso a premios Pritzker nada sospechosos de opinar en base a tendencias pol¨ªticas. Tampoco creo que tengan toda la raz¨®n los que lo descalifican absolutamente.
El llevarlo a cabo, o el paralizarlo sine d¨ªe, ser¨ªan sin duda victorias pol¨ªticas, pero en ning¨²n caso tendr¨ªan resultados aceptables, ni como arquitectura o planeamiento del que sentirnos orgullosos en el primer caso, ni como recuperaci¨®n de un barrio que no se merece lo que le est¨¢ pasando, en el segundo.
A m¨ª me gustar¨ªa volver al lenguaje de la arquitectura y la ciudad y abandonar el camino de los tribunales. Es un hecho que la arquitectura, cuando se politiza, y pasa con m¨¢s frecuencia de la deseable, deja de ser objetiva para convertirse, absurdamente, en un arma arrojadiza que no se puede cuestionar, so pena de quedar uno etiquetado entre los buenos o los malos, seg¨²n el bando desde el que se mire. Se mezclan los conceptos con las pasiones, y en El Cabanyal es lo que ha pasado y est¨¢ pasando con una virulencia terrible. Las posibles soluciones se han convertido en una cuesti¨®n exclusivamente pol¨ªtica. Malo ser¨¢ que tengan que decidirlas los jueces, ello no es razonable ni ser¨ªa bueno para la ciudad. Sin duda ser¨ªa mucho mejor poder simplemente hablar de desarrollo urbano. Aunque las l¨ªneas de comunicaci¨®n entre las partes est¨¦n muy deterioradas, habr¨¢ que pedir, a aquellos que tienen la capacidad de decidir, un esfuerzo importante de madurez, de imaginaci¨®n y sobre todo, de generosidad, para buscar y hacer posibles pactos realistas, sin vencedores ni vencidos, en los que prime la buena arquitectura y un espacio urbano de calidad. El Cabanyal no puede, no debe convertirse en un arma pol¨ªtica, es un barrio de acusada personalidad con un potencial de desarrollo muy importante, y que est¨¢ sufriendo mucho. Solo con di¨¢logo se podr¨¢ conseguir que trabajemos todos en la misma direcci¨®n. Quiero convencerme de que es posible.
Fabi¨¢n Llisterri es ex decano del Colegio de Arquitectos de Valencia.
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