Cuerpo moral
El artista sale a escena completamente vestido. Luego, por partes, va ense?ando fragmentos de su anatom¨ªa, a veces con trasunto escatol¨®gico y otras, simplemente humor¨ªstico, dejando claro que su cuerpo es su veh¨ªculo, aun con un cierto toque de narcisismo que le es caro a su estilo.
Cada nueva propuesta de David Fern¨¢ndez (Madrid, 1976) est¨¢ mejor articulada y presentada que la anterior. No abandona su tono hiriente y su af¨¢n provocador. Esta vez va m¨¢s lejos a¨²n, y vali¨¦ndose de una pantalla de texto en cinta continua (leds) "defeca" el nombre de la actual ministra de cultura, y una ristra de zurullos luminosos que son los nombres de los organismos p¨²blicos a los que la danza contempor¨¢nea debe, en teor¨ªa, rendir cuentas por subvenciones, programaciones teatrales y otros sostenimientos. El efecto es hilarante, pero a la vez de una fort¨ªsima carga simb¨®lica. Fern¨¢ndez no se anda por las ramas y esta vez la diana es su padre. Adem¨¢s, deja claro que su libertad art¨ªstica (y de movilidad esc¨¦nica) es lo primero. Reivindica que puede salir adelante y expresarse sin llenar formularios ni "lamerle el culo" a las administraciones p¨²blicas de la cosa cultural. All¨¢ ¨¦l en su mesi¨¢nico empe?o, parece escuchar.
Compa?¨ªa David Fern¨¢ndez.
El coraz¨®n, la boca, los hechos y la vida. Textos, m¨²sica original, luces y t¨¦cnica: David Fern¨¢ndez; asistente en escena: Michael Fern¨¢ndez; m¨²sica: Juan Sebastian Bach. Sala Tri¨¢ngulo. Hasta el domingo 24.
Pertrechado de tecnolog¨ªa est¨¢ndar pero muy bien implementada y llevada a un fin teatral ¨²ltimo (m¨®viles, i-phone, max/MSP) el performer reparte unos objetos (unas zapatillas de ballet; un peluche; una cajita o plumier). Si tanto de moda est¨¢ o ha estado lo interactivo, esta obra pone en liza al p¨²blico. Los fetiches tienen truco y esconden mandos a distancia, desde los que se manipula un retrato de Juan Sebastian Bach, pues el relato va acerca del sexto y d¨ªscolo hijo del compositor (bautizado Benhard), un pintas que dej¨® deudas y otros desaguisados y del que Bach se lamenta en una carta aut¨®grafa.
Benhard muere a los 24 a?os lejos de casa. David pas¨® esa frontera (naci¨® en Madrid en 1976), pero juega a "matar al padre" virtual, a sacrificar cualquier herencia moral. El padre de David es Bruno, m¨ªtico personaje televisivo de la serie Verano azul. Tronchante y dram¨¢tico; desconcertante y efectivo.
Hay dos condicionantes en la obra: su seria y compleja elaboraci¨®n met¨®dica y el precedente y muy original trabajo de mesa. Luego D. F. lo da todo en escena, maneja el espacio y la circunstancia y acciona a la vez sobre p¨²blico y actor, se entiende a s¨ª mismo como v¨ªctima propiciatoria de un exorcismo l¨²dico y de paso, se ahorra el psicoterapeuta. Fuera de toda duda su gozosa disponibilidad f¨ªsica, la manera inteligente con que usa el cuerpo expresivo sobre el cuerpo moral del actor-bailar¨ªn y viceversa.
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