Inagotable Beethoven

Se mire por donde se mire, John Eliot Gardiner es un caballero. A veces andante, como cuando recorre el Camino de Santiago con su coro Monteverdi sacando lo mejor de lo mejor de Tom¨¢s Luis de Victoria, Morales o Palestrina. En cualquier caso siempre transmite una elegancia a la inglesa que se manifiesta en la manera de enfrentarse a las cantatas de Bach, las ¨®peras de Mozart o Jan¨¢cek y las sinfon¨ªas de Brahms. Dirija lo que dirija Gardiner convence y en ocasiones hasta hechiza. Lo ha vuelto a demostrar en Madrid con la Sinf¨®nica de Londres en un par de programas monogr¨¢ficos dedicados a Beethoven.

Contempla Gardiner a Beethoven desde una perspectiva en la que es fundamental el tiempo hist¨®rico. Est¨¢ acostumbrado a dirigir orquestas con sonido y criterios de ¨¦poca. Con la Sinf¨®nica de Londres aplica la misma filosof¨ªa que con su Orquesta Revolucionaria y Rom¨¢ntica. Nuestro caballero no suele perder nunca la compostura dirigiendo, pero en una sinfon¨ªa como la Novena se llega a desmelenar. Los resultados art¨ªsticos son sorprendentes. M¨¢s a¨²n: fascinantes. La interpretaci¨®n est¨¢ llena de tensi¨®n, de fuerza. Los contrastes din¨¢micos est¨¢n llevados al l¨ªmite. La sonoridad mira de frente y sin complejos al pasado. Demuestra Gardiner que Beethoven es inagotable. Se sale de la rutina e invita a la reflexi¨®n sobre la evoluci¨®n de la interpretaci¨®n de los cl¨¢sicos. La Sinf¨®nica de Londres se ajust¨® a las indicaciones del maestro y el Coro Monteverdi estuvo sensacional en afinaci¨®n, empaste y sonoridad. El p¨²blico refrend¨® esta Novena con aut¨¦ntico entusiasmo.

El d¨ªa anterior, el Concierto para piano n¨²mero 2 tuvo un enfoque casi mozartiano, con una Maria Jo?o Pires delicada y detallista en la elaboraci¨®n del sonido y con un concepto constructivo casi camer¨ªstico. Gardiner cuida con esmero la disposici¨®n de los instrumentos y otorg¨® a los contrabajos -al fondo, en el centro- un protagonismo determinante tanto en el Concierto de piano como en la Pastoral. Es en esta sinfon¨ªa en la que sobresali¨® su capacidad descriptiva. La m¨²sica flu¨ªa con sensibilidad y sin sobresaltos. Como debe ser. En cuanto a la Primera, tuvo marcados acentos a lo Haydn, con tiempos quiz¨¢s un poco premiosos. Preparaba el terreno para lo que vendr¨ªa despu¨¦s, esa Novena tan electrizante y at¨ªpica. Qu¨¦ grande es Beethoven.