"Disparar sin dudar. Son ¨®rdenes"
La polic¨ªa yemen¨ª est¨¢ autorizada a matar sin preguntar - EE UU y Reino Unido entrenan a agentes antiterroristas
"Si lo hubiera visto a tiempo, habr¨ªa disparado. Sin dudarlo. ?sas son las ¨®rdenes", admite Wael. Este joven polic¨ªa yemen¨ª est¨¢ en las ant¨ªpodas del agente 007, pero como el James Bond de la ficci¨®n tiene licencia para matar. Eso s¨ª, s¨®lo en caso de que haya vidas en peligro. A sus 24 a?os, y con siete de experiencia en el cuerpo, suele servir de escolta a los cada vez m¨¢s infrecuentes extranjeros que visitan el Hadramaut, una de las regiones m¨¢s espectaculares e inaccesibles de Yemen.
En marzo del a?o pasado, Wael acompa?aba a un grupo de 14 turistas coreanos cuando un terrorista suicida se hizo estallar entre ellos en Shibam, la ciudad que Freya Stark bautiz¨® como "Manhattan del desierto". "Hab¨ªamos subido hasta aqu¨ª para hacer una foto", comenta al pie del dep¨®sito de agua situado en la colina de Jaba, justo enfrente de la urbe medieval. Es el mejor mirador para apreciar el conjunto de rascacielos m¨¢s antiguos del mundo, algunos de hasta ocho pisos, construidos utilizando tan s¨®lo adobe y troncos de palmera.
"Un poco m¨¢s arriba hab¨ªa un chico joven mascando qat y tambi¨¦n cuatro turistas espa?olas con su gu¨ªa local", relata el polic¨ªa. "Varios coreanos fueron hacia all¨ª y enseguida o¨ª el estallido". Entrenado para ello, Wael sali¨® corriendo en su direcci¨®n.
"Fue horrible. Los coreanos estaban cubiertos de sangre, uno de ellos ten¨ªa la mano medio arrancada, otro el cuerpo abierto por la mitad... el suicida qued¨® en mil pedazos... su cerebro impact¨® contra el muro [que rodea el dep¨®sito]". Su acci¨®n dejo seis muertos, cuatro coreanos, su gu¨ªa yemen¨ª y el propio suicida, adem¨¢s de varios heridos de distinta gravedad. Las espa?olas no sufrieron da?os f¨ªsicos.
Las investigaciones posteriores revelaron que el joven pidi¨® a los coreanos que se hicieran una foto con ¨¦l y, cuando estaban posando, hizo estallar su cintur¨®n explosivo. "Antes de detonar la bomba, hab¨ªa dado dinero a los ni?os que pululaban alrededor para que se fueran de all¨ª", a?ade el polic¨ªa moviendo la cabeza con incredulidad. No se explica qu¨¦ pasa por el cerebro de los terroristas.
"No era de aqu¨ª. Hab¨ªa venido desde San¨¢ en autob¨²s", explica el agente Wael. ?C¨®mo pudo superar los controles que salpican la carretera? "Llevaba la bomba en una bolsa, no un chaleco explosivo que se detecte en un cacheo", justifica. ?Y no percibi¨® nada raro en su comportamiento? "Yo no le vi. Si hubiera notado algo, le hubiera registrado... y, en ¨²ltima instancia, hubiera disparado para evitarlo", asegura.
Lo dice con seriedad, como si lo hubiera pensado mucho y sin sombra de bravuconer¨ªa en sus palabras. Este hombre, que es padre de una ni?a peque?a y cuyo salario ronda los 35.000 riales al mes (unos 120 euros), es consciente de la importancia de su trabajo, pero tambi¨¦n sabe lo que se juega en cada misi¨®n.
"Estamos en guerra contra ellos. No s¨®lo matan a turistas, sino tambi¨¦n a los miembros de las fuerzas de seguridad", menciona en referencia al ataque a un cuartel del que ¨¦l se libr¨® por los pelos. "Al Qaeda es muy fuerte", conf¨ªa desde la experiencia de su trabajo y en contradicci¨®n con algunas fuentes oficiales que intentan minimizar su peligro. ?De d¨®nde sacan el dinero? "No lo s¨¦, de Arabia Saud¨ª, del Golfo, de Ir¨¢n...".
En contraste con los fondos inagotables de esa multinacional del terrorismo, las fuerzas de seguridad yemen¨ªes est¨¢n mal entrenadas, mal pagadas y carecen de medios. Wael, que viste de paisano, s¨®lo cuenta con su agudeza visual, un desgastado Kal¨¢shnikov y un rev¨®lver ruso. "Es muy fiable", asegura de ¨¦ste mientras lo muestra con cuidado a la periodista.
Estados Unidos y el Reino Unido est¨¢n entrenando a 200 agentes yemen¨ªes en la lucha antiterrorista, pero el programa permanece casi en secreto debido a la sensibilidad del asunto. La presencia de fuerzas extranjeras en Yemen no s¨®lo dar¨ªa un argumento definitivo a Al Qaeda en la Pen¨ªnsula Ar¨¢biga, como se denomina la franquicia local, sino que provocar¨ªa un profundo malestar entre los yemen¨ªes, muy celosos de su soberan¨ªa nacional y cuyo antiamericanismo se desboc¨® a ra¨ªz del ataque de un avi¨®n no tripulado estadounidense a un jefe de Al Qaeda en suelo yemen¨ª, en 2002.
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