El mal ejemplo de Zuma
Jacob Zuma, el presidente de Sur¨¢frica, acaba de ser padre de su vig¨¦simo reto?o: una ni?a. El nacimiento ha provocado una tensa pol¨¦mica porque la reci¨¦n nacida es fruto de una aventura extramatrimonial. El argumento fundamental contra la conducta del mandatario es que choca abiertamente con las l¨ªneas maestras que sostienen en su pa¨ªs la lucha contra el sida (en Sur¨¢frica hay 5,7 millones de afectados, m¨¢s que en ning¨²n pa¨ªs del mundo, y cada a?o mueren por la enfermedad 300.000 personas). La campa?a defiende la fidelidad y previene contra la multiplicidad de parejas. Los cr¨ªticos reclaman que el presidente deber¨ªa predicar con el ejemplo.
Zuma se ha casado cinco veces. Una de sus mujeres se suicid¨® y de otra se divorci¨®, pero sigue conviviendo con las dem¨¢s y, seg¨²n asegur¨® en Davos, las quiere a las tres por igual. Por el n¨²mero de hijos que ha tra¨ªdo al mundo parece que no es amigo de tomar precauciones o, acaso, que le gusta ser padre. Nada que objetar. El problema podr¨ªa surgir si en sus pr¨¢cticas sexuales no respeta lo que debe ser respetado por encima de todo (por diferente que pueda ser su cultura respecto a la occidental): la libertad del otro (de las otras, habr¨ªa que decir en este caso).
En 2006 fue acusado y absuelto por violaci¨®n. Entonces ya mostr¨® que las precauciones para evitar el sida le tra¨ªan sin cuidado: asegur¨® haber tenido relaciones con una seropositiva sin utilizar cond¨®n. Aquella mujer era hija de un camarada de Zuma del Congreso Nacional Africano. La que acaba de dar a luz a su vig¨¦simo hijo es tambi¨¦n hija de otro de sus amigos: Irvin Khoza, uno de los organizadores del Mundial de F¨²tbol que se celebra en junio. Zuma le ha dado su nombre a la ni?a y ha pagado el inhlawulo, una cantidad que sirve para reparar los "da?os causados", seg¨²n la tradici¨®n zul¨².
Lo que nadie cuenta, y ser¨¢ dif¨ªcil saberlo, es hasta qu¨¦ punto esas j¨®venes actuaron con libertad con el camarada de sus progenitores. Zuma, en cualquier caso, recomend¨® a los suyos hace poco que usaran cond¨®n al practicar sexo. Ahora se escuda, para defenderse de las cr¨ªticas, en que una relaci¨®n entre dos personas adultas no puede ser pasto de los titulares de los medios. Con unos efectos tan devastadores del sida, esas lecciones resultan vac¨ªas.
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