Piedrecitas de placer
Narrativa. La Tyler, qu¨ªmicamente pura: una prosa liviana en la que cada palabra ha sido medida como en un juego de Scrabble, una familia en el centro del mundo, y el socr¨¢tico y c¨¢ndido abuelo Liam Mr. Magoo Pennywise, el patriarca, en el centro de la familia (un centro sumamente lateral, en realidad), regulando con escepticismo y desapego el tr¨¢fico emocional entre el matriarcado de sus tres hijas, su ex mujer Barbara y su hermana y sus nietos, y haciendo que el lector sonr¨ªa con los serios conflictos generacionales, planteados con el costumbrismo ir¨®nico de soap-opera de Nora Ephron y la mordacidad brillante y el alcance de los Coen. Como otros entra?ables antih¨¦roes de clase media que Tyler, la autora de esa novela espl¨¦ndida que es Reuni¨®n en el restaurante de la nostalgia (1983), finalista del Pulitzer y del PEN-Faulkner, maneja como un experto titiritero, aquel Jeremy Pauling de Navegaci¨®n celestial o Macon Leary, de El turista accidental (1985), el estereotipado y sexagenario Liam, solitario y derrotado ("no soy especialmente infeliz, pero tampoco veo motivo alguno por el que seguir viviendo"), lidera el casting de un nuevo melodrama para todos los p¨²blicos. Lo tiene todo: viudedad, divorcio, p¨¦rdida del puesto de trabajo, falta de amigos, mediocridad profesional, nulo af¨¢n consumista y una cuenta corriente en ambos sentidos de la palabra. O sea, no tiene nada. Si acaso los libros de filosof¨ªa que ha salvado de la quema de su carrera de profesor de escuela y el deseo de recordar su vida entera, parece que truncado por una amnesia parcial por la que acabar¨¢ obsesion¨¢ndose y que le produjo la agresi¨®n sufrida en su nuevo apartamento de jubilado forzoso, donde ha querido retirarse para saborear "la etapa de recapitulaci¨®n en que se sentar¨ªa por fin en su mecedora y reflexionar¨ªa sobre el porqu¨¦ de las cosas", y desde el que podr¨ªa recuperar el sentido de su rutinaria vida y recobrar la memoria perdida de algunos pasajes de su vida, junto a la joven Eunice, asistente-para-temas-de-recuerdos-fallidos del Sr. Ishmael Cope, un magnate inmobiliario enfermo de Alzheimer, dispuesto como estaba Liam a cambiar su introvertido senequismo y su retraimiento ("?c¨®mo pod¨ªa haber acabado tan solo?") por un moderado optimismo, el que Eunice podr¨ªa haberle dado sirvi¨¦ndole tambi¨¦n a ¨¦l de recordadora de su propia vida y el que Liam podr¨ªa conseguir alcanzando a olvidar aquella parte de su biograf¨ªa que no desea recordar. Conforme avanza el camino de Liam y de su persecuci¨®n de la memoria y del sentido de su vida, Tyler deja caer piedrecitas de Pulgarcito en el camino, una burla de la car¨ªsima medicina privada en EE UU aqu¨ª, una cr¨ªtica del consumismo feroz all¨¢ ("Kitty sac¨® un ordenador plano, un bonito iPod y un tel¨¦fono m¨®vil del tama?o de una chocolatina"), un reproche al menosprecio de los urbanitas contempor¨¢neos por la tercera edad o, m¨¢s all¨¢, la denuncia de la incomunicaci¨®n humana (esperando el alta en el hospital el protagonista y su ex mujer, "B¨¢rbara sac¨® un crucigrama y Liam se tumb¨® en la cama mirando el techo") o el creciente fanatismo religioso, como el que exhibe Louise, una de las hijas de Liam, piedrecitas con las que el lector tropieza con irritaci¨®n en la vida real pero con considerable placer en la novela, el mismo placer con el que colecciona las constantes muestras de fino humor o las delicadas epifan¨ªas que la vida cotidiana brinda, "recordaba haber ido a buscar a Millie y a Xanthe, reci¨¦n nacida, al hospital, y haberse asombrado de que hubieran entrado ellos dos y de que salieran tres".
La br¨²jula de No¨¦
La br¨²jula de No¨¦
Anne Tyler
Traducci¨®n de Gemma Rovira
Mondadori. Barcelona, 2010
256 p¨¢ginas. 22,90 euros
As¨ª como Joyce Carol Oates o Lorrie Moore eligen siempre la cara oculta de la luna cotidiana, Tyler prefiere la visible, la m¨¢s pr¨®xima al lector. Juega luego a sacarle punta con el afilal¨¢pices emocional que mejor domina, el estilo indirecto libre (nos dicen qu¨¦ piensa Liam, Liam nos dice qu¨¦ piensa), con impecables di¨¢logos -en forma de div¨¢n en el que Liam y su familia se confiesan y se retratan ante un psicoanalista imaginario en forma de lector de Anne Tyler-, y con altas dosis de sutileza en el despliegue de sus criaturas por el texto de La br¨²jula de No¨¦. Los dilemas morales y dramas dom¨¦sticos de la novela, encerrados en el frasco de la vida diaria junto a su estoicismo socarr¨®n, se ganan la complicidad del lector, con la excepci¨®n de unos pocos pasajes algo inveros¨ªmiles, como la conversaci¨®n del protagonista con la un tanto estramb¨®tica se?ora Bootsie Twill, la mam¨¢ de su agresor, desde el mism¨ªsimo instante en que el bueno de Liam sale a la escena de su propio cuento de hadas oto?al y comienza la par¨¢bola del oto?o del patriarca, que piensa que "cuanto menos se desea, m¨¢s cerca se est¨¢ de los dioses. Un sitio decente donde vivir. Un libro que leer. Un pollo en el horno". Y queda reconfortado, s¨®lo a expensas de la nostalgia que trae consigo la proximidad de la senectud y el recuerdo del tiempo perdido. A su edad, tener memoria ya es m¨¢s que suficiente.
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