"El dinero dise?a hoy las carreras de los artistas"
Extra?os personajes, arquitecturas de ensue?o. Una retrospectiva re¨²ne en Madrid las obras de uno de los grandes artistas de su generaci¨®n
Thomas Sch¨¹tte (Oldenburg, Alemania, 1954) coge un trozo doblado de papel blanco con lunares de colores y lo pone bajo el magnetof¨®n, sobre la mesa de piedra en la cocina de su piso en D¨¹sseldorf, supuestamente para que las vibraciones no afecten al sonido. "Es un Damien Hirst", dice sin sonre¨ªr. Lac¨®nico, pausado, ir¨®nico y modesto, fuma con naturalidad un cigarrillo tras otro, sin ansiedad, por el puro gusto de reflexionar entre volutas de humo.
Una de sus nuevas esculturas est¨¢ todav¨ªa en la fundici¨®n y eso lo retiene all¨ª antes de viajar a Madrid, donde a partir del d¨ªa 16 se presentar¨¢ en el Museo Reina Sof¨ªa una retrospectiva con 75 obras suyas que no s¨®lo se exhibir¨¢n en sala, sino en distintos lugares del edificio de Sabatini. En los jardines, pasillos y otros rincones. Sch¨¹tte, uno de los artistas m¨¢s destacados de su generaci¨®n, har¨¢ un despliegue de la variedad de su trayectoria con esculturas, instalaciones, acuarelas, grabados, fotograf¨ªas y maquetas arquitect¨®nicas. "Mi forma de trabajo no es monol¨ªtica ni sigue una l¨ªnea trazada. No conduzco por una autopista, voy andando y a veces me pierdo. Puede que vuelva al mismo punto veinte a?os despu¨¦s. Es como una caminata por las monta?as, no es cuesti¨®n de marketing y de producci¨®n", afirma. ?sa ha sido siempre su l¨ªnea.
"En la escultura, la mujer suele lucir mejor reclinada, como los caballos lucen mejor de pie. Es as¨ª, simplemente"
"En los a?os ochenta los artistas ten¨ªan unos egos enormes. Luego fueron los comisarios y ahora son los coleccionistas"
"Uno de mis maestros fue Gerhard Richter y ¨¦l pod¨ªa tener diez estilos distintos a la vez", contin¨²a. "Desde entonces no me interesan los estilos. En la exposici¨®n habr¨¢ muchos trabajos de mi ¨¦poca de estudiante, puede ser interesante. Pertenecen a mi colecci¨®n particular, aunque prefiero no verlos demasiado. Me concentro en lo que estoy haciendo ahora".
PREGUNTA. ?Se siente afortunado de haber tenido maestros como Richter o influencias como el cr¨ªtico Buchloh? Personalidades fuertes. ?Es importante para un joven artista tener cerca a figuras de referencia?
RESPUESTA. En esa ¨¦poca la situaci¨®n era diferente, no eran estrellas. S¨®lo Beuys, quiz¨¢. O Warhol. Pod¨ªas hablar con cualquiera de ellos en clase, en los museos, donde los encontraras. Era normal que casi cada semana cayeran por la academia artistas como Richard Serra. Los profesores ense?aban pero no quer¨ªan seguidores, no quer¨ªan crear enanos. Nos trataban como iguales, como artistas, no como est¨²pidos. Y ¨¦sa es una diferencia. Desde un principio eso nos situ¨® del lado m¨¢s contempor¨¢neo, lo que s¨®lo sucedi¨® diez a?os despu¨¦s en Nueva York. S¨®lo que nosotros no est¨¢bamos en los circuitos del dinero, ni exist¨ªa el star system o la presi¨®n del mercado. Los egos de los artistas no eran destructivos. No lo era Beuys ni otros artistas de entonces, como Mario Merz o Kounellis. Si tu trabajo era interesante te aceptaban de inmediato. Hoy las cosas son muy distintas. En los a?os ochenta los artistas ten¨ªan unos egos enormes. Luego fueron los comisarios quienes desarrollaron tremendos egos. Y ahora son los coleccionistas los que se pavonean. En la inauguraci¨®n de una exposici¨®n hoy no distingues qui¨¦n es el artista, es alguien del mont¨®n. Pero los coleccionistas entran dando la nota.
P. Usted ha sido siempre muy cr¨ªtico hacia el mundillo del arte. Incluso ha manifestado su deseo de retirarse de todo ese ruido en varias ocasiones.
R. Al principio lo del arte era un asunto de familia. Hab¨ªa entre cinco y diez grupos de gente en los distintos pa¨ªses, unos pocos galeristas. Todos se conoc¨ªan entre s¨ª y estaban conectados. Esa familia del arte se convirti¨® en una industria cultural. Ahora vas a una bienal y no conoces a nadie. Se ha convertido en un negocio global. Yo formo parte de ello, pero no es plato de mi gusto. Prefiero los momentos en los que trabajo con las manos. En Estados Unidos, por ejemplo, no llegas a tener ¨¦xito como artista si no vas a cenas e inauguraciones a diario. Yo no he tenido mucho ¨¦xito en Am¨¦rica por eso. No es que sea antisocial, pero lo m¨ªo es el trabajo.
P. ?C¨®mo ve esos cambios?
R. Todo eso de la moda del arte y las casas de subastas han tomado las riendas del negocio en los ¨²ltimos diez a?os. Una vez que entras en la din¨¢mica de los precios en el mercado ya no puedes salir. Si te mantienes algo apartado de las subastas todav¨ªa puedes controlar la recepci¨®n de tu obra. A muchos artistas les gusta eso, entre ellos a amigos m¨ªos como Gursky. Para m¨ª es una direcci¨®n equivocada. Lo que ha sucedido en la ¨²ltima d¨¦cada es que el dinero es el que dise?a las carreras de los artistas, y eso es totalmente est¨²pido. Un galerista famoso y de larga trayectoria como Konrad Fischer se preguntaba hace poco: "Hemos vendido toda la exposici¨®n el primer d¨ªa, ?qu¨¦ hemos hecho mal?". Gente como ¨¦l se form¨® luchando contra dificultades e incomprensi¨®n. Venderlo todo en un d¨ªa significaba haber ca¨ªdo en algo demasiado f¨¢cil, decorativo o kitsch. Yo intento no llegar a extremos, hago cosas no demasiado complicadas ni demasiado sencillas.
P. El sentido del humor algo siniestro o sutil est¨¢ presente en muchas de sus obras. ?Es una especie de juego?
R. Es un juego sencillo si lo que ves alrededor es demasiado est¨²pido o producto de una mentalidad obtusa, cuando todo resulta aburrido. Intento como puedo que el bal¨®n siga rodando, como en el f¨²tbol. Si eres demasiado defensivo no ganas. El arte tiene algo de juego. Juan Mu?oz, un buen amigo, lo sab¨ªa bien. Lo conoc¨ª cuando ¨¦l apenas empezaba su carrera, en 1986. Yo ya llevaba como una d¨¦cada trabajando. Nos comunic¨¢bamos mucho, lanz¨¢ndonos una especie de desaf¨ªos, de bromas. Lo que hac¨ªamos, al igual que otros a partir de los a?os setenta, era extraer historias o acertijos, una visi¨®n algo anormal sobre algo de apariencia acad¨¦mica. El juego consist¨ªa en que todos ¨¦ramos conceptualistas. Se intent¨® hacer en pintura, pero no funcion¨® muy bien. En cuanto a la escultura, durante una d¨¦cada se consider¨® que el rect¨¢ngulo dogm¨¢tico o el cubo pod¨ªan ser un buen punto de inicio, pero si eso se convierte siempre en meta resulta muy aburrido. Es lo que hicimos Mu?oz y yo, agregamos elementos de juego, teatro, enigma, historias, iluminaci¨®n. Una puesta en escena.
P. En efecto, hay una conexi¨®n entre los trabajos escult¨®ricos de ambos. Una mezcla de lo figurativo y lo abstracto, juegos ir¨®nicos, historias ocultas.
R. Todo con la intenci¨®n de motivar al p¨²blico. Salir del esquema autista y de pensamiento ¨²nico que imperaba. Tratamos de dar unas claves para crear historias. Por eso resulta interesante mirar hacia atr¨¢s, a las obras del pasado. Hay muchas que al verlas me recuerdan ideas que intento desarrollar ahora. Como la pieza que estoy terminando para esta exposici¨®n, una fuente titulada Mujer llorando, que parte de una idea de los a?os ochenta. La empec¨¦ hace seis meses. Mirar hacia atr¨¢s es como abrir una caja con cables que esperan ser conectados.
P. ?Qu¨¦ ha aprendido del arte en espacios p¨²blicos despu¨¦s de todos estos a?os?
R. Dif¨ªcilmente funciona porque se suele planificar sin ning¨²n sentido com¨²n. Suele molestar al transe¨²nte y la gente lo termina destruyendo, los perros se mean encima. Eso del arte p¨²blico es un malentendido, en general.
P. ?Qu¨¦ escala prefiere entonces?
R. El tema es que yo puedo trabajar tranquilamente durante un a?o sobre un pedazo de papel. Un papel de un euro y un l¨¢piz de un euro son suficientes para un a?o de trabajo. Y eso puede significar algo del tama?o de una habitaci¨®n o de algo gigantesco. No me interesa producir obra que se sit¨²e delante de casas apretadas entre s¨ª. De todas formas, yo puedo trabajar en cualquier medio menos en pel¨ªculas o v¨ªdeo. Eso me parece aburrido, adem¨¢s de caro. Con lo que cuesta producir un v¨ªdeo puedes construir una casa. Yo puedo trabajar con todo tipo de t¨¦cnicas, herramientas y materiales. Pero no atiendo a f¨®rmulas. De alguien como Claes Oldenburg se puede aprender mucho, por ejemplo. De un boceto sobre cart¨®n se puede lograr algo monumental. Adem¨¢s de eso, yo no le tengo miedo al color, como le sucede a muchos escultores. Ni le temo al tama?o.
P. No le teme tampoco a usar t¨¦cnicas tradicionales, aunque termine trat¨¢ndolas de forma poco convencional.
R. Se puede decir que pertenecen a la vieja escuela porque la gente que las ejecuta sabe lo que hace. Me gusta trabajar la cer¨¢mica. La prefiero al pl¨¢stico o a otros materiales nuevos. Tambi¨¦n me gusta el grabado, a pesar de que hace unos a?os casi se dej¨® de hacer. Para m¨ª es m¨¢s f¨¢cil que lo digital. Pero no me considero tradicional. Es que no quiero ser una v¨ªctima de la tecnolog¨ªa, de cierta tecnolog¨ªa. Las antiguas tecnolog¨ªas tienen la ventaja de que funcionan. Si temes la fundici¨®n en bronce, algo va mal. De todas formas, s¨®lo trabajo con profesionales en los que conf¨ªo para fundir mis piezas. El bronce sigue siendo mejor que el fiberglas.
P. Durante diez a?os realiz¨® esculturas de mujeres reclinadas. ?Le gusta trabajar en series? ?Qu¨¦ simbolizan esas mujeres, qu¨¦ historias hay detr¨¢s?
R. Antes que nada, creo que todos los artistas trabajan en series porque lo que importa no son los fallos, siempre que le sigan otra mejor o mediana. A la larga, en la carrera de un artista, lo que se percibe son periodos distintos. Es como en m¨²sica, cuando creas una secci¨®n r¨ªtmica y le pones encima una improvisaci¨®n. En cuanto a las mujeres reclinadas, escog¨ª esa posici¨®n porque muy pocas mantienen la est¨¦tica en otras poses. La mujer suele lucir mejor reclinada, como los caballos lucen mejor de pie. No se hacen muchas esculturas de caballos reclinados. Es as¨ª, simplemente. Lo que me interesa es trabajar los materiales y los espacios.
P. Hace mucho tiempo dise?¨® usted su propia tumba. ?Qu¨¦ signific¨® ese gesto?
R. S¨ª, lo hice hace casi treinta a?os. Es algo simple, creo que le pasa a todo el mundo. Cuando cumples treinta a?os cobras de pronto consciencia del fin de la propia vida. Recuerdo que entonces visit¨¦ un gran cementerio, con tumbas de gente muerta en la Segunda Guerra Mundial, en campos de concentraci¨®n. Muchos muertos muy j¨®venes. Eso fue en 1981 y, como dice la canci¨®n de Tom Waits: "We're all gonna be just dirt in the ground" (todos seremos s¨®lo polvo en la tierra). As¨ª es que me puse a pensar c¨®mo ser¨ªa mi tumba e imagin¨¦ una peque?a casa roja de madera con mi nombre, mi fecha de nacimiento y la fecha de quince a?os despu¨¦s del d¨ªa en que hice el dise?o, el 23 de marzo de 1996. Pens¨¦ que con 42 a?os ya tendr¨ªa suficiente. Y es que en esa ¨¦poca nadie pensaba sobrepasar el a?o 2000, excepto los arquitectos franceses que eran muy futuristas.
P. ?Cu¨¢l considera que es el papel del artista en la sociedad actual?
R. No tengo idea, pero hace poco recib¨ª una llamada de Nueva York. Todo el mundo est¨¢ deprimido, los bancos est¨¢n locos, Obama parece que ha dejado de darles esperanza, ha perdido el aura. Y sin embargo, los museos est¨¢n m¨¢s llenos que nunca antes. La gente acude a ellos en masa: al MOMA, el Metropolitan, el Guggenheim. La gente llena las exposiciones de artistas como Kandinsky, que no es particularmente f¨¢cil para los norteamericanos. De todas las instituciones que cayeron con la crisis, el sistema bancario, el militar, Naciones Unidas, las grandes compa?¨ªas..., el arte, al menos, no ha perdido. A pesar de que ahora consiste en un 50% de cotilleos y un 50% de moda. Los museos, centros de arte, galer¨ªas y hasta el dinero que se mueve en torno, curiosamente, son de los pocos que no han perdido el respeto de la gente. Aunque sean gente rara que hace cosas superficiales, como Damien Hirst. Para m¨ª no es una sorpresa porque siempre cre¨ª en los materiales, la luz, los vol¨²menes, el color. Esas pocas cosas, no m¨¢s de diez, en las que consiste el arte. Cada a?o se matriculan en las facultades de Bellas Artes miles de estudiantes. Los j¨®venes todav¨ªa creen en ¨¦l. Y hasta la gente que ha pagado millones por algunas obras no las est¨¢n vendiendo. Quieren conservarlas, vivir con ellas.
Thomas Sch¨¹tte. Retrospecci¨®n. Museo Reina Sof¨ªa. Santa Isabel, 52. Madrid. Del 16 de febrero al 17 de mayo. www.museoreinasofia.es. www.thomas-schuette.de.
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