"El bal¨®n me salv¨® de las pistolas y de la desgracia"
McCarthy, ex delantero del Celta, eludi¨® de ni?o las drogas y las mafias gracias al f¨²tbol y ahora es el l¨ªder de la selecci¨®n surafricana
Dos camisetas y otros tantos pantalones deportivos bastaron para traspasar a Benni McCarthy (Ciudad del Cabo, Sur¨¢frica; 1977) del Crusaders al Seven Stars. Unos 30 euros. Dos a?os m¨¢s tarde se convirti¨® en el fichaje m¨¢s caro de la historia surafricana cuando el Ajax, holand¨¦s, desembols¨® seis millones de euros. As¨ª es McCarthy, ahora delantero del West Ham, ingl¨¦s: un futbolista sin t¨¦rminos medios que ha luchado contra viento y marea.
Cada viernes por la tarde suced¨ªa lo mismo. Dos o tres jefes de las mafias m¨¢s peligrosas de Ciudad del Cabo llamaban al timbre de la casa de los McCarthy. "Queremos que juegue en nuestro equipo", le suger¨ªan al padre, que no se amedrentaba y respond¨ªa: "Benni juega donde quiere". As¨ª que el ni?o escog¨ªa un equipo -"jugar con alg¨²n equipo garantizaba que los dem¨¢s g¨¢ngsteres no me mataran"- y se presentaba los domingos por la ma?ana en un campo de la ciudad. "Durante la semana, todas las mafias se dedicaban a traficar, pero el fin de semana tocaba f¨²tbol", recuerda Benni, que repart¨ªa sus piernas entre el equipo federado y el mafioso. "Con ellos no se negocia", apunta. As¨ª, los fines de semana se reun¨ªan las diferentes mafias, con 10.000 miembros cada una, y jugaban un torneo. Los capos del equipo ganador se llevaban todo el dinero apostado.
Los jefes de las bandas acud¨ªan a su casa para que jugara en sus equipos
Cuando peloteaba en la calle, le dispararon desde un coche. Un amigo muri¨®
Hannover Park, su barrio, en el umbral de la pobreza, es uno de los m¨¢s temidos en Sur¨¢frica. "Todos mis amigos se metieron en bandas. Sus ¨ªdolos eran los l¨ªderes, los que vend¨ªan drogas, iban con joyas y soltaban dinero", rememora apesadumbrado. Al cerrar la puerta de su casa, los disparos daban las buenas noches. Pero las balas tambi¨¦n silbaban durante el d¨ªa. Como esa ma?ana, cuando contaba 11 a?os y jugaba con un amigo de clase en los Cape Flats, bloques de edificios donde estaba su casa. Se les acerc¨® un coche de una mafia rival y les dispararon. A Benni no le dieron; a su amigo, s¨ª, en la cabeza. "Fue horrible, lo peor que puede vivir un ni?o", susurra McCarthy. Tras ese incidente, decidi¨® que el f¨²tbol ser¨ªa su v¨ªa de escape, como siempre le aconsej¨® su padre, electricista, y le exigi¨® su madre, trabajadora en un banco. "El bal¨®n me salv¨® de las drogas, las pistolas y la desgracia", conviene el delantero, que el pasado fin de semana se desvincul¨® del Blackburn y firm¨® por el West Ham.
La vida de Benni cambi¨® en Holanda, en su apartamento y sin m¨¢s problemas que luchar por la titularidad. Pero no se olvid¨® de su familia. "Con el primer sueldo le compr¨¦ a mis padres y hermanos una casa de cinco habitaciones con piscina en el elegante barrio de Plumstead", desvela. Tambi¨¦n compuso una canci¨®n, Shibobo, que significa ca?o en surafricano, con Mario Melchiot (Wigan) y Dean Gorr¨¦, ya retirado. El grupo se llamaba BMD y el single fue r¨¦cord de ventas ese a?o. "Pero me importaba m¨¢s marcar goles", se?ala el ariete. Lo hizo tan bien que lo fich¨® el Celta, en 1999. All¨ª, sin embargo, coincidi¨® en las ¨²ltimas fechas con V¨ªctor Fern¨¢ndez, que lo sent¨® en el banquillo. "Me quem¨®", revela. Y se march¨® en 2003 al Oporto, en el que gan¨® dos Ligas, una Copa, la Copa de la UEFA y la Champions con Mourinho. "Es un fen¨®meno, el mejor que he tenido. Result¨® m¨¢s un amigo que un entrenador", sostiene Benni. Pero luego lleg¨® Fern¨¢ndez al banquillo luso: "Yo era el goleador y no me pudo quemar porque era uno de los favoritos. Acabamos como buenos amigos". Como lo es de Deco y Ronaldinho, con quien suele veranear. Si tiene tiempo, siempre pendiente de las llamadas de la selecci¨®n.
McCarthy es el epicentro de la selecci¨®n de Sur¨¢frica y su m¨¢ximo goleador (31 dianas). Ya lo demostr¨® en 1997, cuando pas¨® por la sub 20, la sub 21, la sub 23 y la absoluta. Le quieren tanto como le odian. "El problema es que para ellos no puedo estar lesionado", aclara; "y si falto un d¨ªa me acusan de antipatri¨®tico. Tienen que echar las culpas a alguien y las balas siempre me caen a m¨ª". Por eso ha abandonado la selecci¨®n en tres ocasiones. Hasta el verano pasado, cuando el presidente del Gobierno, Jacob Zuma, acab¨® un discurso para toda la naci¨®n con esta frase: "En la selecci¨®n falta Benni. El pa¨ªs le necesita". A McCarthy se le escaparon las l¨¢grimas. "Fue uno de los honores m¨¢s grandes de mi carrera. As¨ª que decid¨ª volver para disputar el Mundial en nuestra casa". Benni ya ha marcado en las citas de 1998 y 2002. "Me falta un gol en este Mundial", conviene, alegre, preparado, como siempre, para todo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.