Miquel Barcel¨®, inventario del caos
CaixaForum acoge la mayor retrospectiva del artista mallorqu¨ªn en la ¨²ltima d¨¦cada
A ver si un d¨ªa alguien con la autoridad suficiente -por poner un ejemplo Mario Vargas Llosa, que el otro d¨ªa escribi¨® aqu¨ª un fastuoso art¨ªculo sobre la cuesti¨®n- dicta un buen tratado sobre las relaciones entre los creadores y sus creaciones. Entre lo hecho y los hacedores, y entre ¨¦stos y sus actitudes, sus filias, sus fobias. Por cierto, ?cu¨¢l es la relaci¨®n entre el gran hacedor Miquel Barcel¨® (Felanitx, Mallorca, 1957), el artista espa?ol vivo de m¨¢s rango universal con permiso de T¨¤pies, y su creaci¨®n, ese magma violento/po¨¦tico de peces, mejillones, desiertos, monos, personas, pulpos, mares, razas, sexos y crucifixiones?
El magma en cuesti¨®n entr¨® ayer en ebullici¨®n en las salas de Caixaforum Madrid en forma de una apabullante retrospectiva que abarca 25 a?os de evoluci¨®n creativa. En cuanto al creador protagonista de esa evoluci¨®n... lo mejor que puede decirse es que ni estuvo ni se le esper¨®, salvo al final y con cuentagotas.
El conjunto re¨²ne 180 obras entre pintura, cer¨¢mica y obra en papel
Genial como un Robinson capaz de seducir al mundo cada vez que asoma por la isla desierta, Barcel¨® es tambi¨¦n huidizo como un hur¨®n que se sabe oscuro objeto del deseo. Y, por lo tanto, desaparece o, mejor a¨²n, ni siquiera aparece, ???zas!!!, nadie por aqu¨ª nadie por all¨¢.
Dicho de otro modo: que Miquel Barcel¨®, como bien dijo ayer la comisaria de esta desarmante exposici¨®n, Catherine Lampert, "es solitario y vive en el presente, no mira al pasado, y por eso no est¨¢ hoy aqu¨ª" (enti¨¦ndase, el concepto retrospectiva no le gusta). Desatender una entrevista concertada que ¨¦l mismo hab¨ªa propuesto (?d¨®nde estar¨¢ Miquel?), dar calabazas a los mism¨ªsimos organizadores de la exposici¨®n, que le esperaban el lunes, ingenuos y bienintencionados de ellos, para el accrochage de la exposici¨®n (?d¨®nde estar¨¢ Miquel?), pasar ampliamente de la presentaci¨®n de la muestra a los medios (?d¨®nde estar¨¢ Miquel?) y aparecer de tapadillo junto a Isidro Fain¨¦, presidente de La Caixa, en la inauguraci¨®n oficial (?hombre, por fin, Miquel!) deben de ser rasgos inherentes a la condici¨®n de genio. Barcel¨® lo es.
Y dicho esto como preludio relativo a la relaci¨®n creaci¨®n/creador acerca de la cual un d¨ªa alguien deber¨ªa escribir y bla, bla, bla, bienvenidos a La solitude organisative (La soledad organizativa), inasible t¨ªtulo para este escaparate de 180 obras que, teniendo en cuenta la naturaleza del artista y la heterodoxia de su mundo, bien pudiera subtitularse Barcel¨®, inventario del caos. Una exposici¨®n de altura que reactualiza el inter¨¦s por el artista/artista, olvidadas ya las controversias de la dichosa c¨²pula de Ginebra, que acabaron convirtiendo al personaje, en contra de su voluntad, en artista/pim-pam-pum.
Procedentes de museos como el Reina Sof¨ªa, el de Arte Moderno del Centro Pompidou de Par¨ªs o el Museo Fundaci¨®n Juan March, de galer¨ªas como la suiza Bruno Bischofberger o la francesa Yvon Lambert, y de la colecci¨®n personal del artista, a este recorrido por toda su evoluci¨®n creativa no puede acopl¨¢rsele el est¨¢n todos los que son pero s¨ª, sin duda alguna, el son todos los que est¨¢n.
La incursi¨®n por este cuarto de siglo de territorio Barcel¨® se abre con los colorines ochenteros de Autorretrato con perro (1983) y se cierra con la t¨¦cnica mixta Sin t¨ªtulo, ejecutada el a?o pasado y que un subtitulador sin complejos podr¨ªa haber denominado algo as¨ª como El reino del tomate.
En medio de todo ello, las siete salas de Caixaforum proponen -Barcel¨® no defrauda- el tradicional despliegue de imaginaci¨®n llevada al paroxismo marca de la casa (cabezas con ra¨ªces, mares que sonr¨ªen, conejos crucificados, peces que brotan de las paredes, mujeres embarazadas de nueve meses -en concreto la suya, C¨¦cile- convertidas en fuente de barro...). Pero tambi¨¦n un despliegue de observaci¨®n, estudio, reflexi¨®n y plasmaci¨®n casi notarial de lo que pulula por el ancho mundo: y ah¨ª la exposici¨®n retrotrae al visitante a los viejos temas y pretextos del Pr¨ªncipe de Asturias de las Artes 2003: la emigraci¨®n, el sexo, la raza, la comida, la pol¨ªtica (impagable su triple retrato en bronce de Marx, Engels y Lenin)... temas y pretextos a menudo distorsionados por el propio tormento interior del gran hacedor o, m¨¢s directamente, por el efecto directo u oblicuo de los para¨ªsos artificiales, efecto sobre el que el propio interesado ha escrito en alguna ocasi¨®n: "Siempre he pensado que fue importante en mi vida tomar LSD, las visiones nocturnas de la ciudad tienen mucho que ver con estas experiencias lis¨¦rgicas..." (conversaci¨®n con Mar¨ªa Hevia y Jaume Reus en Farrutx, Mallorca, 1 de marzo de 2009, recogida en el cat¨¢logo de la exposici¨®n Antes de Barcel¨®, 1973-1982).
"Lo cierto es que con Miquel Barcel¨® es muy dif¨ªcil explicar el sentido y la naturaleza de la obra", explica Catherine Lampert, ex directora de la Whitechapel Gallery de Londres y comisaria de la exposici¨®n, "su obra se puede contemplar de frente, de lado, desde arriba, desde abajo... es uno de los m¨¢s singulares artistas de la actualidad, un artista que ha sabido rescatar el poder original del arte".
No hay pasos atr¨¢s para Barcel¨®, que sigue insistiendo a cada brochazo de pintura acr¨ªlica o de materia org¨¢nica en un primitivismo a ultranza que olisquea cada poro del lienzo como un perro de presa. Quiz¨¢ para recordarnos que el presente no es sino la goma el¨¢stica que prolonga el pasado. ?l lo cuenta a su manera: explosi¨®n de pintura, putrefacci¨®n de lo org¨¢nico, compromiso irrenunciable con el artista ermita?o. Otra cosa es surgir y hablar de ello. Pues s¨®lo faltaba.
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