La d¨¦cada que cambi¨® el mundo
Estados Unidos y China est¨¢n condenados a no entenderse. El problema es de simple y desnudo poder. Estados Unidos ha iniciado ya el regreso de su destino como mayor superpotencia del siglo XX, al tiempo que China inicia su ascensi¨®n.
La National Intelligence Unit de la CIA public¨® en noviembre de 2008 el documento Tendencias globales para 2025, que prev¨¦ la disoluci¨®n en c¨¢mara lenta de la hegemon¨ªa norteamericana. El informe no duda de que para esa fecha Washington siga siendo en t¨¦rminos de capacidad de destrucci¨®n la primera potencia del planeta, pero un grupo de pa¨ªses emergentes -India, Brasil- o resurgentes -Rusia- encabezados por China mitigar¨¢ su poder de coerci¨®n. Y en 2010 ese horizonte parece mucho m¨¢s cercano que en 2008. El PIB chino, de algo m¨¢s de dos billones de euros, se habr¨¢ m¨¢s que doblado en la pr¨®xima d¨¦cada, por debajo ¨²nicamente del estadounidense, pero superior al de ?frica, Latinoam¨¦rica y Oriente Pr¨®ximo agregados, seg¨²n el Departamento de Energ¨ªa de EE UU. El PIB de Estados Unidos, que en 2005, con 8,5 billones de euros, era mayor que el de toda Asia, ?frica y Latinoam¨¦rica, ser¨¢ en 2020 un 40% menor que el de esos tres continentes.
Si China no aplicara las sanciones internacionales contra Ir¨¢n, ¨¦stas ser¨ªan totalmente irrelevantes
El comportamiento de China refleja ya semejantes augurios. Si en los Juegos de 2008 Pek¨ªn escenific¨® una premi¨¨re mundial tipo fantas¨ªa futurista, ha sido en la cumbre del clima en Copenhague, en diciembre pasado, donde se ha mostrado con el grado de displicencia que corresponde a un superpoder. No solamente resisti¨® todas las presiones de Washington para que asfixiara sus emisiones de di¨®xido de carbono, sino que se permiti¨® despachar a funcionarios de nivel medio para negociar con el equipo de Obama. Igualmente, unas semanas antes las autoridades chinas hab¨ªan negado al presidente estadounidense acceso directo a los medios de comunicaci¨®n nacionales, y el presidente Hu Jintao no cedi¨® en su intolerancia contra cualquiera que osara recibir al Dalai Lama, el monje rapado que recorre el mundo para promover la independencia / autonom¨ªa del T¨ªbet. Obama sabe lo poco que le va a gustar a China que lo agasaje pr¨®ximamente en Washington, como tampoco el arsenal que le va a vender a Taiwan, cuando Pek¨ªn lo que necesita es quietud absoluta para que funcione su plan de reintegraci¨®n de la isla por la v¨ªa indolora de la unificaci¨®n econ¨®mica.
La gran plataforma de disentimiento la constituye, con todo, Ir¨¢n y su pesquisa del poder nuclear. China cuenta con importar petr¨®leo iran¨ª a trav¨¦s de gasoductos que surquen Asia central, neg¨¢ndole a Washington el poder naval de interdicci¨®n que posee sobre las rutas mar¨ªtimas. Y exporta gasolina a Teher¨¢n, que tiene mucho crudo pero poca capacidad de refino, en sustituci¨®n de la que le vend¨ªan India y Reino Unido, que han reducido sus env¨ªos en previsi¨®n de sanciones de la ONU. Pek¨ªn ha invertido m¨¢s de 80.000 millones de euros en la industria energ¨¦tica iran¨ª, de los que 5.000 millones son para modernizaci¨®n de refiner¨ªas. Si China no aplicara las sanciones internacionales, ¨¦stas ser¨ªan totalmente irrelevantes. El gasto chino en armamento, todav¨ªa muy lejos de los casi 450.000 millones de Estados Unidos en 2008, ya es, sin embargo, el segundo del mundo, con 60.000 millones de euros. Y aunque a medio plazo a Pek¨ªn le interesa sajar el absceso de Al Qaeda, que encuentra en la etnia uigur caldo de cultivo para el terrorismo, no va a llorar por las dificultades que experimente Washington en sus guerras de Oriente Pr¨®ximo y Asia central.
China tiene tres grandes objetivos para el siglo. 1. Mantener el poder en manos del Partido Comunista, que ha recibido desde el a?o 2000 12 millones de nuevos miembros para aumentar su capilaridad entre la poblaci¨®n. 2. Preservar un alt¨ªsimo crecimiento, que legitima a la c¨²pula gobernante ante la opini¨®n y le ha permitido sustituir a Estados Unidos como motor contra la crisis, inyectando miles de millones en su econom¨ªa, as¨ª como convertido en inversor y donante favorito, en particular para Am¨¦rica Latina y ?frica. 3. Y como corolario de todo lo anterior, restablecer el imperio del centro en su hist¨®rica grandeza.
Notables son tambi¨¦n las realidades que aconsejan a ambas potencias mantener el statu quo: desde 2000 su comercio bilateral casi se ha cuadruplicado. Por todo ello, ¨¦ste no es el fin de Estados Unidos, ni un anuncio de guerra, sino el comienzo de una nueva geometr¨ªa. Las grandes potencias nunca juegan en el mismo equipo.
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