La integraci¨®n: un a?o de compromiso
Se cumple un a?o desde que se puso en marcha, por primera vez en Espa?a e impulsado por el Gobierno valenciano, un programa espec¨ªfico de acercamiento de la sociedad a la poblaci¨®n inmigrante. Desde la solidaridad y el respeto, y con el objetivo de favorecer la incorporaci¨®n de los nuevos valencianos a nuestra ciudadan¨ªa. Un a?o despu¨¦s podemos afirmar que la convivencia est¨¢ m¨¢s afianzada. Sin dejar de reconocer que en este ¨¢mbito no existen f¨®rmulas m¨¢gicas y que el futuro siempre es imprevisible.
En noviembre del 2008, las Cortes Valencianas aprobaron la ley de integraci¨®n de las personas inmigrantes, norma que ven¨ªa precedida de un intenso debate social y una de cuyas consecuencias m¨¢s novedosas fue el compromiso de integraci¨®n. Que se lleva a cabo a trav¨¦s de las escuelas de acogida; una pr¨¢ctica muy similar a la que realizan desde hace a?os los pa¨ªses m¨¢s avanzados de la Uni¨®n Europea.
Los ecos de aquel debate suenan hoy lejanos. Los argumentos folcl¨®rico-ideol¨®gicos que el PSPV y parte de la izquierda plantearon en la prensa, e incluso en el Parlamento auton¨®mico, no han resistido el paso del tiempo. La praxis, una vez m¨¢s, ha dejado sin cobertura el discurso ideol¨®gico de una izquierda incapaz de plantear con un m¨ªnimo rigor propuestas de futuro. Ni tan siquiera de plante¨¢rselas a s¨ª misma, como demuestran los bandazos de Zapatero en inmigraci¨®n y extranjer¨ªa, por no hablar de otras pol¨ªticas que han puesto en duda parte del prestigio alcanzado por este pa¨ªs.
Las pol¨ªticas de inmigraci¨®n tienen cuatro niveles de actuaci¨®n: europeo, estatal, auton¨®mico y local. La confluencia de dichos ¨¢mbitos es b¨¢sica para la convivencia. La crisis econ¨®mica y su nefasta gesti¨®n han puesto sobre la mesa las contradicciones de los gobiernos de Zapatero desde 2004. Su falta de criterio en el control de fronteras, as¨ª como las regularizaciones masivas, contrarias a las directrices europeas, obligaron a las comunidades aut¨®nomas y a las administraciones locales a emplearse a fondo ante una situaci¨®n que pod¨ªa desembocar en el conflicto a poco que las circunstancias lo favorecieran. Esa pol¨ªtica vana ha perjudicado much¨ªsimo a los ayuntamientos, que necesitan con urgencia financiaci¨®n para prestar sus servicios a los inmigrantes, un colectivo d¨¦bil que debe ser atendido muy especialmente.
Las pol¨ªticas basadas en el laissez faire, laissez passer? que ha propugnado Zapatero en el ¨¢mbito migratorio son tan ilusas como imprudentes. Su rigidez ideol¨®gica le ha caracterizado en ¨¦sta como en tantas otras cosas. Y la constante demanda de cursos en las escuelas de acogida por parte de los nuevos valencianos para disponer de conocimientos que les ayuden a integrarse en la sociedad valenciana deja a los dirigentes del PSPV con las verg¨¹enzas al aire. M¨¢s a¨²n cuando otras comunidades aut¨®nomas han optado por el mismo recurso para la integraci¨®n, que est¨¢ recogido en el pacto europeo que el propio Zapatero firm¨®.
La Comunidad Valenciana ha abordado este asunto con la m¨¢xima implicaci¨®n e intensidad. Primero con la creaci¨®n de la actual Consejer¨ªa de Solidaridad y Ciudadan¨ªa, y acto seguido con una ley de integraci¨®n que, con el consenso y apoyo mayoritario de las organizaciones civiles, pronto se tradujo en un pacto valenciano por la inmigraci¨®n firmado entre las principales organizaciones sindicales y empresariales y la Generalitat. Poco despu¨¦s, se suscribieron el pacto local por la inmigraci¨®n y el Plan Valenciano de Prevenci¨®n del Racismo y la Xenofobia.
El compromiso de integraci¨®n y las escuelas de acogida son una apuesta consensuada por la convivencia. Un a?o despu¨¦s, las asociaciones de inmigrantes, universidades, colegios profesionales y un amplio abanico de entidades hacen realidad cada d¨ªa la integraci¨®n. Dotan a los ciudadanos de origen extranjero de los instrumentos b¨¢sicos necesarios para la convivencia y dan respuesta a una necesidad cada d¨ªa m¨¢s perentoria: la de acercar a los inmigrantes a la sociedad de acogida y viceversa. Favoreciendo un proceso de integraci¨®n mutuo, que es el eje de toda pol¨ªtica migratoria.
Un discurso falsamente progresista -en realidad, reaccionario- establece que no es necesario poner en marcha herramientas jur¨ªdicas y formativas que de un modo expreso favorezcan la integraci¨®n del inmigrante. Que s¨®lo basta con que esas personas cumplan las normas, y que all¨¢ se las apa?en. No contentos con ello, esos falsos progresistas fueron los que, despu¨¦s de impulsar la pol¨ªtica de papeles para todos denostaron cualquier compromiso de integraci¨®n.
La f¨®rmula puesta en marcha por el Gobierno valenciano es un encuentro. Un espacio en el que se ha elegido libremente aprender y vivir. Y no se puede vivir en plenitud, no se puede ser ciudadano, sin conocer las bases sobre las que se asienta esta sociedad nuestra, abierta y tolerante: los derechos y deberes, los valores democr¨¢ticos, los idiomas propios, las instituciones de autogobierno...
Rafael Blasco es consejero de Solidaridad y Ciudadan¨ªa y portavoz del Grupo Popular.
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